Un poeta y su vida: Vicente Muñoz Álvarez
Páramo publica la antología «Hombre de mimbre», del poeta leonés Vicente Muñoz Álvarez.
Texto: Enrique Villagrasa
Leía ayer poemas del reconocido poeta infrarrealista Mario Santiago Papasquiaro (México, DF, 1953-1998) y parece ser que me quedé con estos versos: <<Callejón sin salida/ Callejón de muervida/ socio : infrarrealista hermanito nuestro>>, pues me han venido a la memoria tras leer la señera y significativa antología poética Hombre de mimbre (Páramo) de Vicente Muñoz Álvarez (León, 1966), con prólogo de Nacho Escuín y epílogo de José Ángel Berrueco. Esta antología (1999-2025) de 568 páginas cuenta con un poemario inédito del mismo título, pues así lo ha querido el autor, de factura reciente. El criterio de la selección de los poemas de sus ocho poemarios publicados, explica el autor en su nota preliminar, ha sido exclusivamente su propio instinto poético.
Y el título, pues eso, el título viene a ser el corazón al desnudo del poeta, allende mitologías celtas y aquende películas (Robin Hardy). <<HOMBRE DE MIMBRE/ un hombre de mimbre/ y en el corazón yo/ ardiendo dentro>>. Que viene a corroborar lo que señala Barrueco en su inteligente y pedagógico epílogo Pero todavía sigo en pie: <<(…) la derrota no es una opción. No es un camino posible cuando la poesía te arde en las venas>>. Por su parte, Escuín en su prólogo de crítico y lector avezado La resistencia del outsider. Algunas notas para acercarse a la poética de Vicente Muñoz Álvarez nos indica que el autor se presenta tal y como es, pues quiere ser entendido así: <<sin máscaras, sin disfraces, sin querer parecerse a nadie más que a sí mismo. Ese sería el secreto de todo tratado de autenticidad que valga la pena>>.
Hombre de mimbre es un lugar de encuentro autor y persona lectora, es esa esquina del verso donde festejamos y celebramos esa complicidad enorme que tienen los grandes poetas, estos que escriben desde el margen, con y por la otredad. Y me lleva esta poesía de Muñoz Álvarez hasta ese Manifiesto Infrarrealista de 1975 de Papasquiano donde nos decía que <<En esta hora más que anteriormente, el problema artístico no puede ser considerado como una lucha interna de tendencias/ sino sobre todo como una lucha tácita (casi declarada) entre quienes de manera consciente o no están con el sistema y pretenden conservarlo prolongarlo/ y quienes también de manera consciente o no quieren hacerlo estallar>>.
Es curioso esto de la poesía y los poetas, de allende y de aquende. Nuestro poeta, que se gana la vida honradamente vendiendo zapatos por pueblos y ciudades, o sea que se conocen bien la vida a la que le tiene echado un pulso al igual que a la poesía, en él poesía y vida es todo y nada, nos dice, nos y se pregunta: <<qué ha pasado, me pregunto, dónde perdí el rumbo y qué sendero equivocado tomé, no lo sé, pero me he propuesto caminar solo hacia delante, nada más que hacia el frente, y sigo sin mirar hacia atrás el camino…>> Texto que me recuerda al poeta estadounidense Robert Frost (San Francisco, California, 1874-Boston, Massachusetts, 1963) y su poema El camino no elegido. Y también me hace pensar en el final que dejó escrito Roberto Bolaño (Santiago de Chile, 1953-Barcelona, 2003) en su manifiesto infrarrealista Déjenlo todo, nuevamente (1976): “Déjenlo todo, nuevamente/ Láncense a los caminos”. De hecho pienso que Bolaño bien podía haber retratado a Vicente Muñoz Álvarez en su novela Los detectives salvajes (Anagrama, 1998), por este su realismo visceral que plasma en sus poemas: <<cuando te has desnudado/ y vaciado sobre el papel/ y ya ligero de equipaje/ te preguntas// mirando/ al horizonte// cuál será/ el siguiente puerto>>.
Para terminar y sabiendo que tanto Escuín como Barrueco conocen mejor su obra que yo y que lo cuentan muy bien en el prólogo y epílogo, justos y necesarios ambos, copio y hago mías las palabras de Barrueco: <<Vicente constituye un ejemplo de lucha poética y de resistencia personal, de entrega sin condiciones y sin rendiciones a la literatura y a las combustiones que esta nos depara. La presente antología nos vuelve a demostrar que estamos ante un poeta honesto y necesario, que huye de la falsedad, de las promesas de quienes se venden al circo editorial: alguien que, psicoanalizándose de continuo a sí mismo, nos enseña un espejo en el que también nos reflejamos muchos de nosotros. Pura vida, como él suele sostener>>. Y Escuín, tal vez más osado, nos anima a leer y gritar por esta y para esta poesía, por y para este poeta Vicente Muñoz Álvarez: <<El sector literario es un perro sarnoso que mira amenazante desde la distancia en medio de la noche. Invito a todos a reconocer su valor y a decirlo>>.
Las personas lectoras que se acerquen a leer este Hombre de mimbre encontrarán una poesía descarnada, confesional, con un lenguaje sincero, desnudo, que vela por el ayer, por el hoy y por el mañana con temor y temblor; abierta y sin punto final en complicidad con los lectores. Pues, él es testigo, dueño y señor de sus versos, por azar y necesidad. Pero también con ellos vigilante atento ante aquellos intereses mercantilistas que observan y se adueñan de todas las ventanas, en esta época de desasosiego e incertidumbre, de tinieblas, en la que vivimos, pero no sé cual es el camino a seguir; aunque sí sé que esta poesía de Vicente me ayuda a estar y ser, siendo lector de su poesía: <<elige bien/ el camino>> nos dice y también nos advierte de que <<hay mucho/ en juego>>.
YO PERRO
que puede ser fiel
que puede engañar
que puede entregarse
que puede atacar
que puede morder
que puede escapar
noble o salvaje
de presa o pastor
según me traten