Aloma Rodríguez apuesta por la vida en «Una inesperada ilusión»
«Una inesperada ilusión» (Prensas de Zaragoza), un libro híbrido que va desde novela breve y cuento hasta poemas en prosa y aforismos.
Texto: Enrique Villagrasa
La lectura del libro Una inesperada ilusión (Prensas de la Universidad de Zaragoza) de Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983) me ha llevado a pensar en Notas de un simulador (La Palma, 1997) de José Ángel Valente, pues ambos son libros de pensamientos, de poesía, de filosofía, de enjundia en fragmentos narrativos exquisitos por doquier. Qué poderío de imágenes, qué poderío de lenguaje, que poderío de memoria y qué poderío de miradas. La lectura de ambos libros, fue en su momento y ha sido esta mañana una inesperada experiencia. Creo pues que esta publicación de Aloma Rodríguez es un poemario divertido, lúdico diríase, bastante o mucho hibrido donde hay un poco, pero de calidad, de todo, desde novela breve y cuento hasta poemas en prosa y aforismos, sin ir más lejos. El libro de 80 páginas aparece en la exigente colección de poesía La Gruta de las Palabras.
Nada conocía de los libros de Aloma sin p, que es lo primero que me dijo cuando me la presentó su padre en Albarracín (Teruel), hace algunos años ya: ha llovido mucho desde aquel encuentro. Y ya ha publicado los libros París tres (Xordica, 2007), Jóvenes y guapos (Xordica, 2010), Solo si te mueves (Xordica, 2013), Los idiotas prefieren la montaña (La Navaja Suiza, 2024; Xordica, 2016), Siempre quiero ser lo que no soy (Milenio, 2021) y Puro glamour (La Navaja Suiza, 2023). ¡Ahí es nada! En mi defensa diré que leo más poesía y que el libro de Aloma haya caído en mis manos se lo debo a los responsables de Prensas y al director de la colección La Gruta de las Palabras.
Es libro de exquisitos fragmentos: <<Hay un momento en que hay que elegir: o centrarse en la obra propia o estar atento a la de los otros. Cuando más lees menos escribes>>, tal vez la literatura sea fragmentaria o no será, y está en estado puro y natural, a mi parecer, tal como lo piensa lo escribe; lo que me lleva a pensar también en la manera de escribir de Isabel Bono, y ese estilo a la manera somarda que me conduce hasta Félix Romeo. Es pues, personas lectoras, un libro que no engaña, que no utiliza mentiras piadosas y que apuesta por la vida, desde el acontecer diario del momento actual de la vida, que cada uno la navega como puede. De ahí esa aforismo final: <<El libro, es claro, va contra la muerte>>.
El quehacer demiurgo de Aloma Rodríguez pretende que de una vez por todas nos tomemos la vida con lúdica lucidez y para ello abre el libro con dos tremendas citas, una de Marguerite Duras y otra de David Markson, autor de una obra difícilmente catalogable también: <<Lo que cree que le hace escritora es el interés desmedido, casi insano, por la vida interior de los demás. ¿Cómo sobrellevan la vida los otros?>>. Creo que en este libro muchas de las personas lectoras descubrirán la vida, pues en él hay coraje, agudeza, aciertos y trabas: singulares y colectivas, de las que siempre tenemos memoria singular. No lo duden y léanlo, está lleno, pletórico de reflexiones más que brillantes y de una gran sabiduría entrañable y hasta algo melancólica. Verán, en esta prosa transparente y emotiva, entre otras cosas cómo es la comunicación imposible de padres e hijos. No tiene desperdicio.
Por último comentarles que Una inesperada ilusión me ha llevado a recordar aquello que se preguntaba Christian Bobin: <<Para qué sirve leer. Para nada o casi. Es como amar, como jugar. Es como rezar. Los libros son rosarios de tinta negra, cada cuenta rodando entre los dedos, palabra tras palabra>>.