Bora Chung: “Los asiáticos necesitamos comprender nuestras mitologías y creencias populares y dejar de ignorarlas”
«La zorra», la primera novela publicada en español de la escritora surcoreana Bora Chung.
Texto: David Valiente
Traductora, activista por los derechos humanos y una de las voces más singulares de la literatura contemporánea surcoreana, Bora Chung (Seúl, 1976) se ha consolidado como una narradora capaz de entrelazar lo fantástico con lo profundamente humano. Su aclamada colección de cuentos Conejo maldito, finalista del Premio Booker internacional en 2022, la catapultó más allá de la escena nacional con historias inquietantes, afiladas, teñidas de humor negro y críticas sociales apenas veladas. Con La zorra, su primera novela publicada en español, vuelve a explorar el territorio fértil del folklore y lo mitológico, esta vez a través del gumiho —el zorro de nueve colas de la tradición coreana— para abordar los límites del deseo, la otredad y el sentido del destino.
En el epílogo de La zorra, menciona que la necesidad económica le llevó a escribir esta novela. Sé también que otras de sus obras han nacido de esa misma urgencia. ¿Se considera una mercenaria de la literatura?
¡Sí! Siempre lo he sido y siempre lo seré. Los géneros de horror, fantasía y ciencia ficción son populares y he centrado mi carrera literaria en profundizar en ellos. No me considero una escritora que busque la hondonada filosófica en sus obras; sino que invento historias que creo— espero— le resulten al lector divertidas. Ahora me dedico al oficio de la escritura a tiempo completo, mi trabajo, pues, consiste en escribir textos entretenidos con los que gano dinero.
Sin embargo, se pude intuir cierta crítica social en sus relatos y novelas. ¿Le gusta que el público lea su trabajo como si fueran alegorías políticas?
¡Mis obras no son alegorías políticas! Quizás, ese tipo de lecturas se puedan extraer porque como escritora muchas veces la realidad que me rodea influye en mi proceso creativo. Soy un ser humano y mi vida está centrada en la realidad, de la que nadie puede escapar. Me gustaría que mi obra sirva de vía de escape o que podamos imaginar realidades diferentes que se ramifican a partir del mundo que nos rodea. La ficción da esa posibilidad, sobre todo, los géneros del terror, la fantasía o la ciencia ficción. ¡Es divertido!
Sin duda, se ha convertido en una figura relevante en la literatura de terror, fantasía y ciencia ficción. ¿Cómo maneja el éxito?
Siento que en cualquier momento podría fracasar y arruinar mi vida. Durante mucho tiempo he sido pobre, y mi instinto me recuerda que eso puede volver a pasar. Sin embargo, me da mucha satisfacción donar a organizaciones que defienden los derechos humanos, a personas con discapacidad, minorías o mujeres. Espero poder seguir apoyándolas. Intento no pensar demasiado en el ‘gran éxito’ que rodea mi carrera, porque, el día que me vuelva arrogante, será el principio de mi ruina como ser humano.
En su novela, el protagonista es un gumiho, una criatura mitológica con forma de zorro con nueve colas, que suele vincularse al mal. ¿Qué fue lo que le atrajo de este ser?
¡Desde mi infancia me gustó esta historia! Es romántica y trágica. Más adelante descubrí que el mito de la mujer de las nieves tiene una estructura parecida: la bruja se enamora de un hombre humano, pero cuando él revela su identidad, ella desaparece. Me llamó la atención que distintas culturas hayan imaginado criaturas no humanas viviendo entre nosotros, enamorándose y estableciendo relaciones con personas de carne y hueso. Esa idea me gusta porque le da un toque mágico a nuestro mundo.
Precisamente, Kijun, el protagonista de su novela, se enamora con locura de un gumiho. Da la sensación que con esto quiere sugerir que el amor es, en parte, una ilusión…
Kijun se enamora con tanta intensidad porque su abuela se opone a esa relación. Los grandes clásicos literarios de todos los tiempos, como Romeo y Julieta o Tristán e Isolda, se alimentan del ‘amor prohibido’ y pensé que esto daría un toque picante y tentador a mi novela. En cierto modo, las ilusiones humanas construyen una suerte de ficción en la realidad. Muchos de nuestros actos cotidianos están dirigidos por las emociones, pese a que no siempre lo queramos reconocer. El amor, aunque existan más, es la construcción ilusoria más poderosa nacida de la emoción.
Se podría decir que Jieun, la zorra de las nueve colas, habita otro mundo. Su naturaleza es distinta a la de los seres humanos, no se la puede juzgar con los mismos parámetros con los que se juzgan a las personas.
Creé a Jieun como un ser sobrenatural, pertenece a otra realidad con sus propias reglas. Por eso, el amor que llega a sentir por Kijun es trágico: jamás podrán estar juntos. Incluso si lo logran, cada uno seguirá perteneciendo a una dimensión distinta.
En nuestros tiempos, el amor se ha convertido en un subordinado más de la superficialidad y la frivolidad
Los seres humanos siempre nos hemos dejado llevar por lo superficial. No es algo nuevo. Por eso, todos los textos europeos de la Edad Media hacían hincapié en el memento mori (recuerda que morirás). En Asia, Buda enseñó que la realidad no es más que una ilusión. Pero, creo que, en buena medida, todos fracasaron. Tendemos a enfocarnos en la realidad inmediata, la que tienen justo delante. Como seres físicos y sensibles, nuestro cerebro está diseñado para reaccionar a lo que percibimos con nuestros sentidos. No lo podemos evitar.
Desde Occidente, solemos imaginar a Corea del Sur como uno de los países más modernos y tecnológicamente avanzados del mundo. Sin embargo, en La zorra, sus personajes creen con naturalidad en figuras como gumiho.
La mitología, las creencias populares y la superstición siguen muy vivas en mi país. No hay más que preguntarles a los expresidentes y asesores, quienes recibían consejos de adivinos y de un exmilitar— quien además es un delincuente sexual— convertido en adivino tras ser expulsado del ejército. En mi país ocurren muchas cosas extrañas, y eso facilita mucho la labor creativa. Crecí rodeada de historias mitológicas y folclore. Tengo la sensación de que en Asia las ‘supersticiones’ están profundamente arraigadas en la cultura y la historia del continente. Sin embargo, muchos países asiáticos se vieron obligados a modernizarse, a menudo, a consecuencia del colonialismo, y no tuvieron tiempo para procesar de forma natural sus propias creencias ante los cambios históricos. Creo que los asiáticos necesitamos comprender nuestra mitologías y creencias populares y dejar de ignorarlas.
Relacionado con la filosofía oriental está la idea del destino que también se puede intuir en su novela. ¿Cree que los seres humanos somos dueños de nuestro destino, o este actúa de manera ajena?
Los seres humanos creamos nuestro destino a través de nuestras acciones. Sin embargo, vivimos en un mundo donde muchas personas también actúan con libertad, y sus decisiones afectan las nuestras, del mismo modo que las nuestras influyen en ellos. Nadie puede predecir completamente las acciones ajenas ni entender a fondo cómo nos afectan. Por eso, lo que muchas veces llamamos «destino» no es más que el resultado acumulado de innumerables decisiones humanas, interconectadas en una red compleja que moldea el mundo.
Pasemos a hablar de política. En diciembre del año pasado, el expresidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, declaró la Ley Marcial de una forma inusual. ¿Qué lectura hace de este acontecimiento?
Creo que el expresidente Yoon fue perdiendo poco a poco una visión coherente de la realidad política del país. En parte, ocurrió porque sustituyó la lectura de libro por el consumo excesivo de videos de YouTube producidos por individuos con ideas extremas. Como líder del país, debe integrar los puntos de vista diferentes y considerar la situación de Corea del Sur en perspectiva. En cambio, se comportó como si aún fuera un fiscal y comenzó a ver el mundo en dicotomía, es decir, solo existían los criminales y los jueces. Esa visión de blanco y negro derivó en una declaración de ley marcial ilegal e inconstitucional.
La reacción de la sociedad fue valiente…
Vi reacciones distintas en las calles de Corea. Algunas las comparto; otras las entiendo y otras también puedo llegar a comprenderlas, aunque no estoy a favor. Siempre hay personas que tratan de sacar provecho en medio de una crisis. Y eso me repugna. Pero también están quienes buscan mejorar la vida de los demás, quienes tratan de reparar lo que se rompen durante los grandes cambios. Estoy de su lado.