«Hijo de un bastardo»

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HIJO DE UN BASTARDO
Sorj Chalandon
Trad. de Adolfo García Ortega
Seix Barral |296 páginas | 19,90 €

 

Hijo de un bastardo, del escritor y periodista francés Sorj Chalandon (Túnez, 1952), fue finalista del prestigioso premio Goncourt. Se trata de un libro arrebatador y a la vez estremecedor, pues el autor narra paralelamente el juicio a Klaus Barbie, “el carnicero de Lyon” —que cubrió como cronista del diario izquierdista Libération—, condenado en 1987 a cadena perpetua por horribles crímenes contra la humanidad, y la tormentosa relación que mantiene con su padre, un antiguo colaboracionista de los alemanes durante
la Segunda Guerra Mundial.

El proceso seguido contra Barbie conmocionó a toda Europa, pues desde el proceso a Eichmann, en Jerusalén, no había tenido lugar un juicio individual tan importante por hechos sucedidos en la contienda europea. La segunda mitad de los ochenta resucitó en Francia los viejos fantasmas del régimen de Vichy con el principio del auge del lepenismo, hoy moneda corriente en toda Europa, la causa seguida contra Barbie y la terrorífica profanación del cementerio judío de Carpentras en 1990. En ese contexto, Chalandon novela la conflictiva y violenta convivencia con su padre, no exenta de mentiras, maldad y fanatismo. La investigación sobre los pasos de su progenitor durante la invasión alemana despierta sentimientos encontrados en el periodista, mientras asiste como enviado especial al horror que van narrando las víctimas de Barbie durante las sesiones del juicio, apuntadas por el autor con gran precisión cronológica. El libro es también un homenaje a las víctimas del nazismo en Francia, judíos y miembros de la Resistencia, cuyas historias nos narra Chalandon para que no nos olvidemos de las atrocidades a las que pueden conducirnos los delirios de unos pocos, la locura y la depravación.

En definitiva, un libro imprescindible para combatir los fervores que con irresponsable frivolidad amenazan de nuevo con asomar por nuestro viejo continente y ante los que nadie, hasta nuestros seres más queridos, está exento de sucumbir, ya sea por debilidad, cobardía o desorientación ante sus peligrosos cantos de sirena.

Alfonso de la Hoz González