Las Conversaciones Literarias de Formentor luchan contra la cascada de Asimov en Aranjuez

Hélène Cixous, ganadora del premio Formentor de las letras fue la voz que inauguró las sesiones de las conversaciones anuales que reúnen a escritores, editores y gentes del libro para practicar el viejo rito del diálogo, tan poco de moda (y así nos va).

Texto: Antonio Iturbe  Fotografía: Sonia Troncoso

 

Por su naturaleza isleña, entre el afán emprendedor del inicio de curso y cierta melancolía poética, la Fundación Formentor convoca desde hace años entre el final del verano y el inicio del otoño a escritores, editores, periodistas culturales y afines al mundo de la palabra a encontrarse en las Conversaciones Literarias de Formentor para hacer algo asombroso: dialogar. Ayer se clausuraron las sesiones de este año, celebradas del 2 al 5 de octubre de 2025 en el Hotel Occidental Aranjuez.

El preámbulo a los diálogos ha sido, un año más, la entrega del riguroso Premio Formentor de las Letras, que esta edición ha sido para la escritora, filósofa y dramaturga francesa Hélène Cixous. La escritora, en rueda de prensa celebrada en Madrid, alertó sobre el estado del mundo contemporáneo y lamentó que la barbarie moderna haya escalado hasta dimensiones inconcebibles en el pasado. Sobre el conflicto en Gaza fue contundente: “Israel se autodestruye al destruir Gaza y destruye gran parte de Occidente”.

Antes del inicio de las clásicas conversaciones literarias se celebró un amplio coloquio de editores europeos con representantes de Finlandia, Suecia, Italia, Portugal, Francia, Alemania, Inglaterra, España y Suiza. Muchos de ellos se reconocían como “editores literarios”  y el tono general estuvo entre la resistencia y el moderado optimismo.

Mientras que las cifras del negocio editorial están estancadas o en ligero retroceso en muchos países europeos, España y Portugal lideran un asombroso crecimiento. Aunque ahí el editor de Arpa, Joaquín Palau, templó la tentación de la euforia patria al señalar que el mercado español es la tercera parte del francés, con lo que, a pesar de su crecimiento, todavía está muy lejos de sus vecinos del norte. Las editoras francesas presentes señalaron que en Francia había crecido el libro infantil y el  considerado “young adult” pero había una pérdida general de capacidad de lectura. También era el caso de Alemania, donde Piero Salabè, de Editorial Carl Hanser Verlag, señaló que en algunas franjas de edad se habían perdido lectores, pero que continuaba habiendo un grupo de lectores fuertes y la facturación global había aumentado. Algunos no eran entusiastas defensores del audiolibro, pero otros sí, como el simpático editor finlandés Aleksi Siltala, que explicó que tiene un primo campesino que no leía nada y ahora es feliz escuchando un par de libros a la semana mientras conduce su tractor.

Aurore Touya, de la prestigiosa editorial Gallimard, contó que cuando entró hace veinte años le dijeron que llegaba a un sector que ya no tenía sentido porque nadie leía libros… “y aquí estamos, así que permítanme que no haga ningún caso a todos los agoreros pesimistas sobre el fin del libro”.

La Inteligencia artificial sobrevoló el debate. El experto en derechos de autor, Javier Gutiérrez, afirmó que “el capitalismo informacional de las grandes corporaciones tecnológicas lo que pretende  es que los derechos de autor sean bienes libres, como el aire, que es de todos y es gratis… ¡por ahora!”.  Insistió en que “lo que hacen los robots no son creaciones originales para merecer tener protección intelectual”.  Advirtió del riesgo de vernos arrastrados por la “cascada de Asimov”, término inventado por los creadores de la serie de televisión Rick and Morty, que describe la degradación de la información causado por inteligencias artificiales entrenadas en contenidos generados previamente por otras IA: la clonación de la clonación de la clonación.

El director de la Fundación Formentor, Basilio Baltasar, no se quería resignar a la dependencia hipnótica del dispositivo, la pantalla y el algoritmo. Afirmó al clausurar el coloquio que iban a vehicular una petición formal al gobierno español para que se destinase la misma cantidad de dinero que se ha aprobado para el desarrollo de la IA al desarrollo de las editoriales que están trabajando por la lectura.

A continuación se desplegaron las mesas de conversación y reflexión literaria de inspiración musical. Bajo títulos como Tenores, Sopranos, Barítonos, Mezzosopranos o Castrati, cada encuentro reunía cuatro voces dispares, cada autor eligiendo una obra literaria —o musical— como detonante de reflexión. En la mesa Tenores, Jesús Ruiz Mantilla evocó el Viaje Musical de Charles Burney, Begoña Lolo propuso el Don Quijote de Cervantes, José María Sánchez-Verdú apostó por Pascal Quignard y Benjamín G. Rosado sobre Wagnerismo de Alex Ross. Autores como Sergi Doria, Mauricio Wiesenthal, Mia Couto, Andrés Ibáñez o Estrella de Diego tampoco quisieron perdérselo. Esta sí fue una cascada creativa.

Esta edición, dado el leit motive musical, recaló frente a la puerta del hotel donde se estaban realizando las conversaciones  “La Carroza del Real”, una estructura lírica itinerante del Teatro Real que brindó una experiencia operística en la Plaza de la UNESCO de Aranjuez al aire libre con una briosa selección de fragmentos míticos de la historia de la ópera.

El origen de Formentor como punto de encuentro cultural se remonta a los años sesenta, cuando editores y escritores se reunían en Mallorca para discutir literatura en un escenario inspirador de tardes de debates intensos que se alargaban por la noche. El Premio Formentor fue originalmente instituido entre 1961 y 1967, para luego quedar en suspenso y ser recuperado en 2011. Las Conversaciones literarias nacieron al hilo del premio, como coro de acompañamiento de palabras, debates e iluminaciones.

Desde su reactivación, las Conversaciones se han extendido más allá de Mallorca, adoptando sedes itinerantes en distintos establecimientos de la cadena hotelera Barceló, que patrocina la Fundación Formentor.