Radka Demerková, la voz incómoda de la literatura checa
Galaxia Gutenberg publica «Sangre de chocolate», de Radka Demerková.
Texto: David Valiente Foto: Dirk Skiba
Durante veinticuatro horas casi ininterrumpidas, Radka Demerková ofreció su voz y su alma al público del Festival de Música Boskovice, leyendo fragmentos de su obra con la pasión de quien entiende que las palabras pueden trascender el papel. Esta emotiva iniciativa, concebida junto a una amiga, tenía un propósito noble: recaudar fondos para la preservación de monumentos judíos en ciudades de Bohemia y Moravia. Más que un gesto altruista, este episodio es un reflejo fiel del compromiso de la autora no solo con la literatura, sino también con la historia, la memoria y la realidad que la atraviesa. Escritora, dramaturga y traductora, Demerková convierte su arte en un puente entre el pasado y el presente, entre la palabra y la acción
En España, la obra de Radka Demerková ha encontrado un hogar en la editorial Galaxia Gutenberg, que ha publicado dos de sus libros, El dinero de Hitler y Contribución a la historia de la alegría, además de encargarse de la traducción y edición de Sangre de Chocolate. En esta última novela, la autora recurre a una narrativa plutarquiana para tejer las vidas no de dos, sino de tres personajes históricos casi contemporáneos, cuyas trayectorias evidencian las abismales desigualdades que han marcado el destino de más de la mitad de la humanidad.
Los protagonistas elegidos son la escritora y feminista George Sand, el magnate John D. Rockefeller y la novelista checa Božena Němcová, esta última, probablemente, la gran desconocida para el público español. Figura clave del Movimiento de Renacimiento Nacional del siglo XIX, Němcová dedicó su vida a la promoción de la lengua checa y a la resistencia contra la germanización cultural. Su talento y valentía desafiaron un mundo concebido por y para los hombres, pero el peso de su tiempo fue implacable. Su esposo intentó reducir su vida a las labores del «bello sexo», y sus supuestos colegas de letras, si es que se les puede llamar así, obstaculizaron sus esfuerzos por hacerse un nombre como escritora. Finalmente, el contexto conservador y machista la condenó a la pobreza y al hambre, pero Demerková la ha resucitado como un símbolo de lucha y resiliencia.
Radka Demerková sabe bien lo que es enfrentarse al rechazo de sus propios compañeros. En sus inicios, tuvo que lidiar con la desconfianza y las críticas de escritores y editores que, con suficiencia, le recordaban su supuesta falta de talento para la «literatura seria» (pero ¿qué es literatura seria?). Sus obras eran, según ellos, “demasiado emocionales”, como si la emoción no fuera el motor que bombea la savia de la gran literatura. Si algo queda más que claro es que estos críticos nunca han leído el Werther de Goethe ni Nueva Eloísa de Rousseau.
Sus detractores más recalcitrantes han convertido esta sensibilidad —que en su caso es una virtud y no un defecto— en el blanco de sus ataques, aunque quizá su modelo de alta literatura se limite a las noticias de la prensa deportiva. En este caso, tienen toda la razón en afirmar que Demarková no sirve para escribir. Sin embargo, si algo ha desatado críticas y hasta amenazas (más de una vez le han mandado mensajes intimidantes), no ha sido su estilo, sino su determinación de narrar la historia tal como fue, sin edulcorantes patrióticos ni concesiones al discurso nacionalista.
A los más fervorosos patriotas no les gustó El dinero de Hitler, una novela en la que Demerková saca a la luz los trapos sucios (sucísimos) del pueblo checo, mostrando que no solo fueron víctimas, sino también victimarios. Tras la Segunda Guerra Mundial, los alemanes de los Sudetes fueron brutalmente expulsados de sus hogares, y la autora reconstruye estos hechos con imágenes tan reales como implacables. En su relato no hay lugar para la complacencia, pues evidencia cómo el poso de la venganza puede convertirse en una marejada de fanatismo e histeria colectiva.
Buena parte de la trayectoria literaria de Radka Demerková ha estado marcada por la búsqueda de justicia histórica, una justicia real, lejos de ese revisionismo barato que acomoda los hechos dentro de las narrativas políticas convenientes. Su escritura es una invitación —o más bien una exigencia— a que las sociedades levanten la alfombra de la historia y enfrenten la miseria acumulada durante décadas, esa que les impide ver con claridad el rostro de las verdaderos damnificados, mientras, lejos de castigarlos, los verdugos han conseguido grandes cuotas de poder y riqueza inmerecidas.
Fiel a su espíritu inconformista, la autora de Sangre de chocolate visitó China y no todo lo que vio fue de su agrado. En el país que más titulares candentes genera en la actualidad, Demerková contempló un desarrollo tecnológico deslumbrante, aunque el avance en derechos sociales estaba estancado. Su testimonio, recogido en un texto que incomodó al régimen, Hodiny z olova (Horas de plomo), le valió ser declarada persona non grata por Pekín. No es agradable comprobar cómo la vorágine capitalista hace de las suyas sin impunidad y devora a las personas. “Lo que vi fue lo peor del capitalismo combinado con lo peor del comunismo”, dijo en una entrevista para Asymptote.
Las escenas costumbristas chinescas despertaron en la autora pesadillas del pasado: el profundo dolor padecido por los pueblos de Europa del Este en la transición. El temor latente a un capitalismo desbordado se filtra en Sangre de Chocolate. Hoy, República Checa es un país puntero, que, en muchos marcadores económicos, ha superado a España debido a, en esto inciden los especialistas, un clima fiscal decente para hacer negocios. ¡Vaya! Pronto los youtubers podrían cambiar Andorra la Bella por Praga la Dorada. Sin embargo, el temor de Radka a perder las conquistas sociales conseguidas no debería extrañar, sobre todo, al escuchar a una parte del espectro político checo alabando al régimen autoritario chino. Tanto la caída del Muro de Berlín como las transformaciones de las exrepúblicas soviéticas han marcado su escritura y lo que menos desea es que las fuerzas económicas terminen aplastando los cimientos del estado de bienestar checo.
Otros de sus frentes es la lucha por la igualdad de género. En Contribución a la historia de la alegría, Demerková disecciona los mecanismos que cosifican a las mujeres, exponiendo con toda lucidez las dinámicas de poder que las relegan. Algunos críticos consideran que, con esta obra, la autora checa se adelantó en Europa a movimientos como Me Too, nacidos más tarde en Estados Unidos, confirmando así su capacidad para leer los movimientos de las placas tectónicas antes de que se produzca el terremoto.
Las inquietudes intelectuales de Radka Demerková encuentran un eco natural en la obra de Herta Müller. Ambas han explorado, con obsesiva lucidez, los estragos del totalitarismo, las fracturas sociales y la lucha por la igualdad de género. No es de extrañar, entonces, que la autora checa haya traducido al checo a Müller, la premio Nobel de Literatura, con quien ha mantenido largas y profundas conversaciones (cuyos temas, sin necesidad de oírlas, podemos intuir).
Para Demerková, la traducción es un refugio, una forma de distanciarse momentáneamente de las exigencias de la escritura sin abandonar por completo el universo literario. Pero traducir a Müller es, además, un placer. Tal vez porque en sus textos reconoce la misma obsesión por dar voz a los silenciados y la misma necesidad de exponer las fisuras de la historia sin recurrir a eufemismos.
En sus traducciones también se percibe sus intenciones de no agradar a nadie, de ser fiel a sus creencias y combatir contra la enajenada memoria colectiva. Su literatura no responde a servilismo de ninguna índole y recuerda que la historia no siempre es heroica: un día las víctimas asumen el papel de verdugos. No es casualidad que moleste y despierte reacciones viscerales. Pero con sus novelas, obras de teatro, ensayos y traducciones demuestra que la literatura es un acto incómodo y a su vez necesario. Sus páginas trazan una advertencia y una promesa: la verdad, no importa lo dolorosa que puede llegar a ser, siempre va a encontrar un aliado para salir del oscuro cajón de la mendacidad.