Barcelona: ciudad de prodigios, secretos y watusis

Con motivo de la presencia de Barcelona como ciudad invitada de honor en la feria del Libro de Guadalajara, nos acercamos a su perfil más novelesco.


Texto: Redacción

 

Imposible acotar en unas cuantas líneas la cantidad de novelas en las que Barcelona es escenario o, incluso, algo más. Sirvan a modo de mirada por el ojo de la cerradura al poderoso latido narrativo de la ciudad estos apuntes de algunos de sus momentos novelescos más significativos.

En 1616, Miguel de Cervantes muestra en la segunda parte de El quijote, cómo Don Quijote y Sancho deciden encaminar sus aventuras hacia Barcelona, donde se desarrolla el crucial episodio final de la novela. Don Quijote llega a Barcelona la víspera del Día de San Juan y se complace del espíritu alegre de la ciudad, donde se siente muy bien acogido. Se asoma a las imprentas y se maravilla de los industriosos talleres, del comercio de las galeras fondeadas frente a la ciudad, del trajín de gentes y de la diversidad de lenguas que se escuchan en las calles. Sería en la playa de Barcelona donde don Quijote cierra sus andanzas al ser derrotado por el Caballero de la Blanca Luna (en realidad, un vecino que desea que regrese a casa) y, derrotado, toma el rumbo de vuelta a ese lugar de la Mancha de cuyo nombre el autor no quiere acordarse.

Muchas novelas han tenido camino y posada en Barcelona, aunque quizá la novela que marca la historia narrativa de la capital catalana como protagonista literaria sea La febre d’or de Narcís Oller publicada en 1890. El retrato de la ciudad es minucioso y se convierte en mucho más que un paisaje de fondo a la vez que muestra el auge de una burguesía que en su afán de ascenso social y económico pierde su capacidad para la empatía con los que sufren.

Reuniendo las novelas que hablan sobre Barcelona podrían contarse los episodios más destacados de su evolución. En La catedral del mar, Ildefonso Falcones retrata el auge económico en el siglo XIV con los habitantes del barrio de la Ribera, formado por artesanos, pescadores y comerciantes, decididos a financiar la construcción de la iglesia de Santa María del Mar, que se alzará frente al Mediterráneo fruto del esfuerzo comunitario. La industrialización es otro momento clave en los cambios de la ciudad, como muestra Narcís Oller, pero también autores como Joan de Sagarra en el afilado retrato de la burguesía catalana que hace en Vida privada. O esa historia de efervescencia de La ciudad de los prodigios donde Eduardo Mendoza nos sitúa entre las exposiciones universales de 1888 y 1929 de una Barcelona en crecimiento febril a la que llega un chisgarabís como Onofre Bouvila, que tanto reparte folletos anarquistas como vende crecepelo, y que inicia un ascenso meteórico. Eduardo Mendoza ha encabezado la delegación de escritores que están representando a Barcelona en la Feria del Libro de Guadalajara.

La Barcelona de posguerra ha sido también retratada desde diferentes miradas literarias, como la de Carmen Laforet en Nada o la de Mercè Rodoreda en La Plaça del diamant. Laforet, que escribió una novela prodigiosa con 22 años, describe con precisión el desmoronamiento de la pequeña burguesía característica de Barcelona y la opresión de la posguerra en una ciudad en la que todo ha quedado agrisado. Rodoreda muestra a través de las peripecias de un personaje ya icónico como la Colometa cómo la ciudad pasa de la alegría de los años 1930 a la tragedia de la guerra y la oscuridad de la posguerra.

La Barcelona del final del franquismo, la transición y la agitación de los años 80 queda retratada por Manuel Vázquez Montalbán y las andanzas de su detective Pepe Carvalho, que tiene la oficina pegada a Las Ramblas, la mítica avenida que conecta el centro de la ciudad con el puerto. Los mares del Sur, quizá la más celebrada de sus novelas, disecciona una Barcelona que intenta modernizarse a la vez que arrastra viejos fantasmas. El barrio chino —o el Raval previo a la gentrificación— aparece como un ecosistema de supervivencia donde conviven delincuentes, inmigrantes y soñadores desencantados (uno de ellos., el propio pepe Carvalho). Los herederos de este territorio negro son muchos y han ampliado aún más la visión de la ciudad. Alicia Giménez Bartlett, con su inspectora Petra Delicado, retrata una Barcelona contemporánea donde la violencia convive con una creciente sofisticación urbana. Sus novelas se desplazan por nuevas zonas residenciales, por juzgados y hospitales, por parques donde nadie es del todo inocente. La mirada de Bartlett es más luminosa que la de Montalbán, pero no menos crítica; su Barcelona es una ciudad diversa, atravesada por tensiones entre tradición y modernidad.

Uno de los grandes retratos de esa Barcelona a caballo entre la grisura del franquismo, el bullicio de la transición y el afán de modernidad es el que hace Francisco Casavella en El día del Watusi y su continuación con Vientos y joyas y El idioma imposible. Una mirada a los que viven en la periferia de la ciudad y una de las novelas de culto que años después del fallecimiento de Casavella sigue muy viva: una prueba es que estos días ha vuelto a los escenarios catalanes con gran éxito de público la versión teatral de El día del Watusi.

Hay también visiones de la Barcelona actual de un realismo incómodo, como las novelas de Eva Baltasar Permagel (traducida al castellano como Permafrost), Boulder y Mamut, que forman un tríptico de mujeres que buscan su sitio en una época de precariedad laboral y desorientación vital. Aunque Mamut se ambienta mayormente en el pueblo al que huye la protagonista en su afán de ser madre sin depender de un hombre, esa salida de la ciudad también pone sobre la mesa uno de los debates muy actuales en torno a la posibilidad de salir de la urbe y regresar al entorno rural, tras décadas en los que todo el flujo era del campo hacia la ciudad.

En estas múltiples visiones de Barcelona hay que señalar a uno de los novelistas que más páginas ha dedicado a la ciudad y que lo ha hecho de manera más apasionada: Carlos Ruiz Zafón. La sombra del viento abrió la tetralogía del Cementerio de los libros olvidados y no solo fue un fenómeno editorial mundial sino que también mostró el rostro más misterioso de Barcelona, ciudad poliédrica hecha de muchas capas. La Barcelona de Ruiz Zafón es gótica y plagada de secretos y hay rutas literarias en las que se recorren algunos de los escenarios y fantasmagorías de esas páginas escritas por alguien que miraba la ciudad con los ojos de un niño fantasiosos. Ruiz Zafón es otro de los autores que tendrá su homenaje en el programa de Barcelona como ciudad invitada de honor en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. Otro de los escritores presentes en esta FIL en representación de Barcelona es el escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán, que ha sido uno de los últimos en trazar un retrato de Barcelona, centrado en su zona antigua, con Misterio en el Barrio Gótico, una intriga en la que el lector descubrirá algunos de los secretos de esta ciudad con una extraordinaria capacidad para reinventarse a sí misma. Una Barcelona que no está edificada con cemento y ladrillos sino con imaginación.