Nueve libros de poesía para esta primavera

La primavera ha llegado y con ella la lluvia y nuestras recomendaciones de poesía.

Texto:  Enrique VILLAGRASA

 

La mirada rasante (Bartleby) de Eva Molina Saavedra (Granada, 1969) es un primer poemario que cuenta con palabras en la carátula del poeta y crítico Juan Carlos Abril. Creo que es muy buen poemario pues nos ha sorprendido: “Reivindico el respeto a lo real,/ la escucha”. O sea, una poesía con pensamiento, donde es necesario el silencio, la memoria y la mirada y además, tutea al lenguaje: “Obedecedme, palabras./ Apuntalad mi lenguaje”. Poesía reivindicativa que regresa a la naturaleza: “Años luz de vuestra gran mentira,/ pisar la hierba para sentir la savia”. Con apuesta existencial profética: “Delicadas briznas ensalzarán/ a quienes se enfrenten a lo cotidiano/ para buscar en su raíz la dicha”.

 

Sol (RIL) de Dafne Benjumea (Marchena, 1993) es un poemario tremendamente original: inteligente: conmovedor y emocionante, lúcido, lúdico, que cuenta con una asombrosa lectura, bisturí en mano, de Francisco León, autor del excepcional epílogo que concluye con estas palabras: “He aquí su sino y su salvación”. Hay un no sé qué que te deja balbuciendo en la lectura de este poemario. Además me ha llevado a recordar aquel de Enrique Badosa La lírica medieval catalana (Comares, 2006) y es que también uno se pregunta en este fascinante libro como la poeta, que ella sí tiene la palabra y bien sabe que la unidad poética es el poemario, no el verso ni el poema: “Oh, dime/ dime// que tu trovar es puro”.

 

La caligrafía del bosque (Los libros del gato negro) de Mar Blanco Larrosa (Zuera, Zaragoza) es un poemario con solapa de la también poeta Ana Martínez Mongay: “Los poemas se encadenan como la corriente de un río”. Esta escritura de Mar es una poesía donde lo pensado es lo sentido: “En la sombra del ser/ caben los enigmas”, que nos lleva a imbricarnos con la naturaleza recobrada, esa de los márgenes y los ribazos, donde anida su poesía: “la escritura de la tierra”. Un libro que sin lugar a dudas atraerá a las personas lectoras, por esos versos humildes, sencillos, conmovedores, emotivos: “Esta rama de espigo/ mece el gesto sin fin,/ un simple trazo en el paisaje,/ una llaga en la tierra./ Aquello que deja de ser”.

 

El triunfo de lo caduco. Antología poética (Ayuntamiento de Baza) de Concha García (La Rambla, Córdoba, 1956) es Premio Internacional de Poesía Dama de Baza. No es una antología al uso pues más bien es otro poemario con selección de los poemas de tres libros escritos entre 2008 y 2016, donde “he alterado la estructura ya que los poemas, una vez publicados, pierden el sentido del orden cronológico. El tema, recurrente en esta trilogía, es el paso del tiempo y del espacio; García dixit. Es un libro donde se vive día a día, sin azar ni necesidad, y sin temor ni temblor: ve, pergeña, dónde está la felicidad con versos cual carámbanos: “había sacado del cesto cien gramos/ de todo el porvenir que le quedaba”.

 

Venero (RIL) de la artista visual, agente cultural y poeta Nares Montero (Madrid, 1982) con palabras en la carátula de la poeta Lola Nieto: en este poemario se “Invoca a las mujeres que son compañía para cuidar juntas de la ira, el duelo, la siembra nueva que llegará”. Es un tremendo canto a la vida sin ocultar nada, sabiendo y conociendo que “mis miserias son como las de los demás: desagradables”. Pero también sabiendo y conociendo que la esperanza es lo siguiente: el amor y no otra cosa, dado que casi todas las personas hemos sido alguna vez juguetes rotos y necesitábamos ese hierro candente donde agarramos, que es justo y necesario: “el amor con que mis ojos aún te miran”.

 

Cosmogonía del caos (Aliar 2015) de Carmen Hernández Montalbán (Granada, 1967) lleva un estupendo, práctico y florido delantal del poeta y profesor Santiago A. López Navia quien nos dice que en el poemario hay “Sensibilidad y acierto formal, en fin, combinados con el compromiso indeclinable de una voz poética que también convoca e interpela al lector”. Así es la poesía de Carmen: inquisitiva y despertadora de personas, estoy de acuerdo: “Desconecta si tienes agallas y piensa”. Como también lo demuestra en los poemas en prosa que aparecen en la reciente antología Oníricas (Aliar 2015), donde comparte escenario con otras cinco poetas: Josefina Martos, Dori Hernández, Marina Tapia, Alicia Expósito y Pura Fernández.

 

Maldita épica salvaje (Los Libros del Mississippi) de la poeta rebelde Jimena Alba (Bilbao, 1986) es la celebración de la vida con y a pesar de sus aciertos y contradicciones o por eso mismo, con un lenguaje travieso donde los haya, directo y sin compromisos preconcebidos: “No dejes de ser otro, simula tantas veces como puedas/ que no eres tú, que no puedes ser tú, que nadie puede ser yo”. Creo que es un poemario irreverente, pero justo y necesario, chocante, alegre, contra todo y todos. Certero, no sé si por azar o por necesidad, divertido; y tal vez tengan razón los que aseguran que en lo lúdico está lo lúcido: Breve historia de la masturbación, me parece de lo más jocoso: “Haz realidad tus fantasías para crear más”.

 

Las tierras de Silo (Anáfora) de Paloma Fernández Gomá (Madrid-Algeciras, 1953) este poemario es digno de toda la consideración y cuidado de las personas lectoras por su contenido tan y tan sensible con el fin de crear un espacio común: objetivo de la poesía la otredad y sabiendo y manteniéndose a la escucha. Y es que: “Los arpegios del silencio se abren/ para cobijar la noche”. Pues es ahí en ese bosque de la noche donde ella descansa y amanece, como esta poesía tan sugerente y conmovedora, a la vez que emocionante o por eso mismo, ya que: “Los ángeles ungieron el amanecer”. Aquí anidan las diversas culturas del Mediterráneo, sin ninguna duda, con poderío de imágenes: “en un viaje sin destino”.

 

Narraciones de Ella (Huerga y Fierro) de Martha Rivera-Garrido (Santo Domingo, República Dominicana, 1961) es un poemario que quería leer y siempre se quedaba escondido entre otros libros; pues sabía, tenía conciencia de ello, de que este libro es un libro de una poeta sobre otras poetas, que la poseen en y con su lectura, en y con su vida: imbricación total de su vida y obra de todas con ella y ella con cada una. Además cuenta con una pequeña antología personal de Ellas. Certera, inteligente, justa y necesaria, de lectura querida, ansiada, anhelada: es una especie de catarsis, de ecología emocional, llevada a cabo por la poeta Rivera, sabiendo que nunca se sale de uno mismo por más que se salga de casa: todo son “coincidencias atemporales”. Y Ellas son: Aída Cartagena Portalatín, Alejandra Pizarnik, Alfonsina Storni, Altagracia Saviñón, Anne Sexton, Delmira Agustini, Dulce María Loynaz, Gioconda Belli, Idea Vilariño, Juana Inés de la Cruz, Juana de Ibarbourou, Julia de Burgos, Gabriela Mistral, Olga Orozco, Salomé Ureña y Sylvia Plath. ¡Ahí es nada!