Joaquín Pérez Azaústre: “Manuel Machado y Antonio Machado se quisieron siempre”
Se ha utilizado a menudo el posicionamiento en bandos opuestos de la guerra civil de Antonio Machado y Manuel Machado para establecer la metáfora del enfrentamiento entre hermanos. “El querido hermano” ofrece una mirada distinta.
Texto: David VALIENTE Ilustración: Hallina BELTRAO
“De la poesía, las vivencias y el último viaje para velar a su hermano menor, de Manuel Machado podemos aprender que la vida es mucho más compleja de lo que pretende imponer la disciplina de un partido. No todo es lo que parece, y justamente en ese cuestionamiento constante al que se somete Manuel Machado reside el germen de la verdadera libertad”, expone el poeta, novelista y columnista Joaquín Pérez Azaústre. Ha concedido a Librújula una entrevista por la publicación de su última novela en Galaxia Gutenberg, El querido hermano, Premio Málaga de Novela 2022.
Ficciona el viaje que Manuel Machado realizó a Colliure cuando se enteró de la muerte de su querido hermano Antonio. “Ya hacía tiempo que en mi mente rondaba la idea de escribir esta novela. Me fascinó la gran intensidad poética y la hondura que trasluce la llamada atávica y fraternal que, aun con todo pronóstico en contra (recordemos que tuvo que cruzar un país en guerra a sabiendas de que no iba a llegar al entierro), empujó a Manuel Machado a emprender un viaje para dar el último adiós a su hermano. Nadie le hubiera reprochado que permaneciera en Burgos pasando el luto, pero no lo hizo. Este hecho, por sí solo, desmiente el discurso vil que quiere hacernos creer que los dos hermanos estaban enfrentados”.
Mucho se ha escrito sobre la vida, obra y muerte de la familia Machado. Sin embargo, “el viaje que hizo Manuel hasta Colliure no es tan conocido; por eso, con mi novela, he querido rescatar ese momento de nuestra historia”. Un hecho que nunca habría sucedido si Manuel hubiera escuchado el consejo de Antonio Machado y no hubiera emprendido el viaje a Burgos para visitar a la hermana de su mujer Eulalia: “Cuenta Leonor Machado, sobrina de los poetas e hija de Francisco Machado, que todos los domingos la familia se reunía en la casa madrileña de Antonio y Ana Ruiz. Los niños jugaban y los hombres se aislaban en una sala para departir de asuntos políticos y literarios, acompañados de algunas dosis de licor y tabaco. De esa sala salían carcajadas”. Mientras transcurrían esos domingos de dicha familiar, en las calles de la capital ya se podía intuir que un conflicto de grandes dimensiones no tardaría mucho en desbaratar la tranquilidad social y la felicidad de los Machado. La hostilidad ideológica abandonó la palestra literaria para tomar las armas y vaciar los cargadores sobre los adversarios. Entonces… “hubo un último domingo: Antonio le pidió a Manuel que, por favor, cejara en su empeño de ir a Burgos, pues el conflicto se acrecentaba por minutos. Pero Manuel le respondió que cualquiera le decía a su esposa que no iban a visitar a su hermana, que era monja”.
Nunca más se volvieron a ver.
¿Las diferencias ideológicas separaron a los hermanos?
Es cierto que discrepaban sobre ciertos asuntos ideológicos, pero la política nunca generó entre ellos rencillas personales. Todo lo contrario, se querían muchísimo, tanto es así que sus poemas dialogaban y escribieron obras de teatro a cuatro manos bastante exitosas”. Joaquín cuenta que cuando Manuel llegó a Colliure, José Machado lo recibió “como solo se puede recibir a un hermano” y le entregó el famoso bastón con el que el fotógrafo Alfonso Sánchez Portela retrató a Antonio en el Café de las Salesas. Manuel pasó dos días sin salir del cementerio donde estaba enterrado su hermano y su madre: “Se puede percibir una conversación silenciosa entre ellos, es un momento de gran lirismo, que aporta mucho a la literatura, pero también podremos apreciar el calado humano de la escena, si somos capaces de sortear el sectarismo.
¿Hubo entre ellos piques literarios?
¡Qué va! Y se lo dice uno que sí ha tenido sus más y sus menos literarios con otros autores. Fíjese: Manuel Machado a lo largo de su carrera se cortó la coleta poética en varias ocasiones. En una de ellas, le escribe una carta a Antonio diciéndole que su poesía modernista, donde canta las loas del cabaret y de los burdeles, la épica de Paul Verlaine, ha pasado de moda. Manuel consideraba que su poesía tenía edad y la de su hermano, no. Entonces, Antonio le responde, en otra misiva, con las siguientes palabras: ‘La poesía nunca tiene edad cuando es verdadera poesía y la tuya lo es’. Y se lo dice el Antonio Machado que ya ha publicado Soledades. Galerías y Otros poemas. Se quisieron y se apoyaron siempre, tanto dentro como fuera de la poesía.
La calidad poética de Manuel sufre algunos altibajos, pero, dígame, ¿qué gran poeta no ha tenido algún bache en su carrera? Aun así, Manuel consigue ser extraordinario en sus aciertos y profundamente humano en sus debilidades.
Tenían los dos una forma de entender y hacer la poesía muy diferente…
Por la influencia que recibe de Ginés de los Ríos y tras los ardores modernistas, Antonio huye de los adjetivos y las metáforas, quiere una poesía honda, que encuentra la verdad de la vida detrás de los versos; su fin último es terminar con el sujeto poético, aunque no lo consigue en los poemas donde habla de la muerte de Leonor”. En cambio, en su etapa modernista, Manuel interpela al ‘yo’, se cuestiona, se ataca y se pone en tela de juicio. Manuel piensa desacertadamente que sus versos son viejunos, pero porque no es capaz de ver más allá de la estética modernista, en realidad su poesía es muy moderna y anticipa muchas tendencias culturales de nuestros días. Cante Hondo es un gran ejemplo de ello: El flamenco era un arte de baja estofa, y Manuel supo ver y explotar ese potencial que hoy lo ha convertido en una seña de identidad de nuestro país. En cualquier sede del Instituto Cervantes la gente quiere ver Flamenco. Influyó en poetas tan relevantes como Federico García Lorca o Jaime Gil de Biedma. Si haces un ejercicio de comparación entre el Romancero Gitano de Lorca y el Cante Hondo de Manuel, descubres que el primero ha leído al segundo; por otro lado, sé por amigos comunes que tengo con Gabriel Ferrater, quien fuera parte del círculo de amigos de Gil de Biedma, que era un gran defensor de los poemas de Manuel, y queda constatado cuando confrontas los autorretratos de uno con los del otro.
En definitiva, “Antonio posee solo un mundo, Manuel tiene muchos”.
Dos grandes poetas no pueden ser simplificados y caracterizados por una etapa de su carrera o por un poema de su obra: no podemos recordar a Manuel por los versos que escribió a Franco ni a Antonio por el alegato a la violencia hecho poema que dedicó a Enrique Líster”. También es cierto que Antonio Machado ha pasado con más holgura que Manuel la prueba del tiempo, y la causa de este hecho la encontramos en la colaboración de Manuel Machado con el régimen de Franco.
¿Entonces por qué Manuel se adhirió al bando nacionalista?
No tuvo más remedio, se vio completamente aislado en Burgos y de algún modo tendría que sobrevivir. De todos modos, tenemos que entender que hay personas, como fue el caso de Manuel, que son demócratas de corte conservador y que rechazan el fascismo, el falangismo y, por encima de todo, muestran su condena más absoluta al asesinato indiscriminado de personas.
La guerra civil llegó a su final y Manuel regresó a Madrid.
Podía haberse convertido en un gerifalte cultural del régimen (pinta tenía de ello), pero en 1941 escribió un artículo para el diario ABC con el título de No matarás. El tío le echó un par de cojones y aludió al quinto mandamiento para criticar los fusilamientos que todavía se estaban produciendo. La guerra había terminado con la victoria de los nacionalistas, ¿qué sentido tiene seguir derramando la sangre de los compatriotas, los hermanos?
¿Este artículo fue un punto de inflexión para su carrera y su vida?
Desde entonces, Manuel siguió ocupando la dirección de la Hemeroteca y el Museo Nacional de Madrid hasta 1947, pero apartado de los círculos intelectuales. Solo recibió el reconocimiento de un grupo de poetas jóvenes con los que se reunía en el Café Comercial.
Entonces, ¿por qué Manuel Machado sigue bajo la oscura sombra del régimen franquista?
Como dijo Federico García Lorca: ‘La vida no es justa ni buena’. También nos resulta más fácil hacer un retrato de trazo grueso y no pararnos a perfilar los matices. Se ha querido poner en un pedestal a Antonio y durante el camino han malogrado la imagen de Manuel. Algo que, por otro lado, es totalmente innecesario, pues Antonio era un ‘poetazo’ con una valía literaria inconmensurable. Ahora decimos que la obra de Manuel Machado es de una calidad inferior, pero ¿quiénes somos nosotros para contradecir a Antonio Machado, quien admiraba la poesía de su hermano? ¿Acaso nosotros sabemos más de poesía que él? Hasta que cruzó los Pirineos, Antonio preguntó a cada periodista que le entrevistó por su hermano. Antonio y Manuel estaban muy unidos y se querían mucho. En los últimos cuarenta años de historia española, la parte del espectro político y cultural correspondiente a la derecha sí ha experimentado un acoplamiento de los programas culturales de la izquierda, en parte debido al sentimiento de culpa que ha producido la etapa franquista. La derecha quiere demostrar que no es franquista, que les gusta Lorca y que admiran a Manuel Azaña. Y esto me parece muy bien, no lo estoy criticando para nada. Sin embargo, ¿por qué la izquierda política y cultural no ha hecho el mismo proceso con la ideología contraria? Recordemos que Rafael Alberti estuvo alineado con Stalin durante mucho tiempo y, sin embargo, no le tratamos con la misma vara de medir, sino que sabemos ver todo en su debido contexto. La izquierda no ha hecho autocrítica: parte de la idea de que solo lo suyo es lo bueno, y en el proceso meten a poetas de la talla de Manuel en el saco de los ‘fachas’. La realidad es mucho más compleja de lo que se pretende vender. En la novela Enterrar a los muertos Ignacio Martínez Pisón cuenta un hecho histórico desgarrador. Cuando Stalin rompió con Trotsky, ordenó fusilar a todos los voluntarios trotskistas internacionales que estaban combatiendo en la guerra civil española. Entre los fusilados se encontraba José Robles Pazos, traductor al español del escritor John Dos Passos, que regresó a Valencia para luchar contra Franco y fue asesinado por los suyos. ¿Qué República más cojonuda que respaldaba estas iniciativas? Lo que sucedió en España entre los años 1936 y 1939 se llama guerra civil, y ambos bandos cometieron atrocidades.