Un señor de letras: Carlos Pujol

Hoy, 11 de febrero, se celebra la segunda parte de las Jornadas de Estudio y Homenaje dedicadas a recordar y reivindicar la figura del escritor y editor, Carlos Pujol, organizadas por la UIC y la UPF.

 

Texto: Santiago BIRADO

 

Con motivo del décimo aniversario de la muerte de Carlos Pujol (1936-2012), la Universitat Internacional de Catalunya y la Universitat Pompeu Fabra han impulsado unas jornadas de homenaje para recordar su figura y reivindicar su legado creativo, de las cuales hoy se celebra la segunda parte en el Campus de la Ciutadella de la UPF en Barcelona.

Carlos Pujol fue poeta, novelista, traductor, editor, crítico literario, historiador de la literatura y miembro permanente de jurado del Premio Planeta durante décadas. Una concesión a la parte de la literatura que menos le interesaba, pero donde debió de encontrar el respaldo económico que en este país no te da el trato con las musas. Dejó su plaza en la Universidad de Barcelona, pero nunca perdió el contacto con la docencia y volvió a ser profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) de 1997 a 2007, además de miembro de su Consejo Académico Universitario. Recientemente, su familia ha donado a la UIC Barcelona su archivo personal, con el que se ha constituido el Fondo Personal Carlos Pujol.

Los caminos de la literatura

Este doctor en Lenguas Románicas vivió por y para el malabarismo de las palabras, y su acercamiento fue desde todas las ópticas posible: fue creador como poeta y narrador; estudioso como autor de biografías de escritores y ensayos; docente que enseñó literatura en varias universidades; traductor del inglés y el francés, lo que le permitió asomarse a los engranajes de la construcción narrativa; editor; crítico literario y jurado de premios literarios. Y todo empezó bajo la buena sombra del gran medievalista y filólogo Martín de Riquer, con quien hizo su tesis dedicada a Ezra Pound en 1962.

Durante una década larga fue profesor de Literatura Francesa en la Universidad de Barcelona. Después, fue profesor de la Facultad de Humanidades de la Universidad Internacional de Cataluña. Siempre inquieto, siempre elucubrando algo, puso en marcha antologías y ediciones de clásicos como Balzac, Voltaire, Charles Baudelaire, George Orwell… todos ellos autores que le fascinaban y en los que estaba considerado un especialista.

Su labor como crítico literario también fue muy activa. Puso su lupa crítica en las páginas de El País, La Vanguardia, El Sol y ABC. Siendo alguien tan respetado en el mundo académico e intelectual, a la vez se convirtió en el ojo derecho y persona de confianza del editor José Manuel Lara, fundador de la poderosa editorial Planeta. Lara, que no era un intelectual, pero sabía el latín de la calle, lo fichó en 1972 para el jurado del Premio Planeta de Novela, y Pujol iba a permanecer en él hasta el final.

Cuando se deshacía de sus obligaciones profesionales, a Pujol le agradaba dejarse caer por la casa del escritor Joan Perucho. Fue en su piso del barrio de Vallcarca, atestado de libros, lugar de reunión de poetas como Alfonso Canales y Pere Gimferrer, donde fundaron la “Academia de los Ficticios”. Como todo juego, era algo muy serio, e incluso se expedían diplomas de miembro de la academia, firmados por ese maravilloso fabulador demasiado olvidado que fue Perucho.

Carlos Pujol tenía un aire frágil de profesor de una edad detenida en el tiempo, parapetado tras sus gafas gruesas y su gesto de jugador de póquer. Pero era un trabajador incansable, incluso arrebatado. Nos ha dejado un legado de medio centenar de obras de creación propia y un centenar de traducciones de clásicos de la literatura, francesa e inglesa principalmente. La calidad de sus ensayos era reconocida en los círculos concéntricos académicos y su obra poética gozaba de gran consideración, pero siempre en esos circuitos, que no son los que cuentan los ejemplares de ventas por decenas de miles. Su primera novela, probablemente su favorita, fue La sombra del tiempo, con prólogo de Gimferrer, estudio de Teresa Vallès y carta de Francisco Rico.

También le gustaba el género del aforismo, que le brotaba de manera natural con esa educada sorna suya de intelectual de mente abierta. Solía decir con insuperable clarividencia que “la falta de éxito es una bendición de la que uno está siempre inconsolable”. ¡Esa eterna maldición del artista que ha de elegir entre ser rico por dentro o por fuera!

De arte había mucho en su casa. Se casó con la pintora Marta Lagarriga y tuvieron cuatro hijos. Uno de ellos, Carlos Pujol Lagarriga, editor y poeta en cualquier orden, nos dejó justo al inicio de la pandemia y todavía lo buscamos.

El Fondo Personal Carlos Pujol, cedido a la UIC por la familia, contiene su archivo personal, con manuscritos, correspondencia, reseñas, noticias sobre sus obras y otros documentos vinculados al autor. Toda esa información, con notas sobre su vida y obras, se está digitalizando y subiendo a una página web que quiere ser su ancla en los vaivenes de internet: carlospujol.es. Asimismo acaban de publicarse tres obras inéditas en distintas editoriales: Los ficticios (Comares), Novelas contadas (Pre-textos) y Fragmentos del libro de Job/Centón de salmos (Pamiela).

En esta segunda Jornada -la primera tuvo lugar el pasado diciembre- el catedrático de literatura española e hispanoamericana Domingo de Ródenas abre la sesión y participan en las mesas redondas: Fernando Valls (profesor de literatura de la Universidad Complutense de Madrid), Laureano Bonet (Universidad de Barcelona), Teresa Vallès (UIC), el catedrático de la Pompeu Fabra, Javier Aparicio Maydeu, y los editores Josep Mengual y Enrique Murillo. La sesión se podrá seguir en streaming en la web de la UPF.

Carlos Pujol forma parte de esos picapedreros de la cultura cuya discreción no debería condenarlos al olvido.