La astronauta Sara García Alonso cuenta las órbitas de su vida

Esta bióloga molecular ha sido la primera mujer española en formar parte de la Agencia Espacial Europea, sueño que se hizo realidad en noviembre de 2022. Ahora, Sara García Alonso presenta «Órbitas» (Sine Qua Non), un libro que recoge las experiencias que la llevaron a convertirse en la primera astronauta de España.

Texto: Dafne Rocamora  Foto: Archivo

 

A Sara García Alonso siempre le ha gustado escribir, aunque nunca se había decidido a dar esa forma a sus ideas. Sin embargo, es tal la intensidad de lo que ha vivido estos últimos años que necesitaba plasmar en el papel todas sus reflexiones. Actualmente está centrada en la divulgación científica y en su proyecto de investigación oncológica en el CNIO. Escribir «Órbitas» ha despertado su faceta más creativa y confiesa que ya tiene ideas para una novela.

 

El concepto de órbita es científico. ¿Cómo llegaste a vincular su significado con las distintas etapas de tu vida y con el título del libro?

La verdad, me ayudó un amigo cercano. No tenía el término todavía claro en mi cabeza, a pesar de que sí lo había utilizado de manera inconsciente a lo largo del libro. Mi idea era expresar que los caminos son imperfectos, y que hay muchos que transitar para conseguir tu objetivo. ¿Pero qué objetivo?, ¿acaso hay un objetivo? Lo que es importante para nosotros con diez años cambia conforme crecemos. Nuestras prioridades, nuestros intereses, nuestra propia mentalidad va creciendo, va tomando forma. Entonces, ¿cuál es el objetivo y por qué tiene que haber un solo camino? Digamos que en torno a todo eso giraba mi pensamiento y me di cuenta de que mi realidad son distintos trayectos que, en realidad, giran alrededor de un motor común. En una órbita circular no existe un final, no hay un objetivo que perseguir, simplemente das vueltas y vueltas y a lo mejor cambias de órbita.

 

En el libro confiesas que ser astronauta no había formado parte de tus sueños infantiles. Hasta hace dos años no te habías planteado que ese trabajo podía ser una opción. ¿Cómo te sentiste al encontrar la oferta de trabajo y cómo afrontaste el largo proceso de selección de la Agencia Espacial Europea (ESA)?

La decisión de presentarme al proceso, como casi todas las que tomo en la vida, fue meditada. Reconozco que cuando voy a por ello, voy hasta el final. Yo no soy de lanzar las palabras al viento y luego no ser consecuente con lo que he dicho. Cuando leí la noticia a través de WhatsApp me la tomé un poco a cachondeo. Astronauta ahora, a mi edad, que llevo dedicándome a la ciencia ya tanto tiempo… Pero me llamó la atención porque de entrada no sabía que a través de una página de recursos humanos te pudieras convertir en astronauta echando un currículum. A lo mejor a la gente le parece lo más normal del mundo, pero a mí me chocó mucho. Y cuando descubro que yo cumplo los requisitos… Ahí es donde dije, «¡vaya!», a lo mejor este era el trabajo de mis sueños y no el de ser patinadora. Por eso lo intenté, con todas mis ganas, como todos los desafíos que me he puesto.

 

Eres la primera astronauta de la ESA ¿sientes cierta responsabilidad por dar a conocer tu historia y fomentar el papel de la mujer en la ciencia y, en tu caso, en el espacio?

Sí y no. Es decir, nadie me lo ha exigido, pero cuando me nombraron y vi la repercusión que estaba teniendo, y tuve esos primeros contactos con estudiantes que de repente se sentían capaces de llegar lejos al ver la historia de Pablo Álvarez o la mía… me pareció algo tan grande que tenía que aprovecharlo. Me han dado un altavoz no para poner de manifiesto mi historia, que es una más, sino para comunicar a la sociedad lo que hacemos en los laboratorios y por qué es interesante la exploración espacial. Creo que sería irresponsable por mi parte no aprovechar todas las posibilidades tan privilegiadas de esta película que estoy viviendo.

 

La curiosidad te mueve desde que eres pequeña y ella te ha llevado hasta este camino. ¿Crees que es una cualidad que tienen todos los profesionales que dedican su vida al espacio?

Tenemos muchas cosas en común los diecisiete que fuimos seleccionados en la promoción de 2022. Variamos en edades y los perfiles profesionales son completamente distintos: hay un neurocientífico, una astrofísica, yo soy biotecnóloga, hay médicos, muchísimos pilotos, y hay ingenieros como Pablo Álvarez. Además, venimos de países y de contextos familiares y culturales completamente diferentes. Pero hay un rasgo común y es que todos somos apasionados de la vida. No quiero pecar de soberbia, pero somos personas cuya carrera profesional nos ha llevado a un puesto interesante en nuestros respectivos ámbitos. Sin embargo, no alardeamos de ello, ni siquiera entre nosotros. No hay vanidad, solo gente humilde que piensa en el equipo y en el objetivo global por encima de sus intereses. Lo más importante es contribuir a la sociedad y poner nuestro granito de arena para mejorar el mundo, y creo que ese propósito lo compartimos los diecisiete.

 

Durante mucho tiempo, lo relacionado con el espacio en las artes se ha vinculado al género de la ciencia ficción, que se consideraba un tanto marginal y de cultura nicho. No obstante, ahora, hay películas, libros y series que se ambientan en el espacio pero que dejan de lado ese toque inverosímil de la ciencia ficción. ¿Crees que el espacio ha salido del nicho?

Creo que hay, sobre todo, un interés renovado por el espacio. Todas las generaciones que crecieron con las misiones Apolo y con el hombre llegado a la luna ya tenían ese amor por el universo que se ligó de alguna forma al gusto por la ciencia ficción. Esta cultura que creció con alienígenas, marcianos y con Expediente X está experimentando un resurgir, aunque centrado en el espacio más verosímil. Hay interés por cómo es la exploración espacial, cómo es la vida de los astronautas y hasta dónde podríamos llegar… Todo desde un punto de vista realista, incluso con asesoramiento científico, como vemos en películas como Interestelar o Gravity, para tener ese punto de verosimilitud dentro de la narración.