Rosa Montero es Bruna Husky

Imagen de la portada de la revista Librújula 60, correspondiente a los meses mayo/junio 2025.

 

Foto: Asís G. AYERBE  Texto: Redacción

 

La publicación de Animales difíciles (Seix Barral) cierra la serie de cuatro novelas protagonizadas por la tecno humana Bruna Husky. Una replicante de combate surgida de los laboratorios de biotecnología del próximo siglo que lleva en su cabeza los recuerdos personales que, saltándose las normas, le insertó su memorista. Bruna Husky, con su tatuaje vertical inquietante, es mirada por la gente de su tiempo con el recelo con que miramos a menudo a los que tienen otra piel y otra manera de estar en el mundo.

Frente al robot maligno de la ciencia ficción de mediados del siglo XX, los peligrosos replicantes de Blade Runner (mucho más matizados en ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela de Philip K. Dick que dio lugar a la película) o ese Terminator pistolón en mano encarnado por la cabeza cuadrada de Arnold Schwarzenegger, la literatura de este siglo nos ofrece otras perspectivas. Como la del premio Nobel Kazuo Ishiguro en la deliciosa Klara y el sol, donde la robot es utilizada de manera egoísta y maltratada por los humanos caprichosos. Rosa Montero, nuestra loca de la casa predilecta, también nos muestra que la replicante Bruna Husky acaba siendo tan o más humana que los propios humanos. Nos muestra esa angustia del replicante que es humano y no lo es, que entronca con el primer gran replicante de la literatura: la criatura de Frankenstein imaginada por Mary Shelley. Alguien creado por el hombre, que enseguida es abandonado a su suerte y señalado como monstruo.

La serie nos traslada a un futuro que está cargado de presente. En ese siglo XXI, el presidente de los Estados Unidos de la Tierra es un retronacionalista y furibundo capitalista, las empresas tecnológicas buscan saltarse todos los frenos éticos y legales, y se ha privatizado hasta el aire limpio que se respira. Son novelas de aventuras pero en un mundo que, pese a sus avances tecnológicos, nos parece inhóspito. Y, sin embargo, no es un mundo raro ni extravagante, sino que se nos aparece como una inquietante proyección muy verosímil de lo que vivimos actualmente. Nos damos cuenta leyendo sus páginas de que el futuro de mañana lo estamos viviendo hoy. Y nos muestra que toda esa tecnología tan fascinante que tanto nos deslumbra no resuelve ninguno de los grandes problemas del ser humano: la identidad, la soledad, la empatía. ¿Quiénes somos? ¿Quiénes queremos ser?

Entre el equipo de la revista surgió la idea de convertir a Rosa en Bruna para la portada de Librújula número 60, correspondiente a los meses de mayo/junio, con su raya en la cara, su ropa de cuero y su bláster. Teníamos todo: una maquilladora de cine, una ayudante de producción entregada, una pistola hecha con retales de plásticos recogidos por la calle, unas luces de neón hechas con flashes y gelatinas, un fotógrafo dispuesto a todo y lo mejor, teníamos a Rosa, siempre aliada, siempre maravillosa. Volver a las portadas fotográficas es algo que nos encanta, y de esta manera, en este emblemático número 60, nos emociona mirar al futuro.