«A veces», de Rafael-José Díaz
Rafael-José Díaz (Tenerife, 1971) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna. Dirigió la revista Paradiso (1993-1994). Fue lector de español en las universidades de Jena y Leipzig (1995-2000). Como poeta ha publicado los siguientes títulos: El canto en el umbral (1997), Llamada en la primera nieve (2000), Los párpados cautivos (2003), Moradas del insomne (2005), Antes del eclipse (2007), Detrás de tu nombre (2009), Un sudario (2015) y Bajo los párpados de quien se aleja (2021). En 2012 tuvo ocasión de reunir toda su poesía publicada hasta entonces en un libro titulado La crepitación. Como narrador, ha dado a la luz cuatro libros de relatos, Algunas de mis tumbas, Las transmisiones (Veinticuatro lugares y una carta), El letargo y De un modo enigmático. También ha publicado entregas de su diario, entre las que cabe destacar La nieve, los sepulcros (2005) y Dos o tres labios (2018). Su labor como ensayista se ha concretado en los libros Rutas y rituales y Al borde del abismo y más allá: Gustave Roud, Anne Perrier y Philippe Jaccottet, además de numerosos artículos en suplementos y revistas. Ha realizado traducciones de los siguientes autores: Arthur Schopenhauer, Hermann Broch, Philippe Jaccottet, Gustave Roud, Maurice Chappaz, Pierre Klossowski, Fabio Pusterla, Ramón Xirau, William Cliff y Anne Perrier. En 2007 apareció Le Crépitement, un volumen que recoge una selección de sus poemas traducidos al francés con un prefacio de Philippe Jaccottet. En 2021 se publicaron otras dos traducciones de libros suyos al francés: Demeurer suspendu y Un suaire. Ha sido invitado a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), a la Fundación Neruda (Chile), a la Feria del Libro del Oeste de Caracas (Venezuela), al Festival de Literatura de Copenhague (Dinamarca) y al Festival Internacional de Poesía de Santo Domingo (República Dominicana), así como a lecturas en Bogotá o en los Institutos Cervantes de París y de Fez. Ha obtenido becas de residencia como traductor en Arles y Burdeos (Francia), Looren y Raron (Suiza) y Tarazona (España). En julio de 2022 será uno de los escritores becados por la Fondation Jan Michalski para la escritura y la literatura (Suiza). Desde 2010 publica textos de diverso tipo en su blog ‘Travesías’. Actualmente es profesor de Lengua Castellana y Literatura en el IES Teobaldo Power de Santa Cruz de Tenerife y presidente de la Sección de Literatura y Teatro del Ateneo de La Laguna.
A VECES había que ir a buscar a los amantes a un pueblo lejano del norte,
y ellos se escondían detrás de la palmera de una plaza
o querían subir por la pendiente que llevaba a un antiguo convento
para ver qué había detrás,
sí, no era fácil, había que buscar en los mapas
direcciones confusamente escritas,
recorrer barrios en los que no se había estado nunca
y disipar con los últimos restos del deseo
la desazón del lugar, la impericia en la búsqueda,
pues los amantes, a veces, estaban escondidos en un bosque
o en lo que había sido un bosque,
convivían allí con neonazis y luciérnagas,
y al cruzar las avenidas completamente a oscuras
de un bosque, tiritando,
veíamos brillar también las barras de metal, fosforescencias suspendidas,
¿sabía aquel amante que unas semanas después se suicidaría?,
¿en qué restaurante trabajará ahora aquel otro,
al que vi por última vez
a través de los cristales, sin atreverme a entrar,
de un bar recién inaugurado en el centro,
de quién serán ahora
sus decenas de pares de zapatos?,
a los amantes los recogía a veces en un lugar convenido
y al llegar a mi casa se desnudaban
como si fuera una condena estar allí,
y sus cuerpos crujían como si estuvieran atados
a un instrumento de tortura, y era tan sólo un abrazo
con todas mis fuerzas lo que los ahogaba,
sentíamos cómo luchaban los cuerpos
para no morir, y mordíamos las sábanas,
nos enredábamos en los decúbitos supinos
y patentábamos posturas que cualquiera
hubiera escogido para su despedida del mundo,
había amantes zafios, inteligentes, pasionales,
pulcros, aventajados, tímidos, precoces, gráciles,
amantes que en el interior de unos arbustos
se hacían los muertos para que yo supiera
lo mucho que el deseo se parece a la ausencia,
bocas que se besaban dentro del agua
y dejaban en el mar la saliva de la muerte,
bocas a las que les bastaba decir una palabra
para pulverizar las inestables torres construidas por la ternura a lo largo de los meses,
y así hasta que todos los amantes se fueron,
incluso los que lloraban en las pequeñas despedidas
y llamaban por teléfono cinco veces al día,
incluso esos acabaron yéndose, devolvieron la entrada
y algunos exigieron ser recompensados
por el tiempo perdido, como si fuera posible
recobrar los instantes, vaciarlos de vida,
devolverlos al blanco original de lo no usado,
¿sabían entonces, los amantes, en medio de la combustión,
que a la larga serían confundidos
los unos con los otros, mezclados los lugares,
desmentida la hermosa singularidad de cada cara,
fusionados los cuerpos, las partes de los cuerpos,
las pieles, las espaldas, los penes, los pezones,
confundidas, incluso, las sensaciones, confundidos los orgasmos, las penetraciones,
confundidos en un solo cadáver de placeres extintos
que, silencioso, flota en la memoria?
BAJO LOS PÁRPADOS DE QUIEN SE ALEJA
Rafael-José Díaz
Pre-Textos
100 págs. 17€