Jorge Molist, un español en América
Jorge Molist reivindica en su última novela “El español” (Grijalbo) el papel de España en la guerra de la independencia de Estados Unidos a través de un personaje basado en un gran olvidado de la Historia: el marino, espía y aventurero menorquín Jorge Farragut.
Texto: Susana Picos Foto: Asís G. Ayerbe
Al escritor Jorge Molist le llamaban el “español” cuando trabajaba en Estados Unidos como ejecutivo para grandes corporaciones. Lo que podría ser una simple anécdota, toma relieve cuando hablamos con él sobre su última novela donde nos cuenta con voz pausada, pero con pasión, cómo nació esta historia y cómo quedó cautivado por el personaje Jorge Farragut.
Molist tiene algo -o mucho- de aventurero, como sus protagonistas. En 2008 decidió dejar su puesto de gran directivo en la Paramount y dedicarse en exclusiva a su vocación: la escritura, una aventura que le ha llevado a ser uno de los grandes nombres de la novela histórica en español.
Tu novela transcurre en los años 1770, ¿qué te fascinó de esa época?
Es la época previa a la independencia de Estados Unidos donde sucedieron muchos cambios. Por mi profesión estuve viviendo varios años en Estados Unidos recorriendo el país y me interesé por la herencia española en aquellas tierras. Cuando finalicé mi etapa allí y, antes de retornar a España, mi equipo, conociendo mi interés por la historia, me regaló cuatro tomos de gran formato e ilustrados sobre sus guerras: la de Independencia, la de Secesión y las dos mundiales. Me interesó principalmente el primer tomo y, cuando al leer sus cuatrocientas páginas no encontré ni una sola referencia a la participación de España en la independencia de Estados Unidos y, en cambio, sí grandes elogios a Francia, me indigné. Los americanos no hubieran podido ser independientes sin la participación de España.
Hablando de olvidos, el personaje en el que te inspiras para crear a tu protagonista también es un gran olvidado. Jorge Farragut, ¿quién era?
Fue un hombre nacido en 1760 en Menorca, cuando la isla estaba ocupada por los ingleses, que abandonó su tierra para luchar contra los británicos. Farragut fue un aventurero que luchó como capitán de barco, comandante de artillería y comandante de caballería durante la guerra de la Independencia. La escritora Renée C. Lyons dice de él en su libro Dieciséis líderes de la independencia americana nacidos fuera de Estados Unidos que fue el héroe más versátil de la revolución y el más desconocido.
¿Y ese olvido a qué se debe?
Supongo que se debe al desconocimiento de la participación y ayuda española en la guerra de la independencia de Estados Unidos y, sobre todo, por la fama que alcanzó su hijo, David Farragut, que llegó a ser el primer almirante de la flota estadounidense. Al llevar su mismo apellido ensombreció la figura del padre, aunque en mi opinión, Jorge Farragut es el que debería tener estatuas y calles a su nombre. Su olvido es injusto.
¿Jaume Ferrer es tu forma de homenajearlo?
Sí, he creado un avatar de Jorge Farragut con mi protagonista Jaume Ferrer. Me he inspirado en su vida y luego he rellenado los huecos con la ficción. Farragut marchó de Menorca para luchar contra los ingleses, pero yo no sé cuál fue el motivo y ahí entra la ficción. Mi personaje, Jaume Ferrer, se va a luchar contra los británicos porque es apresado injustamente junto con su padre y la tripulación de su barca y por culpa de ellos su padre muere y la familia lo pierde todo. Farragut es el arquetipo del aventurero. Yo finalizo su historia en Charleston pero él continuó su agitada y errante vida implicándose en la revolución americana. Su vida da para varias novelas.
¿Y por qué el título de la novela “El español”?
Porque a Jorge Farragut le llamaban “el español”. En aquella época las gentes de Menorca no se sentían muy españoles, vivían muy bien con los ingleses, pero él quiso marchar y luchar contra ellos. A pesar de que él no hablaba ni siquiera castellano, sabía inglés y catalán.
¿Es cierto que fue espía?
El espionaje en aquella época fue fundamental. Mientras Francia participó en la guerra de la independencia mandando tropas a luchar para vencer a los ingleses, el rey de España, Carlos III, se declaró neutral, pero ayudó a los rebeldes proporcionándoles armas. Para saber lo que ocurría, sobre todo en el bando de los sublevados, necesitaba información y los espías eran imprescindibles. Y sí, Farragut lo fue. Carlos III, a diferencia del rey francés, Luis XVI, no buscaba tanto la derrota de los británicos sino reconquistar una serie de territorios. Y lo consiguió. Recuperó, entre otros, Menorca, Florida y la costa de Honduras.
Farragut fue también un gran marino y en El español, el mar y la navegación están muy presentes. ¿Cuál es tu vinculación personal con ese mundo?
Yo no soy navegante, he navegado pero con un capitán. No obstante, siempre me ha interesado el mar. He nacido en Barcelona, he vivido en Valencia y en muchas etapas de mi vida he estado cerca del mar. Varias de mis obras suceden en ambientes marineros. En esta última, por supuesto, pero también en Prométeme que serás libre, ambientada en el mundo de las galeras, o El latido del mar, en la que la guerra por el dominio del Mediterráneo obliga a un chaval a embarcarse para lograr la libertad de su madre. El mar siempre me ha atraído.
En El español aparecen varios personajes reales de los que al final del libro cuentas algunos datos biográficos. De todos ellos, aparte de tu protagonista, ¿con cuál te quedarías?
Uno que me parece fascinante es Sinibald Mas y Gas, fue el fundador y director del proyecto civil de la Escuela Naval que formó en Barcelona a pilotos desde 1769 hasta 1806. Empezó a navegar con 14 años y, aunque, quiso entrar a estudiar navegación en el Real Colegio de San Telmo de Sevilla, no fue admitido. Pero, igualmente, él se embarcó y estudió por su cuenta los libros de la Escuela. Estuvo más de cinco años y por su buen hacer en una fragata de la armada española, sus superiores lo recomendaron para ingresar en la Escuela Naval de Cartagena. Allí obtuvo el título de piloto de altura y, después, se convirtió en jefe de pilotos. También fue capturado por los ingleses y más tarde por los piratas argelinos, con los que navegó durante seis años. Tras su liberación, presentó su proyecto de Escuela Naval a la Real Junta de Comercio de Barcelona y se lo concedieron. Estuvo al frente de ella hasta su muerte, a los setenta y un año.
Otro personaje increíble es Downham Newton. Fue capitán de una goleta de guerra que luchó capturando naves británicas en las aguas que iban desde Carolina del Sur hasta las Bahamas. Fue amigo de Jorge Farragut y navegaron y combatieron juntos para lograr la independencia de Estados Unidos.
Tus novelas se clasifican dentro del género histórico pero podrían ser de amor.
Sin humanidad no puede haber una novela. Los personajes deben sentir, odiar y mostrar toda la complejidad de los humanos para que los lectores se sientan cercanos a ellos. El amor es uno de los sentimientos que mueve el mundo y en mis historias también. En El español, el amor de Almudena por su padre la lleva a poner en riego su vida y emprender un viaje para encontrarlo. Jaime, el protagonista, se juega el tipo por amor, pero también por el odio, por el afán de venganza. Porque son los dos polos, las energías del personaje se mueven entre ambos sentimientos.
La protección a la familia es una constante en tu obra, ¿qué significa para ti?
Para mí la familia es a quien amas, no solo a la que estás unida por los lazos de sangre. Es un ámbito más general que las personas necesitamos porque es nuestro ecosistema. Es la gente que nos rodea y a la que queremos y nos quiere.
¿Y las raíces? Tú eres un hombre que ha vivido en muchos lugares y tus protagonistas también se mueven de un territorio a otro.
Yo me embarqué en una carrera profesional que me llevó por el mundo. Cada vez que te vas de un lugar arrancas las raíces, aunque dejas algo de ti, pero también coges alas. Mi protagonista, Jaime Ferrer, dejó a su familia en Menorca para irse a Barcelona, estuvo en Madrid, Cádiz… y cruzó el Atlántico. Por cada lugar que pasa deja amigos y una parte de sí, pero tiene que avanzar. Sus ansias le empujan hacia adelante.
Hace casi 20 años que decidiste cambiar tu vida profesional y dedicarte en exclusiva a la literatura, ¿te has arrepentido alguna vez de esta decisión?
No, nunca. Yo me divertía mucho en mi trabajo, pero siempre dependes de otras personas porque trabajas con más gente y no puedes hacer siempre lo que quieres. Ahora, yo hago lo que me apetece porque la creación implica libertad. Dentro de una novela el escritor es un dios.
El español
Aunque no soy un aficionado incondicional de la novela histórica, un detallado reportaje de la prensa local me llevó a la lectura de la nueva obra de Jorge Molist (Barcelona, 1951): El Español, una recreación ficticia de la vida de Jorge Farragut, marino menorquín que tuvo un importante papel en la guerra de independencia de los Estados Unidos de América y que en la novela recibe el nombre de Jaime Ferrer.
De un tiempo a esta parte, y ante la proximidad del 250 aniversario germinan las novelas sobre la participación española en tan magno acontecimiento. Recordemos a algunos de los autores más recientes: Jesús Maeso de la Torre, Almudena de Arteaga y Luz Gabás, entre otros. Ahora le toca el turno a Molist, un prolífico maestro del género con varios premios en su haber, todos ellos muy traducidos: Canción de sangre y oro, La reina oculta, El latido del mar.
En El Español, Molist nos sitúa en Madrid en pleno motín de Esquilache, para a continuación trasladarnos a Menorca, Turquía, Barcelona, Cádiz, La Habana y Charleston, en los prolegómenos de la insurrección que dará lugar a la independencia de las colonias británicas en la costa este de Norteamérica.
A pesar de su voluminosa presentación (más de 500 páginas), la novela se lee con entretenimiento y fruición debido a su ágil estilo narrativo y a una trama repleta de afectos, odios, y venganzas que confluirán en el nuevo mundo.
Los amantes de los combates navales, así como los aficionados a las novelas de espionaje, encontrarán en esta pasional novela un recorrido vertiginoso por la historia del Siglo XVIII con todas sus contradicciones sociales, políticas e incluso religiosas.
Posiblemente nos encontremos ante el libro más ambicioso de Jorge Molist, cuya lectura no defraudará a los lectores ávidos de emociones y deseosos de rememorar unos tiempos turbulentos y a la vez ilusionantes. Alfonso de la Hoz González