Los novios de Federico
Cántico publica el ensayo «Los novios de Federico. Gozos y quebrantos sentimentales de Federico García Lorca» del periodista e historiador Pablo–Ignacio de Dalmases.
Texto: Enrique VILLAGRASA
Los novios de Federico. Gozos y quebrantos sentimentales de Federico García Lorca (Cántico) del periodista e historiador Pablo–Ignacio de Dalmases (Barcelona, 1945) es el último ensayo escrito y publicado hasta la fecha, desde una óptica gay, que presenta minuciosamente la sexualidad del poeta y de los condicionamientos de la época que le tocó vivir, a la vez que indaga y presenta la evolución política y sentimental de sus principales amantes tras su muerte: fusilado por los sublevados franquistas. Un volumen de 320 páginas de fácil y entretenida lectura, por todo aquello que descubre y puntualiza: desde Salvador Dalí a Juan Ramírez de Lucas, pasando por Emilio Aladrén, Carlos Morla y Rafael Rodríguez Rapún, entre otros y otras como María Luisa Natera, Emilia Llanos Medina, Margarita Manso y Margarita Xirgu, por ejemplo.
Es interesante este libro por el planteamiento que hace, pues como explica su autor: “Se trata de la evolución ideológica, política y sentimental que tras la muerte del poeta y dramaturgo, siguieron sus principales relaciones. Nos llamó poderosamente la atención constatar que en casi todos los casos se percibe un camino lleno de contradicciones y de paradojas que, sin duda, hubieran sorprendido, acaso defraudado al poeta… si él mismo de haber sobrevivido, no hubiera evolucionado en sus propias convicciones y actitudes. Hipótesis que, a la vista de lo ocurrido con tantas personas como consecuencia de la terrible guerra civil, de 1936-1939, no habría por qué destacar a priori”. De Dalmases dixit.
El autor en su recorrido existencial sobre los condicionamientos en la vida y obra de García Lorca destaca lo que le costó, si lo logró, el desprenderse de esos orígenes rurales, a pesar de la pudiente economía familiar de su casa y de sus estatus social en aquella Granada. Nos descubre la capacidad de Lorca para dejar plantados a todos, aunque le organizaran homenajes, y escaparse en viajes repentinos, como la visita a Tarragona acompañando a Dali, por ejemplo. También es muy curioso el capítulo dedicado a las mujeres cubanas: en el que aparece hasta José Lezama Lima. Sobre el porqué del asesinato de Federico García Lorca, el autor se acoge a las palabras del poeta Luis Rosales quien lo expresó así de tajante, claro y conciso: “A Federico lo mató la envidia. España es un país donde los frutos de la fama están envenenados. El renombre no trae dinero, ni consideración, ni ventajas de ninguna clase, únicamente una sórdida envidia. Y en ninguna parte se envidiaba más a Federico”.
No hay que perderse tampoco lo que explica el excelente director teatral Lluís Pascual en la cita que recoge acertadamente Pablo-Ignacio de Dalmases sobre la sinrazón de la muerte de Federico. Y sobre la sexualidad de García Lorca se puede citar lo que dice el autor del ensayo: “(…) los testimonios disponibles hablan de un Federico con acuciantes manifestaciones de un deseo sexual casi siempre permanentemente insatisfecho”. Y para satisfacerse frecuentó el sexo venal lógicamente: “al que se entregó sin escrúpulos ni sociales, ni de conciencia, dando pábulo, sobre todo cuando daba rienda suelta a esta incontenible pulsión en Granada, a toda suerte de malévolas habladurías. Según recuerda Villena que le comentó Aleixandre <<Federico frecuentó, no escasamente, los encuentros sexuales mercenarios>>”.
Tras leer el libro a uno le queda la sensación de que este admirado poeta no tuvo la suerte de conocer ni de gozar del amor profundo y correspondido que persiguió, aunque fue una figura tremendamente seductora por su sonrisa y palabra, no así por su físico. Lo que me lleva a recordar que san Antonio de Padua tampoco fue un adonis y tiene a todas las jóvenes del mundo católico enamoradas. Pero como ocurre casi siempre uno se enamora de la persona equivocada y como bien dice en esta confesión Lluis Pasqual: “excepto algún luminoso encuentro, siempre he tenido la sensación de que Federico, como un personaje de Chéjov, se enamoraba de la persona equivocada. He compartido esa sensación alguna vez”. Y el autor de este tremendo ensayo termina añadiendo “¿Y quién no?”.
Creo firmemente que es justo y necesario leer este libro sobre Los novios de Federico ya que nos descubre la vida amorosa, con sus aciertos y desaciertos las más de las veces, de uno de los poetas universales más grandes del siglo XX. Y del que se seguirá hablando y escribiendo. No lo duden. Cabe apuntar que el volumen cuenta con cuatro páginas de obras citadas, que no es poca documentación diríase, sobre ese Federico de Granada que llega a Madrid y de allí al mundo, con ese aire adolescente: “era moreno, cetrino, campechano, casi campesino algunas veces. De estatura mediana, con aires de gitano intelectual. Con el pecho abombado y las piernas inseguras.. Casi siempre estrepitosamente alegre, alguna vez taciturno, siempre con ganas de bromas, que unas veces caían bien y otras no tanto. No demasiado culto, pero de una intuición que dejaba asombrado. El pelo, algo revuelto y unos ojos profundos”.