Olga Tokarczuk, la premio Nobel de literatura cuyo discurso no quería escuchar el gobierno de Polonia

Se ha publicado en España “Los libros de Jacob” (Anagrama), la última obra de la premio Nobel polaca Olga Tokarczuk.  Más de mil páginas escritas de manera concéntrica que nos llevan a la Europa oriental de final del siglo XVIII donde lo mundano y lo divino chapotean en el mismo barro. Esta vez el calificativo no es banal ni apresurado ni rutinario: es una obra maestra.

Texto: Antonio ITURBE  Foto: Jacek-Kołodziejski  

 

Olga Tokarczuc afirma que “el mundo es un tejido que cosemos a diario entre todos”. Ella lo hace con sus libros, con su búsqueda de una literatura inconformista y con su inconformismo personal: se afilió a Los Verdes porque no se conformaba con la manera en que estamos esquilmando el planeta. Sus críticas al gobierno ultraconservador de Polonia la colocan en una situación incómoda en su propio país, pero no se rinde. Cuando le concedieron el Nobel, el ministro de cultura de Polonia afirmó públicamente con desdén que “nunca había sido capaz de terminar ninguno de sus libros”.  Tanto recelaba de ella el gobierno, que no se retransmitió en directo su discurso de aceptación del Nobel en la televisión polaca; una vez comprobaron que no había alusiones al gobierno, se dio en diferido. Tokarczuk habló en ese discurso de cosas demasiado grandes para acordarse de mencionar a unos políticos tan pequeños.  Con el dinero del Premio Nobel ha fundado en su ciudad, Wroslaw, una fundación para fomentar estudios de literatura en los jóvenes, residencias para autores y traductores y proyectos medioambientales, sociales o en favor de los derechos de la comunidad LGTBI, que sufre en Polonia un acoso severo por parte de las autoridades. Explicó que el lema de su fundación es: “Futuro, igualdad, creatividad y ternura”.

La cubierta en castellano de su última novela, Los libros de Jacob, resulta especialmente atinada para abrirnos la puerta al mundo de Olga Tokarczuk: una caracola que trae un susurro que nos llevará tan lejos como nuestra imaginación lo permita. Pero la caracola no solo nos cuenta, también nos mira desde lo profundo.

Nos sitúa Tokarczuk en la Polonia de final del XVIII y nuestro primer guía en la historia es el párroco católico de la modesta localidad de Rohatyn. Lleva una sotana desgastada y muestra un aspecto descuidado, pero hay algo muy vivo en su interior: el afán de publicar una gran enciclopedia que resuma todos los saberes humanos. Vemos a este padre Chmielowski hacer algo que la jerarquía de su iglesia desaprobaría: ir a ver a un rabino para intercambiar libros e incorporar a esa gran enciclopedia conocimientos judíos. El padre Chmielowski no es un hombre valiente, ni de ideas progresistas, ni siquiera tiene un especial talento y se limita a cortar y pegar trozos que otros han escrito para componer su enciclopedia, pero cree que “si los seres humanos leyeran los mismos libros, vivirían en el mismo mundo, mientras que ahora viven en mundos separados”. Este párroco tiene por debajo de su sotana anticuada y raída algo que a Olga Tokarczuc le palpita en su literatura: el afán de la totalidad, mostrar cómo la humanidad no es otra cosa que un nudo de conexiones, que todos dependemos de todos.

Ese párroco no es más que un personaje secundario en esta historia que tiene ese afán de ojo circular que cuente las cosas desde múltiples puntos de vista. A doscientas páginas del inicio ni siquiera el lector ha conocido todavía al protagonista, ese Jacob Frank fuerte, atractivo, de amplios apetitos, que puede resultar pendenciero, excesivo, lujurioso, pero que los rabinos sabios que se mueven en su entorno no dudan en señalar como ese mesías de los judíos que por fin ha llegado. Un personaje real que concitó una gran controversia en su época.

Veremos a Jakob Frank desde él mismo y desde las miradas alrededor de quienes lo siguen, especialmente Nachman, hombre sabio que dedica su vida a la lectura de las escrituras y a buscar esa elevación metafísica que lo ponga frente a lo divino, aunque tampoco rechace el vino abundante ni fumar esa resina que multiplica sus percepciones celestiales. Frank tiene ciertas alucinaciones premonitorias, a veces hace milagros, o la gente los percibe como tales.  Avanza desde Turquía hacia Polonia haciendo crecer su séquito de adeptos. Pone sobre el tapete de esa Polonia multilingüe donde las diferentes religiones conviven juntas pero siempre recelosas entre ellas una bomba teológica que explota como una herejía de grandes dimensiones: afirma que las religiones del libro han de unirse en una sola “el camino de la salvación consiste en extraer de esas religiones granos de la revelación y unirlos en una sola gran revelación divina”.

Moliwda será un personaje importante al tratar de ejercer de enganche entre Jakob y las diferentes jerarquías, aunque él mismo tendrá que atender sus contradicciones de cristiano entre judíos y su propia tormenta personal. La mirada va rodando por diferentes personajes, incluso el punto de vista del narrador varía de primera a tercera persona, y también tenemos una visión global, como de multipantalla del ojo del personaje más enigmático del libro: la vieja Yenta que estando moribunda se tragó un amuleto mágico y ha quedado atascada entre la vida y la muerte. Con los ojos cerrados lo ve todo. Una metáfora del propio escritor, ese narrador que todo lo ve en su propio libro, con esa idea de Tokarczuk del escritor que trabaja en esa fina línea entre la vigilia y el sueño donde se desenrolla el hilo de oro de la imaginación. A Tokarczuk le sucede lo que a su personaje que quiere dejar constancia de las asombrosas revelaciones de Jakob en su pequeño cuaderno porque cuando escribe “todo se compone, se define, se ordena. Y es que Nachman siempre ha tenido la impresión de participar en algo grande, irrepetible y único, De que ese algo nunca volverá a nacer y nunca ha existido”.

La de Tokarczuk es una literatura que busca la totalidad: contarlo todo no de manera lineal sino sucesiva, con un haz de miradas cruzadas contaminándose unas de otras e influyéndose decisivamente. En su discurso de aceptación del Nobel habló de ese narrador al que aspira llegar. que no es en primara persona (el “yo”), tampoco en segunda persona (el “tú”) ni el clásico narrador omnisciente de la tercera persona (el “él”). Ella busca un narrador que sea una especie de “nosotros”, de “todos”:  “Sueño con un nuevo tipo de narrador: una «Cuarta persona», que no es simplemente una construcción gramatical, por supuesto, sino que logra abarcar la perspectiva de cada uno de los personajes, además de tener la capacidad de ir más allá de cada uno de ellos, que ve más y tiene una visión más amplia, y que puede ignorar el tiempo. Creo que la existencia de este narrador es posible. ¿Alguna vez te has preguntado quién es el maravilloso narrador de historias en la Biblia que grita en voz alta: «En el principio era la palabra»? ¿Quién es el narrador que describe la creación del mundo, su primer día, cuando el caos se separó del orden, quien sigue la serie sobre el origen del universo, quien conoce los pensamientos de Dios, es consciente de sus dudas y con un mano firme establece en papel la increíble frase: «¿Y Dios vio que era bueno»? ¿Quién es, quién sabe lo que Dios pensó?

Dejando de lado todas las dudas teológicas, podemos considerar esta figura de un narrador misterioso y tierno como milagrosa y significativa. Este es un punto de vista, una perspectiva desde donde se puede ver todo. Ver todo significa reconocer el hecho último de que todas las cosas que existen están mutuamente conectadas en un solo todo, incluso si las conexiones entre ellos aún no nos son conocidas. Verlo todo también significa un tipo de responsabilidad completamente diferente para el mundo, porque resulta obvio que cada gesto «aquí» está conectado a un gesto «allá», que una decisión tomada en una parte del mundo tendrá un efecto en otra parte de eso, y esa diferenciación entre «lo mío» y «lo tuyo» comienza a ser discutible.

Por lo tanto, podría ser mejor contar historias honestamente de una manera que active un sentido del todo en la mente del lector, que active la capacidad del lector para unir fragmentos en un solo diseño y descubrir constelaciones enteras en pequeñas partículas de eventos. Para contar una historia que deja en claro que todo el mundo y todos están inmersos en una noción común, que producimos minuciosamente en nuestras mentes con cada giro del planeta. La literatura tiene el poder de hacer esto”.

Sus libros no son fáciles , no son lecturas “que se leen muy rápido”, a mucha gente no le parecerán entretenidos. Como le pasaba al ministro de cultura polaco. Pero Tokarczuk no quiere entretenernos, quiere compartir su búsqueda.  Lo decía frente a la academia sueca y se lo decía a sí misma: “Escribo ficción, pero nunca es pura fabricación. Cuando escribo tengo que sentir todo dentro de mí. Tengo que dejar que todos los seres vivos y los objetos que aparecen en el libro me atraviesen, todo lo que es humano y más allá del ser humano, todo lo que está vivo y no está dotado de vida”.

 

 

++++++++++++  Olga Tokarczuk se cuenta a sí misma

Libros: “Mis padres eran maestros. Los libros estaban muy presentes en nuestra casa. Vi desde el principio cómo mis padres están discutiendo libros, leyendo libros, comprando libros y pude pasar mucho tiempo con mi padre en la biblioteca, lo recuerdo muy bien. Los libros más interesantes para mí siempre estaban cerca del suelo. Muchos de ellos eran cuentos de hadas y todavía me gustan mucho los cuentos de hadas. Incluso recientemente compré un nuevo volumen de los cuentos de hadas de los hermanos Grimm y todavía los leo como una especie de poesía, pero luego creo que Julio Verne me afectó mucho. Entonces, comencé a pensar en cruzar fronteras, pensar en otros países y otras culturas, viajar…”

Psicóloga: “La psicología me enseñó muchas cosas importantes. Creo que la más importante es que existe en cada ser humano una novela, que es la fuente de muchas historias. La formación como psicoterapeuta me enseñó a escuchar a las personas. Es un tipo de habilidad que realmente puedes entrenar y estar mucho más abierto a lo que la gente te dice”.

El campo: “Ha sido muy influyente para mi trabajo mudarme al campo, De niña crecí en el medio rural de niña y después de vivir en grandes ciudades y llevar ese tipo de la vida caótica, volví a la naturaleza. Entonces descubrí un estado mental diferente que me dio una especie una concentración y un silencio, silencio interior muy buenos para mi escritura”.

La escritura: “lo más divertido y misterioso es crear personajes. Parece, al principio, que realmente estoy inventando porque necesito un personaje, una personalidad para la historia, para mi historia. Pero, de hecho, parece que esos personajes vienen de fuera de mi historia, por lo que ya existen en alguna parte y el primer paso es que se ven bastante bien formados, solo nublados, no de una manera física, pero hay otro paso de este proceso cuando puedo escuchar lo que están hablando entre ellos o cuando me están hablando. Entonces, este es el mejor momento de mi escritura”.

Mujer: “A veces pienso que necesitamos, no solo la escritura femenina, sino también la creación de los personajes femeninos en la literatura como un sujeto filosófico, ético, de cara a los desafíos más importantes, los desafíos contemporáneos entonces, porque cuando estamos pensando en un hombre, me refiero a un ser humano, todavía tenemos en algún lugar en el fondo de nuestras mentes, un hombre, la figura del hombre. Entonces, este es muy importante, esto debería ser, para ser cambiado”.

Compromiso medioambiental: “No soy una activista al uso. Soy demasiada neurótica y nerviosa para dar un discurso a un gran grupo de personas. No soy ese tipo de luchadora, pero puedo escribir esas ideas y puedo crear una historia que conmoverá a otros como en mi libro Sobre los huesos de los muertos. Después de este libro, algunas personas me dijeron que se volvieron vegetarianos. Voy a hacer lo que realmente puedo hacer, este es mi pequeño campo de mi actividad. Por lo tanto, no soy realmente una activista pero voy a usar mi escritura y mi imaginación para ampliar nuestra conciencia”.

Fundación:  “Con el dinero del Premio Nobel he creado una fundación para la comunidad. El objetico es facilitar los estudios de literatura a los jóvenes, crear pequeñas residencias para escritores y traductores. También apoyar proyectos a favor del medio ambiente o los derechos de la comunidad LGTBI porque son cosas muy importantes para mí”.

Consejo a los aspirantes a escritores: “Leer y leer, y por cada página escrita siempre hay mil páginas que se deben leer”.

 

Fuente: Nobel Prize Foundation.