Las «causas célebres» de la España del siglo XVIII y XIX en «Crímenes pregonados»

En «Crímenes pregonados» (Editorial Contraseña), Rebeca Martín documenta, reconstruye y estudia cinco historias de crímenes reales que tuvieron gran repercusión en la España peninsular y colonial de los siglos XVIII y XIX: los infanticidios del liberto Romualdo Denis, el asesinato del comerciante madrileño Francisco del Castillo a manos de su mujer y su amante, el triple homicidio de Pedro Fiol en Barcelona, los asesinatos en serie del gallego Manuel Blanco Romasanta y el uxoricidio del pintor hispanofilipino Juan Luna Novicio en París.

Texto Pere SUREDA  Foto: Archivo

 

Rebeca Martín es doctora en Filología y profesora de Literatura en la Universidad Autónoma de Barcelona. Es reconocida en el ámbito universitario y, aunque ha escrito varios libros, probablemente este sea el que más lectores pueda y deba atraer: Crímenes pregonados. Por ello, nos hemos interesado por la autora, y como no queremos desvelar las causas ni las tramas, a pesar de que nos han fascinado, preferimos que Rebeca Martín sea la que lleve la voz cantante.

 

¿Por qué se debería leer Crímenes pregonados?

En gran medida, quise escribir este libro para colmar un vacío tanto en los estudios culturales como en el panorama editorial español. Aunque, sin duda, hay numerosos libros sobre crímenes acaecidos en España, estos exploran sobre todo el siglo XX y lo hacen desde una perspectiva periodística que, muy a menudo, únicamente se centra en los hechos luctuosos. Mi propósito era mirar hacia el pasado e investigar, en primer lugar, cómo se relataban y difundían los crímenes reales, desde las relaciones de sucesos de los siglos XVI y XVII hasta la prensa y los volúmenes de causas célebres del XIX, pasando por los romances, los pliegos de cordel, etc.  En segundo lugar, quise rescatar varios casos que, si bien en su momento tuvieron una gran repercusión en la opinión pública, en su mayoría acabaron cayendo en el olvido. Y, en tercer lugar, me propuse no solo reconstruir estos casos a partir de diversas fuentes (actas judiciales, informes médicos, prensa, relatos de diverso tipo, etc.), sino también y sobre todo ubicarlas y narrarlas en su contexto social y cultural. En consonancia con este último aspecto, he contemplado el crimen como un escenario excepcional que permite estudiar toda suerte de tensiones (de clase, etnia, género, etc.) que acaban trascendiendo los hechos luctuosos en sí mismos.

 

¿Por qué se trata de “causas célebres”?

En el Antiguo Régimen, causa célebre es el nombre que se les comenzó a dar a aquellos procesos judiciales (se debieran o no a delitos de sangre) que tuvieron un gran impacto, a veces abrumador, en la incipiente opinión pública. No obstante, causa célebre también pasó a denominar a los relatos que recreaban aquellos casos: los crímenes o delitos, los juicios, los rumores generados en torno a los distintos hechos. Estos textos eran de carácter híbrido: ya en el siglo XIX, mezclaban el relato de los hechos con consideraciones forenses y médicas, ilustraciones, etc. Su propósito declarado no era otro que el de ceñirse al consabido tópico horaciano de deleitar enseñando, aunque, a menudo, más que enseñar (y advertir al lector burgués de las consecuencias que tenía delinquir), se recreaban en las truculencias consustanciales al crimen.

 

¿Qué relación hay entre el true-crime y la causa célebre?

A mi juicio la relación es muy estrecha. El true crime es un género heredero de la causa célebre por cuanto ambos relatan un crimen y sus antecedentes, indagan en sus consecuencias, recrean de manera más o menos pormenorizada un proceso judicial, etc. En lo que concierne a los casos que reconstruyo en el libro, en general, tuvieron una repercusión inmediata en la prensa de su época, todos dieron lugar a murmuraciones y hablillas más o menos descabelladas y, en algunos casos, dieron como fruto versiones literarias. En este sentido, y como me hizo notar un colega, el rumor bien podría ser otro de los protagonistas del libro.

 

¿Por qué has escogido estas cinco historias y no otras?

A la hora de escoger estas causas, me regí por el criterio cervantino de la variedad en la unidad. Así, todas debían ser causas célebres, pero recrear crímenes de diversa índole, como el infanticidio, la instigación parricida, el triple homicidio ocasionado por una monomanía, los asesinatos en serie o el uxoricidio. Además, escogí casos que me interesaban muy especialmente por su dimensión cultural: la presencia de Goya, Meléndez Valdés o Moratín en el caso de Castillo; las recreaciones populares inspiradas en Romasanta y el papel que desempeñaron las pseudociencias en su caso; o el hecho de que el uxoricida Juan Luna Novicio, que además mantuvo una discusión abierta con Emilia Pardo Bazán, fuera y siga siendo el pintor hispanofilipino más reconocido de todos los tiempos.

 

Se reconstruyen cinco causas célebres principales, pero en realidad son muchas más las que aparecen en estas páginas…

He procurado elaborar una suerte de genealogía del crimen que me permitiera relacionar estos casos con otros también acaecidos en los siglos XVIII y XIX. Así, por ejemplo, los lectores encontrarán una casuística sobre infanticidas en la causa de Romualdo Denis, una galería de mujeres parricidas en la de Castillo o, en la de Juan Luna Novicio, una reflexión sobre lo que por aquel entonces se conocía como «crímenes pasionales», pero también acerca de la hipotética relación de los artistas con el crimen.