José Alcamí: Virus y poemas

El experto en sida y poeta José Alcamí publica «Coronavirus. ¿La última pandemia?»

Texto y Foto: Asís G. AYERBE  17/12/2020

 

Cuando era pequeño y las noticias del sida acaparaban titulares en los medios de comunicación,algunas veces nos sentábamos muy atentos en el sofá de casa porque salía en el Telediario como experto en la materia uno de los principales investigadores de la enfermedad,el doctor José Alcamí. Los espectadores debían ver a un experto en inmunología, un doctor muy serio que entonces trabajaba en el Instituto Pasteur de París, dar unas explicaciones muy rigurosas. Pero yo a quien veía era a mi tío Pepe. El periodista que lo entrevistaba con gesto circunspecto y asentía con gravedad ante sus respuestas ignoraba un secreto sobre mi tío: además de un importante investigador, también era poeta.

Cuando venía a visitarnos, el tío Pepe contaba anécdotas estupendas e historias que nos hipnotizaban. No solo hablaba de medicina o de biología, sino de viajes, de música o de personas inspiradoras, pero lo que parecía importarle de verdad era la literatura y, sobre todo, la poesía.

CoronavirusPero este nuevo libro que Pepe ha escrito con su colega Eduardo López-Collazo no habla de poesía, sino de ciencia. Es un repaso y una serie de apuntes sobre las epidemias, en concreto las referidas a enfermedades respiratorias y más en concreto a la Covid-19. Habla de su origen y de su mecánica biológica. No es un libro superficial. Lanza reflexiones acerca de la forma en que nos hemos enfrentado a la crisis, no solo desde la parte científica sino también desde la humana y social. Presta especial atención a la ruidosa megafonía de las redes con sus noticias falsas y bulos, el miedo, las reacciones…Termina mostrándose crítico con la forma en que se ha funcionado, aunque existe una pátina optimista en su texto: está claro que la crisis se resolverá, al menos de momento.

Pepe se sonríe cuando le pregunto hasta qué punto uno puede dejar caer la poesía en un texto así. «¡Eduardo me decía que hay demasiados adjetivos!». También hay citas extraídas del mundo propiamente literario para arrancar los diferentes capítulos, aunque quizá la frase que más llame la atención sea la de Louis Pasteur. «Los microbios siempre tienen la última palabra».

En cierta ocasión tuvo que presentar en un registro sus publicaciones en papel físico, trámite necesario para acceder a una plaza de científico titular, y yo le ayudé con el transporte. El funcionario tras la ventanilla miró con recelo cuando vio llegar a unos individuos con dos carritos de la compra. Veníamos cargando con veinte archivadores AZ repletos, que formaron sobre el mostrador una altísima pila. Mientras el funcionario trataba de dar entrada a aquella montaña de artículos, informes y trabajos de investigación que resumían sus años de vida e indagación, mi tío sacó del bolsillo un poco más de papel. Apareció en sus manos una edición de bolsillo de El Coronel no tiene quien le escriba, de García Márquez, que estaba leyendo esos días. Dos mundos aparentemente lejanos. Literatura e investigación. Quizá no tanto. Él lo tiene claro (generalmente siempre tiene claras las respuestas): «Tanto la investigación como la poesía surgen como respuesta a una pregunta. En el caso de la investigación la pregunta es evidente, pero en el caso de la poesía, se presenta en forma de un vacío, de una ausencia».

«Otro paralelismo entre el proceso científico y el literario procede de la famosa clasificación entre buscadores, en uno u otro campo, de brújula y de mapa. El científico o escritor de mapa tiene trazado el rumbo, el plano, y va construyendo tabiques. El buscador de brújula, ante determinadas preguntas, comienza una búsqueda en la que sabes dónde empiezas, pero nunca dónde acabas».

No dejo de pensar si la decisión de mi tío Pepe de dedicar la mayor parte de su tiempo y energías a la investigación vírica fue la buena. La literatura, como las otras artes, nos emociona y da sentido a todo, pero es importante que haya un todo al que dar sentido. Su manera de actuar, rigurosa y apasionada, lo ha llevado a grandes éxitos en el campo de lo científico que hacen que miles de personas puedan disfrutar de esa poesía maravillosa que tanto le inspira y conmueve. Y, sin embargo, ante mi pregunta posibilista me dice que sin duda preferiría ser reconocido por sus poemas antes que por sus descubrimientos. Ya comenté que siempre tiene claras las respuestas. Aunque yo, desde pequeño, cuando lo veía en la tele, o ahora que lo veo en su laboratorio escribir con el lápiz de las probetas, no tengo tan claro que en todo este tiempo de investigación no haya hecho otra cosa que ser poeta.