¿Quién dijo que los jóvenes no leen?

Reunimos a un grupo de lectores de entre 11 y 16 años para que hablen de sus libros predilectos.

Texto: Texto: Dafne Rocamora  Foto. Asís G. Ayerbe

 

Salgo de casa con una misión: descubrir cuál es el hábito lector de nuestros jóvenes. Fui hacia mi destino andando, disfrutando del sol de la tarde. Cuando llegué, me encontré en la puerta con nuestro fotógrafo, Asís Ayerbe, que llegaba con dos ayudantes —Martín y Diego (11 años ambos)—para cargar con un montón de bolsas de galletas y batidos de todos los colores. Una vez en casa, conocí a Claudia (16) y a Andrea (14),  y también a Alejandra (14), la tercera adolescente del grupo. Por último, llegó Mateo (12), y pudimos empezar nuestra tarea.

Nos sentamos cómodamente alrededor de los dulces de supermercado y dimos comienzo a la conversación. Creo que todos estábamos un poco nerviosos. Quizás para ellos yo era una chica plasta que les iba a hacer una especie de examen un domingo por la tarde, y ellos para mí eran un verdadero reto. ¿Cómo conseguiría que pasaran un rato ameno hablando de libros con una completa desconocida? Respiré y decidí empezar por lo más fácil: «Bueno, ¿y qué estáis leyendo ahora mismo?». Me miraron con cara de «no pienso ser el primero en hablar», así que me giré hacia los más pequeños con cara sonriente para darles pie. Martín y Diego se encogieron de hombros y tímidamente me dijeron que ya habían terminado su última lectura. Mateo, sin embargo, compartió conmigo que había empezado la saga de El señor de los Anillos porque unos amigos se la habían recomendado. Pero reconoció que, tras unas cuantas páginas, había decidido dejarlo para más adelante. Por su parte, las adolescentes del grupo me dijeron entusiasmadas tres títulos: Después de diciembre y Tres meses, de Joana Marcús, y Todos los lugares que mantuvimos en secreto, de Inma Rubiales. Sonreí, porque conocía todas las novelas que me habían mentado y era algo a lo que agarrarme para seguir hablando con ellas. Una vez roto el hielo con esta simple pregunta, todos nos sentimos más tranquilos y comenzamos una conversación amena y divertida que duró más o menos una hora.

Aunque no supieron decirme cuándo empezaron a leer, la mayoría tienen la sensación de que los libros siempre han estado presentes en sus vidas. Recuerdan con cariño a Tea Stilton, Isadora Moon o Polican, personajes infantiles que los engancharon a la lectura. Andrea, sin embargo, me confiesa que hasta el año pasado no solía leer. Durante una visita a la librería se encontró con la novela de romance juvenil Kate and Ethan, la cogió por impulso y, desde entonces, no ha podido parar de leer.

Todos tienen un género predilecto: romántica para las más mayores y aventuras para los más pequeños. De vez en cuando, un poco de misterio y fantasía. Combinan sus lecturas preferidas con las obligatorias para clase, aunque estas últimas no les suelen convencer demasiado. El último que Alejandra leyó para el instituto fue Y no quedó ninguno (titulado antes Los diez negritos), de Agatha Christie, y, aunque lo empezó con escepticismo, le acabó gustando. Andrea y Alejandra tienen dos autoras favoritas: Alice Kellen y Joana Marcús. Hasta hace poquito, las divertidas historias de Roald Dahl eran las mejores para Mateo, pero ahora conecta más con la escritura de Laura Gallego. Y, aunque hay diferencia de edad entre los tres hermanos, todos se divierten con los números de La terrible Adele que Martín tiene en su estantería.

A la hora de elegir qué van a leer, Diego, Martín y Mateo confían en su propio criterio. Agradecen los regalos de libros sorpresa, pero prefieren elegir ellos lo que les gusta. De forma tímida, Diego me dice que no suele compartir sus lecturas a no ser que alguien le pregunte sobre ellas, y sus dos amigos reconocen que les pasa lo mismo. Por otro lado, las chicas disfrutan del mundo de las redes sociales. BookTok es para ellas una fuente inagotable de recomendaciones que van anotando en una larga lista de pendientes. Las librerías están llenas de estímulos y posibilidades inabarcables, así que ir con un objetivo claro les resulta más fácil. Es genial la cadena que hacen entre las tres: Claudia y Andrea son hermanas que comparten lo que leen y, a su vez, Alejandra confía plenamente en la opinión de Andrea para saber si un libro le puede llegar a gustar.

De entre todas las preguntas que les hice y que ellos me respondieron amablemente y con paciencia, destaco una reflexión de Claudia, la mayor del grupo: «No sé si leer está de moda o si de verdad ha aumentado el gusto por leer entre los jóvenes. Lo que sí sé es que no importa en qué momento de tu vida te encuentres porque, ahora, siempre hay un libro para ti». Para ella, coexisten dos mundos: hay un aumento del consumo y del culto al libro como objeto en sí mismo, pero tus ganas de leer son cada vez mayores debido a la amplia oferta de títulos que hay. En sus palabras se nota su madurez. A sus 16 años, siente que está en un momento raro. Quiere seguir disfrutando de su lado más adolescente, pero le fascinan obras como Hamlet y La vida es sueño: «Para mí, ahora mismo, Joana Marcús y Shakespeare son igual de importantes».

Cuando terminé mi labor investigadora cerré el ordenador y disfruté de cómo Asís hacía unas fotos a los mejores modelos lectores. De vuelta a casa, mis auriculares inalámbricos se quedaron sin batería, así que pensé en qué conclusiones sacaba yo de la tarde. Como cualquier adulto, mis seis objetos de estudio son capaces de pasar mucho tiempo leyendo (siempre y cuando no tengan deberes de clase). Hay novelas que los mantienen en vilo durante horas, y a veces tienen ganas de llegar a casa para perderse otra vez entre sus páginas. Los más pequeños guardan sus lecturas para ellos mismos porque todavía no sienten la necesidad de compartirlas, pero Claudia, Alejandra y Andrea ya empiezan a crear una comunidad lectora en la que se sienten seguras y cómodas hablando de libros.

Mis resultados, por supuesto, no se corresponden con una verdad universal. La conversación fue informal y muy divertida, y mis seis interlocutores son una mínima parte de la inmensa cantidad de jóvenes que tenemos en España. Sin embargo, confirmaron mis sospechas: había disfrutado de esa hora porque, más jóvenes o menos, ¿quién no se lo pasa bien hablando de libros?

 

Los jóvenes sí que leen

Texto: Carlos Luria

Llegó el momento de contrastar estas opiniones con datos. Sorpresa: los jóvenes de hoy leen más que los jóvenes de hace treinta años. Sí, en Historia y Filosofía van peces, pero los adolescentes son la población más lectora en España. Avalancha de cifras: según el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros en España de 2023, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España y el Ministerio de Cultura, el porcentaje de población entre 14 y 24 años que leyó durante el año 2023 alcanzó el 68,3 %, casi tres puntos más que el porcentaje del 65,8 % para el tramo de 25 a 65 años. En la franja entre 6 y 9 años, el 86 % lee en su tiempo libre. En el tramo de edad de 10 a 14 años se alcanza un porcentaje de lectores del 85,7 %. Más cifras: entre los adolescentes de 15 y 18 años se ha registrado un incremento de lectores de 11,8 puntos en los últimos diez años.

Tiempo después, la Federación de Gremios de Editores de España actualizó el Barómetro de Lectura, y esa actualización volvió a demostrar que la mayor población lectora del país son los jóvenes entre 14 y 24 años (y que el lector tipo es una mujer joven con estudios superiores que vive en zonas urbanas y que el audiolibro no para de crecer entre las nuevas generaciones, pero eso ya lo sabíamos). En general, las cifras de lectura en España no dejan de aumentar, pero los que más leen en su tiempo libre por edad son, tachán, los jóvenes de 14 a 24 años, que han pasado del 70,7% en 2017 al 75,3% en 2024.

Vaya, pues igual sí que los jóvenes leen más que antes. Vaya, pues a lo mejor en índices de lectura juvenil estamos al mismo nivel que Inglaterra, Alemania o Francia. Vaya, pues es posible que la literatura infantil y juvenil esté sosteniendo ahora mismo a más de una editorial.