Shuang Xuetao: “Para nuestra sociedad, la historia es un componente importante”

La editorial Almadía publica el volumen «Moisés en la llanura» que recoge dos novelas cortas sobre el pasado y la nostalgia y la confianza interfamiliar del escritor chino, Shuang Xuetao.

Texto David VALIENTE

 

Desde el año 2011, el escritor chino, Shuang Xuetao (Shenyang, 1983), lleva dando muestras de sus cualidades innatas para la literatura. Ya su primera novela, Winged Ghost, publicada en 2011, le valió el premio Taipei Literature Award. Hasta hace poco su nombre era completamente desconocido para los hispanohablantes. No obstante, la editorial Almadía ha venido a enmendar ese agravio a la literatura china, haciendo un hueco a Xuetao en su catálogo con la publicación de un volumen, Moisés en la llanura, donde se recoge dos de sus novelas cortas. La primera de ellas, que da título al libro, puede parecer una novela negra debido a ese ambiente oscuro, gélido y norteño, que bien puede recordarnos a los escenarios inmortalizados en las novelas de Sherlock Holmes, y, aunque la trama gira en torno a la investigación de varios asesinatos de taxistas, enseguida la complejidad psicológica de los personajes y los vigorosos análisis temático supera cualquier intencionalidad de acercar al lector a una novela de misterio, y lo obliga a reflexionar sobre temas tan punteros y de actualidad como el pasado y la nostalgia. Por otro lado, en El aeronauta se narra la historia de un joven banquero que accede a los reclamos de su familia y comienza a buscar a su tío, que tiempo atrás desapareció del mapa después de haber dilapidado la fortuna familiar. En esta historia la confianza interfamiliar juega un papel protagonista deslumbrante. Shuang Xuetao ha concedido a Librújula una entrevista por correo electrónico.

¿De niño mostró un gran interés por la literatura?

En la escuela, se me daba bien redactar, pero no era muy constante y el gusto del profesor no siempre coincidía con mis cualidades narrativas. En tercero y en cuarto de primaria, tuve una profesora que nos obligaba a memorizar poesía de la dinastía Tang y la dinastía Song. Ella, que era una entusiasta de la literatura con tendencias algo depresivas, nos instó a escribir un diario. Sentía placer y ciertas dosis de vanidad al usar las palabras para construir historias. Cuando crecí, me di cuenta de que profesores como ella, que alientan la creatividad individual, son muy escasos. En mi juventud, a menudo leía libros que nada tenían que ver con las asignaturas del colegio; y si no me los podía permitir, iba a la librería y, en un rincón, empezaba a leer. La lectura siempre ayuda a olvidar la realidad, además la buena literatura puede lograr que el mundo real te parezca pura ficción. Tengo una lista larga de escritores a los que admiro, pero entre quienes releo constantemente están J.S. Monroe y Kazuo Ishiguro.

¿Cómo era ese noreste de China antes de la apertura económica, cuando Mao aún estaba en el poder?

Nací en 1983, siete años después de la muerte de Mao, por lo tanto, no viví esos años. Mis padres eran jóvenes instruidos que no tuvieron, sin embargo, la oportunidad de recibir una educación reglada. Más tarde se verían atados por la política de hijo único. Al ser el único hijo del núcleo familiar, mis padres dieron mucha importancia a mis calificaciones en la escuela, también el resto de mi familia estuvo muy pendientes de mi actividad educativa. El maoísmo me legó eso. Por otro lado, cuando era niño, en la mesa, a menudo oía a mis padres cuestionar las diferencias entre ricos y pobres y anhelaban una sociedad más igualitaria. Recordaban aquellos días en las fábricas en los que se aborrecía el propio interés, cosa que ahora no sucede. El romanticismo maoísta sigue impregnando todos los aspectos de la sociedad.

¿La apertura económica les hizo sufrir mucho?

A causa de la destatalización de las fábricas, mis padres perdieron su trabajo y se convirtieron en vendedores ambulantes, un trabajo que les permitía llegar a fin de mes. Ellos eran personas muy honestas y, a veces, cuando la policía se personaba por las calles donde hacían sus negocios, huían despavoridos. Este recuerdo de ellos, me rompe el corazón.

¿Cómo es el panorama literario chino?

En China, como escribir no genera ningún coste y casi todo el mundo puede acceder a las herramientas necesarias, existe un gran ecosistema de escritores. Muchos de ellos son aficionados con talento que, sin embargo, les cuesta darse a conocer porque no existen las plataformas adecuadas para difundir su trabajo. Por supuesto, contamos con editoriales y revistas literarias, pero, por lo general, prefieren apoyar una literatura más convencional y, además, se encuentran supeditadas a los órganos administrativos competentes. Las editoriales independientes luchan para conseguir autofinanciación y por sobrevivir en un mercado en declive. Algunos escritores aficionados, en sus ratos libres, han optado por publicar sus textos en redes sociales. Simplificando: en China hay bastantes autores, pero los lectores no llegan a saber qué es buena literatura, entre otras cosas, porque ciertas personas, que van de expertas en literatura, criban trabajos de calidad dudosa. Personalmente, leo muchos títulos contemporáneos que me recomienda mi editor o directamente aquellos que son de amigos míos; me gusta Zhang Yueran y Shinobu Yoshii, esta última es japonesa, pero escribe en chino.

Por eso usted en una entrevista dijo que la literatura china está ‘enclaustrada’ y es demasiado ‘académica’…

En China, la mayor parte de las creaciones literarias no encuentran mercado. Este hecho provoca que la cultura esté en manos de un pequeño círculo (pero no lo entendamos como un círculo cultural, sino más bien como un conglomerado institucional), un universo paralelo a la literatura de calidad. Gran parte de la literatura de mercado es de mala calidad y carece de cualquier tipo de vitalidad. Por otro lado, que la literatura esté institucionalizada y reducida a un pequeño grupo hace que la credibilidad de los escritores quede en entredicho y que progresivamente se alejen de la realidad y se produzcan cosas que nadie lea. Hay escritores talentosos que se decantan por escribir novelas  menos valiosas para conseguir algún premio mainstream o una buena nota de prensa de algún crítico sin gusto literario.

La crítica le ha incluido dentro de New Northeast Writers Group, donde ya destacan los nombres de Ban Yu y Zheng Zhi, por ejemplo. ¿Qué discurso aportan a la literatura y en qué se diferencian de los autores de la ‘literatura del trauma’ (Mo Yan, Can Xu, Jia Pingwa…)?

Me resulta complicado analizar esto, porque el criterio de un escritor suele diferir de la perspectiva de los críticos. El surgimiento de un grupo de escritores en el noroeste es una gran noticia, y estoy seguro de que en el fututo la región seguirá dando más autores. Sin embargo, estoy en contra de que nos clasifiquen por regiones geográficas, me resulta una clasificación perezosa; además no somos minerales, más bien somos como conejos: quizá una montaña tenga una variedad de conejos diferentes a la que tiene la montaña de en frente, pero ambas variedades pertenecen a la misma especie animal.

En la novela Moisés en la llanura, se puede sentir el peso de la historia sobre los hombros de los personajes y el reclamo constante de la conciencia individual, ¿la sociedad china en general siente lo mismo?

Para nuestra sociedad, la historia es un componente importante. No es una carga pesada, sino un juego de sinergias que persiste, a veces, impulsándonos y, otras, conteniendo flujos complejos. Siempre reivindico la individualidad y espero firmemente que las personas obtengan la oportunidad de elegir y, después, tengan el coraje de hacerse responsables de sus elecciones. Y si tienen suerte, quizá puedan desarrollar algunas habilidades y disfrutar de ellas.

Uno de los personajes de El aeronauta, Xiao Feng, ha conseguido terminar sus estudios universitarios, pero no ha hecho un máster, ni un doctorado, sino que se ha puesto a trabajar en un banco, por lo tanto, él no se considera exitoso. ¿Cuándo una persona puede decir que es exitosa en China?

En China, el éxito está marcado por unas características muy específicas y uniformes. La persona exitosa es la que tiene un trabajo estable con un sueldo decente, hijos encantadores y amigos que le ayudan. Y no importa si te encuentras en el campo o en la ciudad, estos estándares se aplican a todo el territorio, y hunden sus raíces en una mentalidad monolítica muy arraigada en la cultura popular. Debido a estos estándares, hay tantos perdedores como olas hay en el mar. Creo que si rompiéramos esta visión tan rígida del éxito y entendiéramos que hay muchos tipos de bien y cada uno tiene la capacidad de definir el suyo, habría menos perdedores.

En su novela habla del pasado, pero quiero saber cómo ve el presente y el futuro de su país.

Espero que el futuro del país sea brillante, al menos en el plano económico y cultural. Espero también que mis padres tengan una vejez confortable, y espero que las generaciones que vienen detrás tengan esperanza en sus corazones. Para mí, deseo seguir haciendo mi trabajo y seguir estando con la persona que amo, sin la cual la literatura no tendría ningún sentido. Ese es mi deseo.