EL MURO

John Lanchester

Trad. Inga Pellissa

Anagrama
280 págs. 19 €.

El futuro que plantea John Lanchester en el muro podría ser pasado mañana. Lo hace con un estilo directo, seco, sin digresiones, pero que en su aparente sencillez consigue hacernos un agujero profundo. Un enorme muro perimetral protege la parte rica del mundo del ataque de los Otros, que quieren colarse a este lado de la opulencia como sea. El servicio militar obligatorio nutre de guardianes el Muro y hasta allí llega el protagonista, fastidiado de pasar dos años en ese lugar inhóspito y de esas interminables vigilancias de 12 horas mirando la lámina monótona del mar. Las horas se hacen interminables en esa garita con el fusil en la mano donde “lo único peor a que no ocurra nada, es que ocurra algo”. Si se cuelan ilegales, la ley militar marca que se castigará a tantos guardias como infiltrados haya habido: el castigo será el destierro al otro lado del Muro. El capitán de su escuadrón de vigilancia es minucioso, intransigente, siempre alerta; dicen que llegó del otro lado, que fue uno de los Otros cuando la ley aún permitía su legalización. Tal vez eso explique su celo y su inquina de converso. En el Muro, nada es tan sólido como parece.

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