Arte deteriorado

El arquitecto y escritor Francesc Cornadó reflexiona sobre lo que produce en los humanos la contemplación de una obra de arte mutilada o desgastada por el paso del tiempo. 

Venus de Milo

Texto: Marga IRIARTE

 

En Arte Deteriorado, publicado por SD. Ediciones, Francesc Cornadó, arquitecto, poeta y escritor,  despliega un conocimiento preciso en torno a la materia artística apresada en el tiempo y en el espacio. La excelente edición, tan poco común en estos tiempos, invita a la lectura atenta y sosegada. Descubrimos de la mano del autor que estatuaria y pintura, convertidas en objeto de admiración (también en algún caso de irrisión), adquieren un significado distinto al original, pues  la fragmentación y el desgaste se apoderan  de la emoción del espectador. La reinterpretación de la obra artística desde una perspectiva que cancela la devota contemplación, nos adentra en el análisis de los ejemplos elegidos por Cornadó para alertarnos de que las obras tiene un timbre, un tono, una melodía alejada de la factura original creada por el artista.

Francesc Cornadó  nos pone sobre aviso del poder que confiere  el paso del tiempo a la obra de arte; la  mutilación y desgaste de la piedra, el borrón y descolorido de la pintura añade un impacto en el observador que se incrusta en la imaginación.  El fragmento de lo percibido, ya sea la Venus  de Milo incompleta o el Eccehomo restaurado, provoca fiebre en nuestro cerebro,  ese órgano condenado  a inventar y completar lo que no existe o aquello que queda a medias.

Esta es la virtud del arte deteriorado: la exaltación de la imaginación. Una obra de arte reciente e intacta carece de misterio. Por el contrario, la propuesta  del autor es avanzar en la emoción que provoca la degradación por la acción del tiempo, el vandalismo o la impericia del restaurador. Con un estilo claro y preciso, recorremos los ejemplos seleccionados por Francesc Cornadó  y que evidencian la trascendencia de la obra, más allá de la voluntad original del artista. Y de la misma manera que el paso del tiempo resalta lo que se ha desintegrado, también alcanzamos a comprender que, en palabras del autor: “el arte deteriorado tiene un componente musical  perfectamente coherente con su desarrollo en el tiempo. Y es precisamente en el tiempo donde se desarrolla la música…”.

Quienes no tengan conocimientos artísticos quizás puedan sentirse cohibidos y temer que no entenderán este libro, breve y  ejemplar. Están en un error, no solo lo entenderán sino que  habrán  adquirido una mirada distinta cuando visiten unas ruinas o un museo. Sabrán que el arte se desarrolla como una sinfonía inacabada que nos interroga sobre  la belleza imperfecta.