Lee Miller: una mujer, varias vidas

La película inspirada en su vida protagonizada por Kate Winslet y la publicación de “Las vidas de Lee Miller” (Blume), con texto de su hijo Antony Penrose y fotos de la propia Miller, devuelven al primer plano a una de las grandes reporteras graficas del siglo XX.

Texto: Susana Picos  Fotos: Cedidas por la editorial Blume

 

Hay historias en los libros y en las películas en las que el desván es el lugar misterioso y de descubrimiento. Para Antony Penrose fue exactamente así en la vida real. En el altillo de la casa familiar Farleys House, en Sussex, Inglaterra, Penrose descubrió las otras vidas de su madre, Lee Miller, de la que recordaba su distancia, sus problemas con el alcohol y sus depresiones, y a la que empezó realmente a conocer cuando ya había fallecido, al encontrar y abrir el montón de cajas apiladas y olvidadas en el desván.

Antony Penrose relata este hecho en su libro Las vidas de Lee Miller (Blume), una biografía dedicada a la figura de su madre. Una mujer que de posar como modelo y salir en la portada de la revista Vogue, pasó a estar detrás de la cámara fotográfica, convirtiéndose en una de las pocas reporteras de la segunda guerra mundial que dio testimonio con sus imágenes de la cotidianidad de la guerra y del horror nazi.

Penrose va desgranando en el libro la vida de su madre de forma cronológica, desde los primeros años de su niñez hasta sus días finales, en 1977, y lo hace también con las más de 100 fotografías que acompañan el texto. Bella, inteligente e inconformista, Lee Miller nació en el seno de una familia burguesa neoyorquina en 1907 y, aunque parecía que tenía todo para ser feliz, su infancia se truncó cuando fue violada a los siete años. En su juventud pasó a ser una cotizada modelo, pero pronto se desencantó y quedó fascinada por la fotografía. Vivió los años 1920 en París y conoció a uno de los hombres que fueron importantes en su vida, el artista visual Man Ray, del que se convirtió en alumna y amante, y con el que aprendió el dominio de la imagen. Fue él quien la introdujo en el círculo de artistas del movimiento surrealista, donde conoció a figuras como Picasso.

Sus ansias de libertad e independencia la llevaron a tomar la cámara y salir al mundo. Uno de los lugares en los que recaló fue Egipto, incluso se casó allí, pero no estuvo mucho tiempo y siguió su camino. Fue ya durante la Segunda Guerra Mundial donde encontró su objetivo: dar a conocer al mundo lo que estaba ocurriendo en Europa. Pero Lee Miller vivió en un mundo de hombres donde a las mujeres no se las dejaba ir al frente, tuvo que luchar contra el machismo de la época para ir a primera línea con cámara en mano como su única arma de batalla. Pero, ¡qué arma! Miller retrató a los refugiados, las enfermeras, el avance de Saint Malo, los campos de concentración, con trenes atestados de cadáveres y personas hambrientas y aterrorizadas, y, con el fin de la guerra en ciernes, realizó una de las fotos más icónicas de su vida: ella, desnuda en la bañera de la casa de Hitler, con un retrato del führer colgado en la pared, y unas botas llenas de barro ensuciando su alfombra. Todo un símbolo.

 

Tras la Segunda Guerra Mundial, regresó devastada. Se casó con el poeta e historiador inglés Roland Algernon Penrose, con quien tuvo un hijo, pero las secuelas de lo vivido no la abandonaron y cayó en el pozo del estrés postraumático. Su cámara y sus fotos quedaron arrinconadas y pasó al olvido, pero ella lo prefirió así. Su hijo cuenta en el epílogo del libro, que Lee Miller tuvo muchas vidas pero nadie logró nunca conocerla en su totalidad: “Lee solo desveló a cada uno de nosotros una pequeña parte de sí misma”.

Lee, la película protagonizada por Kate Winslet, inspirada en su vida y basada en esta biografía, rescata la figura y la labor de Lee Miller, tan necesaria en estos momentos cuando en Europa se oyen términos como “rearme”, Ucrania lleva sumida en una guerra más de tres años, en Oriente Medio se suceden las matanzas y el mundo en general está patas arriba.