Trotalibros rescata el clásico de las letras escandinavas «El palacio de hielo» de Tarjei Vesaar
La novela fue publicada en España en 2007 en la última etapa de la editorial Bruguera y es una lírica historia sobre la amistad y el duelo en la infancia, del autor Tarjei Vesaas, uno de los escritores noruegos más importantes del siglo XX.
Texto: David PÉREZ VEGA
Ya comenté en la reseña de La guardia de Nikos Kavadías, que había empezado a leer El palacio de hielo (1963) de Tarjei Vesaas (Vinje, Noruega, 1897 – 1970), el segundo libro de la editorial Trotalibros, especializada en rescates. Trotalibros es una editorial dirigida por el joven Jan Arimany, que surge de un canal de Youtube del mismo nombre. El palacio de hielo se publicó por primera vez en España en 2007, en la última etapa de la editorial Bruguera, que debió quebrar poco después. Estos libros aún es frecuente encontrarlos en las librerías de segunda mano. Así que la vida comercial de El palacio de hielo, un clásico de las letras noruegas, fue bastante efímera en España y es un libro que merecía una segunda oportunidad.
Siss y Unn tienen once años y viven en un pueblo noruego. Unn ha llegado hace no mucho a este pueblo porque vivía con su madre en otro lugar y al fallecer ésta ha sido acogida por una tía mayor, que vivía sola en el pueblo en el que transcurre la narración. Siss es una chica líder en su clase que, desde el primer día, ha experimentado una atracción por Unn, a la que siente como alguien cercano. Sin embargo, cuando empieza la novela aún no ha surgido una posible amistad entre ellas. Siss ha invitado a Unn a unirse en el recreo a los juegos de los niños de la clase, pero ella lo ha rechazado y permanece sola pegada a una pared. Los demás respetan su silencio, su aislamiento voluntario.
La novela empieza el día en el que Unn invita al fin, en el colegio, a Siss a visitarla en su casa esa tarde. Siss acudirá allí, horas más tarde, con grandes expectativas, sintiendo que éste es el comienzo de la que puede llegar a ser una gran amistad. La novela está contada en tercera persona, pero ‒mediante la técnica del estilo indirecto libre‒ el autor acerca mucho al lector a los pensamientos de los personajes. De hecho, en algunos momentos cede la voz narrativa a sus pensamientos.
«Camino de algo apasionante, Siss pensaba en lo que sabía de Unn, y andaba erguida y terca, procurando mantener a raya el miedo a la oscuridad», leemos al principio del segundo capítulo, en la página 13. Estamos en otoño y el invierno se acerca. Aunque ya se está empezando a hacer de noche, los padres de Siss no tienen ningún problema en dejarla ir sola a la casa de Unn, ya que no consideran que el pueblo y sus alrededores boscosos entrañen ningún peligro. El lector siente el miedo de Siss hacia los bosques oscuros, camino de la casa de Unn, y al no saber hacia dónde se dirigía la narración, al principio pensé que se podía tratar de una novela de terror, o con presupuestos cercanos al terror, y El palacio de hielo me empezó a recordar al Ray Bradbury de La feria de las tinieblas, que también sitúa su acción en el otoño, se ocupa de niños que están dejando de serlo y su prosa nos habla de un mundo extraño, repleto de posibles peligros. «La oscuridad a los lados del camino. No tiene forma ni nombre, pero el que anda por aquí nota que aparece, que le persigue y le hace sentir arroyos corriéndole por la espalda.» (pág. 38)
El palacio de hielo tiene un giro argumental que no me gustaría desvelar, porque quizás esto pueda estropear en parte la aproximación adecuada del posible lector a esta notable novela de los países nórdicos. Diré que el tema principal de El palacio de hielo es el de la asunción del duelo por la muerte de las personas cercanas en la infancia. Es un tema delicado, que Tarjei Vesaas trata con mucha elegancia. Los personajes principales de esta novela tienen once años cuando los conocemos y, al finalizar el libro, no muchos meses después, algo va a haber cambiado profundamente en ellos, algo que les ha llevado a dejar atrás la infancia, o al menos una parte muy significativa de ella.
Vesaas da mucha importancia en su historia a la naturaleza, al paso de las estaciones, que también puede simbolizar el paso de las etapas vitales de las personas. Así, abundan las descripciones sobre la naturaleza que muestran su grandeza, su belleza y su peligro. El gran lago cercano al pueblo (había un lago con estas características cerca del pueblo natal de Tarjei Vesaas) se encuentra helado al comienzo de la novela, y en él los niños pueden patinar. Poco después el lago se cubrirá de nieve, marcando el comienzo del invierno y el fin de la temporada de patinaje. A este lago viene a dar un río desde una cascada. En otoño parte de la cascada se congela y el agua fluye por debajo. Esta cascada helada será «el palacio de hielo» al que alude el título, un lugar de enorme importancia en la trama de la novela. Un lugar de gran belleza y a la vez terrorífico, un lugar donde la naturaleza aúna su capacidad de fascinación y muerte, el «eros» y el «tánatos». Un «tánatos» presente de forma explícita en la novela y un «eros» presente de forma implícita, como la idea de vida que va a florecer en las jóvenes protagonistas que están dejando de ser niñas.
En la reseña de La guardia (1954) de Nikos Kavadías dije que la decisión de Jan Arimany de comenzar su editorial Trotalibros con esta novela me parecía arriesgada y valiente. Lo decía porque Trotalibros es una editorial que surge de un canal de YouTube, un canal que se relaciona con otros canales que promueven la lectura de libros LGTBI, literatura de mujeres, libros asiáticos, antirracistas, etc., y, en este contexto podía chocar la crudeza, no políticamente correcta, de los marineros de La guardia. En este sentido, la elección de El palacio de hielo me parece mucho más adecuada a las expectativas del posible comprador de las narraciones que se ha propuesto rescatar Trotalibros. El palacio de hielo de Tarjei Vesaar es un clásico de las letras escandinavas, un libro muy sutil y poético sobre la infancia, la naturaleza y la belleza cruda y desolada de vivir y morir, sobre la aceptación de los ciclos de la vida. Sin duda, El palacio de hielo se merecía una nueva oportunidad en el mercado español. De nuevo, como ya hice al comentar La guardia, quiero desearle desde aquí una gran andadura a la nueva editorial Trotalibros.