«El lienzo blanco», de Antanas Škėma

Interesantísimo descubrimiento el que acaba de proponer Armenia Editorial. Se trata de una novela considerada un clásico en Lituania, «El lienzo blanco», de Antanas Škėma.

Texto: Antonio García Vila 

 

Antanas Škėma es un inconfundible personaje del siglo XX. Nacido en Polonia en 1910, hijo de padres lituanos, vivió en Rusia durante la Primera Guerra Mundial y regresó a Lituania en el 21, evitando que los fusilaran. Estudió Derecho y Medicina, y decidió dedicarse al teatro. Vivió en Kaunas, asistiendo en el verano de 1940 a la invasión de las tropas soviéticas. Cuando el 14 de junio del 41, el día de las deportaciones, vio cómo empujaban al interior de camiones al personal del teatro, mientras se representaba una obra infantil, se “convenció definitivamente del paralelismo entre lo trágico y lo grotesco”.  Y de que con los soviéticos no había lugar para el humor. Al poco de comenzar la guerra contra Alemania, participó en un levantamiento que pretendía la independencia lituana, pero pronto los amotinados comenzaron a protagonizar actos antisemitas como venganza por la opresión soviética, lo que provocó el alejamiento de Škėma de los sublevados y su rechazo sin paliativos al Holocausto. Hasta la retirada de los alemanes vivió en Vilna, y, tras rechazar una propuesta para formar un ejército que liberase Lituania, emigró con su familia a Alemania, donde subsistió precariamente, y, en 1949, a Estados Unidos. Curiosamente su mejor obra, El lienzo blanco, escrita entre 1952 y 1954, no se publicó ni en Nueva York ni en Chicago, donde había residido, sino en Londres, en 1958, tres años antes del accidente automovilístico que le costó la vida. En ella reflejaría su condición demencial de “planta trasplantada”, como señala Loreta Mačianskaitė en su informativo Prólogo.  Antes había escrito obras de teatro cada vez más vanguardistas, y publicado Santa Inga, un libro de relatos sobre su infancia, sobre la Alemania de postguerra y sobre un Chicago apocalíptico. Pero su carácter transgresor y pesimista no solo no le ganaron el favor del público, sino que retrasaron seis años la aparición de su siguiente obra, deparando a sus textos calificativos tan amables como “esquizofrénico”.

El lienzo blanco es una novela autobiográfica, protagonizada por el alter ego de Antanas, que, como él, recorre un fragmento estremecedor del siglo XX, y narra la experiencia de la emigración, de la soledad y de la locura. Texto poético, en ocasiones onírico, también crudo y realista, incorpora la voz de Antanas Garšva, el ascensorista de un gran hotel de Manhattan, atravesado por la nostalgia de la infancia, por el dramatismo de la guerra y por la pasión del amor. Es la modernidad agitada en una coctelera. Su estilo es lacónico, irónico y preciso. El lirismo de la memoria, los recuerdos a veces luminosos, a veces desgarrados; una vida malograda, impulsada por una esperanza que nunca se cumple pero que, igualmente, cuesta abandonar. La soledad, el alcohol, la poesía y, de nuevo, el amor. Un amor que ocupe el lugar de la infancia, de la patria perdida. Un amor que justifique el presente y abra la puerta a un futuro anhelado, presentido. Y el inevitable fracaso. Su título hace referencia al lienzo que tejen las amas de casa para ganarse el favor de los kaukas, unos hombrecillos fantásticos que procuran el bienestar del hogar. Ese lienzo debe pasar todas las transformaciones (su pasión, su padecimiento) del lino, como el propio Antanas Garšva sufre todas esas peripecias que conforman una vida a la postre frustrada, pero llena, también, de deseos, erotismo, violencia, ternura y admiración. Sin hogar al que procurar bienestar, heredero, a su vez, de un estigma, aunque ese lastre más que biográfico sea el de toda una época, Garšva, como un autómata, sube y baja en el moderno ascensor del que se encarga. Una especie de robot preñado de recuerdos, de poesía, de deseos. Novela fluida, sugerente, cómica y desgarrada, que se ha convertido en un auténtico clásico de la literatura lituana. Bienvenida esta traducción que nos permite ahora tener acceso a ella. Un acierto.