«Los nuevos», de Pedro Mairal
La editorial Destino publica la reciente novela «Los nuevos» de Pedro Mairal, uno de los escritores latinoamericanos más en forma del panorama actual.
Texto: David Pérez Vega
Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) es uno de mis escritores latinoamericanos actuales favoritos. He leído de él todo lo que se ha publicado en España, desde que me acerqué a su primera novela, Una noche con Sabrina Love (1998), que leí sobre 2002 en la edición de Contraseñas de Anagrama. Seguí, más tarde, su pista por Salto de Página y El Aleph, las editoriales que le publicaron después de Anagrama en España, donde su obra estuvo algo dispersa hasta que Libros del Asteroide publicó en 2016 La uruguaya y empezó a ser más conocido, lo que hizo que esta editorial rescatase toda su obra anterior. Después de este éxito, en 2019 apareció otro libro en España, en este caso de relatos y en la editorial Destino: Breves amores eternos, formado por dos colecciones Breves amores eternos, que da el título al libro, (2019) y Hoy temprano (2001), que unía su nuevo libro de relatos, con uno de 2001, inédito en España. Ahora, Pedro Mairal vuelve a repetir en Destino y acaba de publicar en este sello editorial su reciente novela: Los nuevos.
Los nuevos está formada por cuatro partes. La primera se titula Bandera de los veranos, y en ella nos acercamos a la primera persona de Thiago, un joven de diecinueve años que, en las primeras páginas de su relato, sabremos que se encuentra recluido en una institución psiquiátrica, de la que está planeando escapar. Mientras conversa con una psicóloga, recordará su historia. La psicóloga le insiste para que escriba sus recuerdos del verano, cuyos sucesos le han conducido a la institución psiquiátrica, para lo que le regala un cuaderno. «Otra razón por la que no escribiría nada es porque tendría que hablar mierda de todo el mundo.», leemos en la página 26. Es un recurso interesante este: Thiago no está escribiendo en su cuaderno, pero piensa –y el lector acabará leyendo este texto sobre sus pensamientos– en lo que escribiría en el cuaderno si escribiera. La madre de Thiago se ha muerte de cáncer no hace mucho tiempo y él vive con su padre, la nueva pareja de su padre (el padre y la madre estaban separados desde hacía años) y Vini, el hijo de los dos, de cinco años. Durante el verano la familia se traslada a La Lobería, un conjunto de cabañas cerca del mar, en el que gente de clase media alta de Buenos Aires pasa por hippies, Thiago llama a La Lobería «toldería chill out». Allí se va a encontrar con Pilar, una amiga de su edad, con la que mantiene una relación intermitente o no del todo definida como pareja, ya que Thiago tiene pluma y se siente atraído por los hombres. De su discurso no acaba de quedar claro si es bisexual, o un homosexual aún no reconocido ante sí mismo. Me gusta la descripción que hace Thiago del negocio de Aguirre, un hombre que alquila caballos para pasear, y al que Thiago ha ayudado durante los últimos veranos. Son muy bellas las descripciones que hace de lo que le gustan los caballos. Esa idea de Thiago en una institución psiquiátrica, despotricando de la falsedad del mundo de los adultos, me ha recordado al tono reflexivo y desesperado de El guardián entre el centeno de J. D. Salinger.
Al principio, había supuesto que Mairal iba a hablar desde su experiencia personal y que sus personajes de diecinueve años, estos «nuevos» a los que alude el título, lo iban a ser en 1989, cuando el propio Mairal tenía esa edad, pero no es lo que ocurre en la novela. El tiempo narrativo de Los nuevos está apegado al de la escritura de la novela; así, por ejemplo, la final del mundial de futbol de Qatar, en la que Argentina ganó a Francia, y que tuvo lugar en diciembre de 2022, va a ser un hecho importante en la historia y que marca de forma clara el espacio temporal. Al evocarse aquí la primera persona de jóvenes de diecinueve años, Mairal usa para ellos un vocabulario cercano a la oralidad bonaerense de ahora, pero esto ocurre, claro, de forma muy controlada y, en general, el lenguaje es evocador y poético sin ser recargado. Un rasgo de estilo es que las palabras en inglés, así como los títulos de libros o canciones están en el texto sin cursivas.
En la segunda parte, titulada My name is Bruno, conoceremos a Bruno, que es el mejor amigo de Thiago y ha sido su compañero de clase en el colegio. Mientras Thiago pasaba el verano en La Lobería, Bruno está en Wisconsin, donde le han mandado sus padres para que estudie Economía, aunque él no siente mucha simpatía por estos estudios y lo que, en realidad, le gusta es la música. Thiago, Bruno y Pilar han tocado juntos en el colegio y la música es una de sus pasiones. Desde el verano del hemisferio sur nos trasladamos al frío del hemisferio norte. En la primera parte ya habíamos oído hablar de Bruno, porque se cambia mensajes con Thiago y este nos ha hablado de él. El frío será uno de lo símbolos de la soledad de Bruno en Estados Unidos. Además, le conoceremos durante las vacaciones de invierno, cuando casi todos los estudiantes se van a sus casas y él ha decidido no volver a Buenos Aires y permanecer en un campus cada vez más vacío. Esta segunda parte está narrada en tercera persona, pero al igual que ocurría en la primera, el lector irá recibiendo información adelantada de los sucesos que se van a narrar. Esta segunda parte va a acabar siendo mi favorita del libro, aunque, en apariencia, nos cuente una historia de sobra conocida: chico conoce chica más desamor posterior.
My name is Bruno es, en sí misma, una magnífica novela corta, que se podía haber publicado de manera independiente al volumen. La soledad juvenil, sus sueños y sus anhelos están narradas de un modo magistral, con una escritura repleta de escenas bellísimas. Me ha llamado la atención la precisión en los detalles a la hora, por ejemplo, de describir cómo funciona el campus universitario, como si Mairal (así puede ser) lo conociera de primera mano. Me ha encantado la descripción sobre cómo surge el amor o la amistad de Bruno con otros latinos. Esta segunda parte se insertaba muy bien en la poética de la narrativa breve estadounidense, y me ha recordado Mairal aquí a la forma de contar de escritores como Tobias Wolff o Richard Ford.
La protagonista de Las mudanzas –la tercera parte– va a ser Pil, pero la forma de hablarnos sobre ella es bastante ingeniosa: el narrador (en principio) es Thiago que nos hablará sobre Pil, y decidirá usar la primera persona de ella. Quizás más adelante tengamos alguna sorpresa sobre este tema ¿Thiago habla como si fuera Pil o es la propia Pil la que finge ser Thiago para hablar de sí misma? Si bien, Thiago podía estar aquejado de algún desequilibrio mental y Bruno tiene conflictos con su madre, por su futuro profesional y su peso, Pilar, huérfana de padre desde muy niña, es posiblemente la que más conflictos tenga con su madre, que se fue a Barcelona con una nueva pareja y la dejó a cargo de su abuela. Quizás la historia de Pilar sea la más desesperada de las tres, porque su madre acabará arrinconándola con la intención de obligarla a que se mude a Barcelona con ella. La abuela, ludópata y vividora, es un gran personaje.
Los nuevos es una gran novela de personajes principales –Thiago, Bruno y Pilar–, pero me gustaría destacar también el gran elenco de personajes secundarios bien perfilados que atraviesan el texto. Mairal, como ya ha demostrado en sus otras obras, tiene un gran instinto narrativo para describir escenas significativas plagadas de detalles atractivos que siempre resultan verosímiles. Diría que, en gran medida, Mairal ha vuelto a sus orígenes narrativos, a aquellos en los que describía también el paso de la adolescencia a la edad adulta en Una noche con Sabrina Love (1998), con todos sus sueños, esperanzas y sin sabores.
Los nuevos me ha parecido una grandísima novela sobre el paso de la adolescencia a la edad adulta, que confirma a Mairal como uno de los autores latinoamericanos más en forma del panorama actual. Es posible que nos encontremos ante su mejor novela hasta el momento.




