Miguel Golmayo: “Si queremos mantener el estado de bienestar, no vamos a ser capaces de cumplir con los objetivos climáticos”

Publica «La sangre que mueve el mundo. Geopolítica del petróleo y del gas» (Editorial Ariel). 

Plataformas perforadoras semisumergibles West Taurus y West Eminence, de la compañía Seadrill, en el puerto de Santa Cruz de Tenerife. Copy: Wikipedia

 

Texto: David VALIENTE

 

Miguel Golmayo ha escrito uno de esos libros que podríamos definir como oportunos. En este momento que la luz y el gas se pagan a precio de oro por culpa, entre otras cosas, de la guerra en Europa del Este, la información que proporciona La sangre que mueve el mundo. Geopolítica del petróleo y del gas (Editorial Ariel) es de mucha utilidad para entender mejor esa subida tan elevada de los hidrocarburos. “He tardado 10 años en concluir el texto porque lo he escrito en mi tiempo libre”, comenta Miguel en una entrevista a Librújula.

Miguel Golmayo es capitán de barco y submarino de la Armada española, analista en temas de inteligencia, Agregado de Defensa en la Embajada de España en Eslovaquia y Consejero de Defensa de la Representación Permanente de España en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). Desde siempre le han interesado los temas relacionados con los combustibles fósiles y su valor geopolítico: “Tenía mucha inquietud porque había cuestiones que no llegaba a comprender debido a la complejidad del asunto y este ensayo me ha ayudado a aclarar ciertas ideas”, asegura.

Pero fue su estancia en el Mando de Operaciones analizando asuntos relacionados con la piratería en Somalia, cuando el capitán quedó completamente atrapado por la curiosidad y las preguntas que le planteaban las sinergias entre las acciones políticas y las fuentes de energía no renovables: “Llevé a cabo una investigación sobre el petróleo producido en Somalia, y dio unos resultados escalofriantes” Miguel dice que en la investigación empleó mayoritariamente fuentes abiertas: “Mucha gente piensa que quienes nos dedicamos a inteligencia manejamos dosieres o informes secretos; pero no es así: el 90% de la información está abierta y es muy interesante”. Lo verdaderamente complicado, continúa el capitán, es buscar las fuentes acertadas, filtrarlas y saber diferenciar la verdad de la mentira porque, nos advierte, existen auténticos maestros del engaño y el despiste. “Yo quería estudiar el caso de Somalia empleando otro punto de vista, ya que si todos empleamos las mismas fuentes y la misma metodología, llegaremos a las mismas conclusiones. Cuando sales de la senda ya caminada por otros, corres el riesgo de pegarte una piña, pero es un riesgo que debemos de asumir”. Y precisamente Miguel Golmayo lo hace con La sangre que mueve el mundo, con el que pretende contar la historia de los últimos tres siglos, incidiendo en las conexiones ocultas (a veces no tanto) existentes entre los hidrocarburos y los acontecimientos históricos reseñables.

 

Creo que la sociedad no empezó a tomar conciencia de la importancia que tienen el petróleo y sus derivados en los conflictos hasta la guerra de Irak en 2003, cuando por la televisión se pudieron ver esas famosas imágenes del Ministerio de Petróleo iraquí blindado por el Ejército estadounidense mientras que en el resto del país cundía el caos.

Muy poca gente se informa en los medios de comunicación, yo creo que es un defecto nacional y no lo digo a modo de crítica. Además, a la sociedad no le interesa lo más mínimo los temas de energía, lo que de verdad le preocupa es su bolsillo. Cuando terminé el libro me dijeron que iba a publicar en un momento muy oportuno y, es verdad, he tenido mucha suerte, porque desde que comenzara la crisis en Ucrania y los precios del gas y el petróleo se desbocaran, la gente está más receptiva a estos asuntos porque les inquieta que la factura del gas cuadruplique su precio. En otras circunstancias, viven ignorantes y me parece muy bien, ya existen bastantes preocupaciones en el día a día como para sumarle una nueva.

 

Aparte de analizar la relación que existe entre la historia contemporánea y los hidrocarburos, también es fundamental destacar que su libro nos muestra lo rápido que ha evolucionado el mundo desde que entraran en juego las fuentes de energía fósiles.

Sí. Cuando mi hijo viene a Madrid me pregunta por qué vamos siempre tan corriendo. Yo tengo la misma sensación cuando viajo a Nueva York. Antes, el mundo era mucho más tranquilo. Lo puedes comprobar en el manejo de la información: hoy manejamos en un día la misma cantidad de información que décadas atrás empleábamos en un año. Los medios de transporte son otro buen ejemplo. En el siglo XIX, los caballos que tiraban de carrozas marcaban la velocidad, en nuestros días se puede ir a 180 kilómetros por hora en una autopista. Algo similar pasó con los barcos que empleaban el carbón como fuerza de combustión, pero que lo abandonaron en detrimento del petróleo. Para mí este es el gran punto de inflexión porque los Estados vieron la utilidad del petróleo, dejando de ser un negocio de particulares que invertían su dinero (muchos lo perdían) para convertirse en una cuestión de seguridad nacional.

 

Precisamente quería llegar a este punto. Los Estados han intervenido en los asuntos de las empresas petrolíferas a lo largo de este tiempo; hubo momentos en el que el compromiso era máximo y ataban a las compañías en corto, pero también ha sucedido todo lo contrario y les han dado libre albedrío. ¿En qué momento nos encontramos ahora?

Todo depende del país que analices; no hay una regla aplicable a todo el mundo. Estados Unidos es el ejemplo mayúsculo de libre mercado, y cada vez que el Gobierno ha intentado tener una mayor participación en el negocio, las empresas se han puesto de uñas, lo que no quita que no intervenga en su apoyo. En cambio, Gazprom y LUKiol, empresas rusas, son privadas y cotizan en bolsa, pero la intervención estatal es continua. Sin embargo, sí hay un elemento común independientemente del grado de cooperación es que los gobiernos siempre vigilan la actividad empresarial de las petroleras y las propias compañías no dudan en pedir ayuda a sus respectivos Estados.

 

¿Qué modelo le parece el más conveniente?

No lo sé, pero si me dan a elegir entre uno y otro, sin duda me quedo con el estadounidense que propicia el libre mercado y la libertad de expresión. En otra entrevista me preguntaron si Rusia no era tan mala ni Estados Unidos tan bueno. Desconozco cuál de los dos es bueno o malo, lo que sí sé es que en Estados Unidos las opiniones en contra del Gobierno no cuestan la vida a las personas. Desde luego, me decanto por aquellos que por decir que hay una guerra no te meten en la cárcel.

 

Meses antes de la guerra del 73, el Club Bilderberg tuvo una reunión a la que acudió Henry Kissinger y donde se comentó la necesidad que había de subir el precio del petróleo, ¿Kissinger tuvo algo que ver con el aumento de los precios y con una de las crisis financieras más grande soportada por el capitalismo?

No suelo mojarme y seguiré sin hacerlo. A lo largo del libro aporto muchos hechos para que el lector llegue a sus propias conclusiones como yo he llegado a las mías. Hay documentación que demuestra que el Club Bilderberg se reunió meses antes de que comenzara la guerra y que Kissinger estuvo presente en esa reunión. También es cierto que a una de las conclusiones a la que llegaron es que era imprescindible subir el precio de los combustibles. De hecho, meses después hubo una guerra y el Secretario de Estado de Nixon más que apagar las ascuas, avivó las llamas. Ahora bien, con esto no quiero decir que el Club Bilderberg esté detrás del conflicto armado porque no he encontrado ningún documento que lo demuestre.

 

Pero la única persona con capacidad política e inteligencia para organizar algo tan grande era Kissinger.

Sin duda, era muy poderoso, incluso diría que más que el propio presidente de los Estados Unidos. Ha sido la única persona en la historia del país americano que ha ocupado en un mismo tiempo la Secretaria de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional. Últimamente, me están preguntando sobre la opinión que tengo de Kissinger: desde luego que tomó decisiones brutales, pero lo hizo por los intereses de su país. Respeto mucho que luchara por su nación.

 

Cambiemos de tema. La Conferencia de Colombo de 1976…

En esos momentos, el mundo pasaba por una situación compleja. Tras la guerra del Yom Kipur, según datos del FMI, se cuadruplicó la deuda mundial. El sistema financiero era perverso: una persona podía obtener grandes beneficios vendiendo petróleo y meter sus petrodólares en bancos, donde los empleaban para dar préstamos a los países en vías de desarrollo que ya estaban endeudados por culpa de préstamos anteriores que habían sido concedidos con intereses muy altos. No permitían que ese dinero fuera destinado a mejorar las condiciones materiales de los prestatarios: no podían comprar fertilizantes o adquirir fuentes de energía, solo devolver el dinero que les habían prestado anteriormente. Se estaba formando una bola de mierda que tarde o temprano iba a explotar. 85 países se enfrentaron a esta perversión, aunque les duró poco.

 

La India fue una de las protagonistas de la Conferencia de Colombo, pero la de hoy en poco se parece a la de entonces, ¿ve algún paralelismo entre lo que ocurrió hace casi cinco décadas y lo que está sucediendo ahora?

No. Ahora los países se mueven con más sutileza y no pecan de ingenuos; han aprendido de los errores del pasado y en vez de ir de frente para conseguir sus objetivos, lo hacen, como se dice en el argot militar, en aproximación indirecta.

 

Comenta que Sadam Huseín intentó cobrar en euros el petróleo que vendía y eso sentó muy mal a Estados Unidos. Hoy encontramos países, como la India, que compran el petróleo en su propia moneda. ¿Qué supone para los Estados Unidos que los países abandonen el dólar en las transacciones?

Un desastre económico. Mientras el patrón oro marcó el sistema, no había ningún problema, tanto oro tienes a tanto equivale tu papel y tu moneda. Pero con el abandono de los Acuerdos de Bretton Woods, se asumió un nuevo patrón para medir el valor del dinero: la confianza. ¿Cuántos miles de millones de billetes se pueden imprimir? Lo que la confianza soporte. Ni uno más ni uno menos. Entonces, se puede activar la máquina de hacer billetes hasta que la confianza se agote.

 

Se ha intentado no consumir el gas que proviene de Rusia, pero en realidad los hidrocarburos circunvalan el mercado y llegan a nuestros depósitos a un precio más alto. ¿La Unión Europea tiene alguna forma de frenar esto?

Es muy difícil. Algunos países, también productores, no aceptan las sanciones y compran el petróleo o el gas y luego lo mezclan con el suyo y lo venden. China es uno de ellos y no está cometiendo ninguna ilegalidad. Otro escenario muy diferente es el que se presenta dentro de la Unión Europa con Bulgaria, país miembro de la Unión que cuenta con el consentimiento de Bruselas para adquirir hidrocarburos directamente desde Rusia que abastezcan su mercado y ya de paso también cubra las necesidades ucranianas. Sin embargo, Sofía se aprovecha de esta concesión y produce 5 veces más petróleo de lo que necesita, además en una refinería perteneciente a LUKiol y que se encuentra en el mismo suelo búlgaro. ¿Se puede luchar contra esto? Lo veo imposible. De hecho, los estudios estiman que Rusia está vendiendo el 37% del petróleo y sus derivados por la puerta de atrás.

 

Entonces de nada sirven las sanciones…

Sí, sirven. Rusia tiene muchas dificultades para conseguir tecnología, hay una serie de componentes que requiere y no tiene. Lo está pasando mal.

 

Nabucco fue un gasoducto que nunca llegó a concretarse, ¿hubiera sido una buena alternativa para solucionar los problemas de abastecimiento gasísticos que tiene Europa?

Hubiese sido otra alternativa más. Todo lo que sea diversificar, bienvenido sea. Es verdad que las estimaciones decían que proporcionaría un 8% del gas total que necesita Europa para su abastecimiento, pero eso resulta más alentador que nada. Además, el gas no se importaba ni de Rusia ni de Estados Unidos ni de África, sino de las exrepúblicas soviéticas.

 

Bueno…Nabucco debía pasar por Turquía, ¿Ankara es un socio fiable?

Me parece peligroso. Turquía se encuentra entre dos mundos y esto la pone en una situación complicada. Por otro lado, durante dos décadas Bruselas le ha tomado el pelo con la cuestión del ingreso en la Unión, y ya se han dado cuenta. Respecto a Turquía, la UE siempre mantiene una postura blanda, y el motivo es precisamente la posibilidad que tiene de cerrarnos el grifo o de abrirnos la frontera y dejar pasar a dos millones de inmigrantes. Por eso, Bruselas siempre se anda con mucho ojo a la hora de sancionar a Turquía.

 

Sigo sin comprender esa obcecación de Alemania por el Nord Stream…

Alemania quiere la independencia energética sin intermediarios; pretende evitar lo sucedido en 1993, cuando Ucrania cerró las válvulas y dejó al país desabastecido. Vio una buena alternativa en construir un ducto que comunicara su país con Rusia, con quien no tenía malas relaciones, y que no pasara por debajo del suelo ucraniano o bielorruso y evitar así posibles extorsiones. Su negativa a la construcción de Nabucco se debió a que no recibía nada de ese gas, que se quedaba en países como Bulgaria, Hungría, Austria y Rumania.

 

Tampoco creo que sea muy aconsejable confiar el abastecimiento de los suministros de gas a un único país por muy amigo que sea…

Es que Berlín en ningún momento pretendía depender en exclusiva del gas ruso. Dependería de Moscú durante el tiempo que tardaran en cumplir los objetivos de sus informes y evolucionar a un sistema mixto, en el cual cada vez se empleara menos el gas y más la energía procedente de las renovables. Sin embargo, el inicio de la guerra en Ucrania ha dado al traste con su proyecto, con las consiguientes consecuencias para Europa porque, no lo olvidemos, Alemania es su motor y errores de esta dimensión repercuten en todos. Dicho esto, no pensemos que el razonamiento inicial de Berlín estaba equivocado: Rusia necesitaba dinero europeo y el continente, sus combustibles; era un negocio a un precio más que razonable, no como comprarle el gas licuado a Estados Unidos que nos cuesta 4 o 5 veces más caro. Ya dijo Miguel Arias Cañete que estábamos interesados en el gas que proviene del otro lado del Atlántico, pero no a un precio tan elevado. Al final, Estados Unidos se salió con la suya. Europa triplicó su factura de la luz y eso ha impedido que mucha gente haya podido encender la calefacción. Otra curiosidad de esta guerra: a Nord Stream siempre lo han asemejado al demonio, la UE no lo quiere, pero yo pregunto: ¿por qué odiamos el gasoducto que va directamente desde Rusia a Alemania y no aquel que cuenta con un país intermediario llamado Ucrania, que, recordemos, en más de una ocasión ha cerrado el grifo y ha dejado a una buena parte de Europa sin gas? El origen y el destino del gas es el mismo. Nadie se mete con ese ducto. ¡En qué cabeza cabe!

 

La Brújula Estratégica de la Unión Europea exige contar con socios que compartan los mismos valores. Viendo los países en el mundo que producen petróleo y derivados, ¿con quién podría negociar? ¿Se podría conseguir la autosuficiencia?

Es una postura utópica. No estoy de acuerdo con ella. ¿Cuántos países en el mundo productores de petróleo comulgan con nuestros valores? Si quitamos Noruega, Australia y Estados Unidos… ¿Quiénes nos quedan? ¿Rusia?, ¿el continente africano?, ¿los países del Golfo? Es un sinsentido.

 

Algunos analistas aseguran que China traerá una nueva era financiera al mundo. ¿Está de acuerdo?

No lo estoy. Pekín practica el pragmatismo. No les preocupa si el país que tienen enfrente para negociar defiende los derechos humanos de las minorías, los colectivos y las mujeres. Van a la mesa de negociaciones y hacen negocios. ¿Si esto es más o menos justo? Eso es harina de otro costal. En una negociación cada parte pone sus condiciones y China lo primero que exige para entablar conversaciones es que reconozcas que solo hay una China y no es precisamente Taiwán. La República Popular China no regala nada: los préstamos son para proyectos que realizan sus propias empresas y materializan sus trabajadores. Aquí nadie da duros a tres pesetas.

 

La actual guerra entre Hamás e Israel, ¿qué nuevo panorama abre respecto a los temas petrolíferos y gasísticos que estamos tratando?

La guerra en el Próximo Oriente escapa a un análisis puramente energético. Es un conflicto que viene de antes de que los hidrocarburos tuvieran la importancia que tienen ahora. De todos modos, en el libro cuento que cuando los británicos descubrieron yacimientos en las aguas que les corresponde al territorio de Gaza, Israel se negó a su explotación, incluso cuando los palestinos estaban decididos a introducirlo en el mercado, sacando unos beneficios muy por debajo de lo normal. La miseria conduce a la radicalización y la radicalización nos ha llevado a la situación actual. Yo me pregunto: ¿qué hubiera pasado si los palestinos hubieran contado con una fuente de financiación propia y no hubieran dependido tanto de las ayudas provenientes del extranjero?

 

Los medios de comunicación han reiterado que si Irán cerraba el estrecho de Ormuz, el mundo volvería a vivir un 73.

Los medios de comunicación amenazan una semana con el apocalipsis energético y la siguiente aseguran que pasó la crisis. Los temas de energía permanecen eternamente en un equilibrio inestable. Si fuésemos capaces de predecir los mercados, yo mismo iría a un banco a pedir un millón de euros para invertirlo. Inciden muchas variables y decisiones. En verano, la OPEP intentó subir los precios y disminuir la producción, pero Angola y Nigeria aprovecharon la coyuntura para inundar los mercados con su petróleo. Otro ejemplo: La OPEP pretendía reunirse el 26 de noviembre, pero el encuentro al final tuvo lugar cuatro días después; pues bien, solo el anuncio del retraso subió los precios. Es un mercado muy sensible. No creo en el apocalipsis energético, lo que no quita, evidentemente, que se pueda producir una crisis y una subida de los precios y no precisamente por la falta de materias primas. La asunción del ayatolá Jomeiní en Irán incrementó los precios, aunque no había ningún problema con el suministro, y eso que meses antes debido a las huelgas había disminuido la producción iraní, pero falló la confianza, un factor clave también en este mercado.

 

¿Qué opinión le suscita la OPEP?

La Organización de Países Exportadores de Petróleo nació en 1960 como un contrapeso a las Siete Hermanas (Standard Oil of New Jersey, Royal Dutch Shell, Anglo-Iranian Oil Company, Standard Oil of New York, Standard Oil of California, Gulf Oil Corporation y Texaco), las petroleras más grandes del momento; una forma de defender los intereses y los derechos de los países productores. Con un fin parecido surgió la Agencia Internacional de la Energía (IEA, en sus siglas en inglés).

 

¿Cumple sus objetivos o pierde demasiado el tiempo en conflictos internos?

Son varias las razones que estimulan los conflictos dentro del seno de la OPEP. Para empezar, los conflictos de intereses: cuando a un país le viene mejor reducir la producción, a otro le da mejores resultado lo contrario. En cualquier caso, no todos los países productores son miembros de la OPEP. Si a Estados Unidos se le anuncia que van a reducir la producción en dos millones de barriles al día, sus compañías cubren con sus productos el espacio vacío en el mercado.

 

Entre Venezuela y Guayana se está produciendo un conflicto…

Otro ejemplo más de la importancia que tiene el gas y el petróleo como motor del mundo. Tras el referéndum del domingo, solo queda esperar para ver hasta dónde están dispuestos a llegar.

 

¿Cree que Nicolás Maduro, presidente de Venezuela, está dispuesto a llegar muy lejos?

Creo que no, pero esta respuesta es puramente especulativa. Esta situación me recuerda a la eterna pelea entre Irak y Kuwait y el constante intento del primero de integrar al segundo como una provincia más de su territorio.

 

Me gusta este paralelismo. Recordemos que en 1991 se produjo la guerra del Golfo, a Sadam le salió el tiro por la culata porque intervino Estados Unidos, ¿usted cree que algún actor internacional cuenta con la suficiente capacidad militar como para intervenir en la región caribeña?

Todo dependerá de los intereses que tenga cada parte. Luego, no podemos olvidar que, muchas veces, al no poder hacerse con los recursos, los Estados crean situaciones de inestabilidad para evitar que su contrario pueda conseguirlos. Si revisamos con atención los conflictos alrededor del mundo, la mayoría responden a este patrón. Así lo hicieron los británicos con los alemanes antes de la Primera Guerra Mundial después de que Alemania hubiera conseguido llegar a un acuerdo en Mesopotamia.

 

¿Qué le parece el fracking o fractura hidráulica?

No dispongo de una opinión definitiva, sobre todo por la falta de estudios que no estén contaminados por intereses. Existen estudios serios hechos concienzudamente por expertos, pero siempre están encargados por una institución determinada, que paga el sueldo a los investigadores. Uno de los grandes problemas del fracking es que produce movimientos sísmicos. Pues, desde luego, habrá regiones donde la geología no soporte la actividad y provoque alteraciones, pero hay otras que perfectamente pueden soportarlo. No seamos tan tajantes de decantarnos por el ‘sí’ o por el ‘no’ sin haber antes estudiado las posibilidades de cada territorio. Con el fracking tenemos la misma actitud que con las centrales nucleares; primero haz un estudio de los daños geológicos, medioambientales y sociales que puede producir y luego decides.

 

Por sus palabras, entiendo que no le desagrada las centrales nucleares.

Soy un defensor de la energía nuclear, aunque también soy consciente de los problemas adheridos, dos en concreto: la complicada tarea de gestionar los residuos y el riesgo de desastre nuclear.  En este sentido, la postura francesa me parece pragmática, en vez de caer en el reduccionismo del ‘sí’ y del ‘no’, tomemos las medidas oportunas para que no suceda nada de lo anteriormente citado. Alemania ha cerrado sus centrales nucleares, ¿y qué ha hecho? Quemar carbón. ¡Pues muy bien! Está produciendo el CO2 que no ha emitido en toda su existencia como país. El 30 de noviembre, el Tribunal Administrativo Superior de Berlín-Brandeburgo condenó al Gobierno de Olaf Scholz por no alcanzar sus objetivos de reducción anual de sus gases de efecto invernadero. Grupos ecologistas lo demandaron por incumplir los compromisos asumidos para reducir las emisiones.

 

¿Cómo le parece que se está desenvolviendo la COP28 (Conferencia de Naciones Unidas para el Cambio Climático)?

No suelo seguir las discusiones y espero el informe final, pero esta vez he estado más atento. No han sentado muy bien las declaraciones del presidente de la COP. A mí me han parecido muy sensatas y pragmáticas, solo ha dicho que si queremos mantener el estado de bienestar a los niveles actuales, resulta imposible erradicar los combustibles fósiles en los plazos establecidos. De todos modos, hay mucho cinismo al respecto. Uno de los objetivos es la eliminación de las subvenciones estatales a los combustibles fósiles, muy loable por cierto. Pues bien, en 2022, ¿cuánto costó el idealismo ecológico? 20 céntimos el litro. Cuando los Estados subvencionaron el petróleo con 20 céntimos el litro, ningún movimiento ecologista salió a las calles o montó un pollo en frente de los ministerios. ¡Se vendieron por 20 céntimos el litro!

 

¿Es optimista?

Sí, lo soy, aunque el resultado no va a gustar. La COP debe darse cuenta de que las metas marcadas no son alcanzables y va a tener que plantear otras más realistas. Si queremos mantener el estado de bienestar, no vamos a ser capaces de cumplir con los objetivos climáticos. Antes o después, debemos de poner rostro a la realidad. De hecho, creo que se ha celebrado en Dubái porque alguien debía incidir sobre esta paradoja. Y soy el primero que quiere que ese hongo de mierda desaparezca del cielo de Madrid, pero para conseguirlo el madrileño deberá ir caminando, en bici o tomar el transporte público (aunque no hay suficientes servicios para satisfacer la movilidad de toda la ciudadanía, se deberían habilitar más medios). Debemos llegar a soluciones de compromiso. En la COP28 se ha discutido sobre si deben participar en las conferencias las grandes compañías del petróleo y del gas. Claro que deben hacerlo porque muchas de las inversiones destinadas a las renovables provienen precisamente de ellas. Atrás quedan los tiempos de lucha entre las empresas de energías fósiles y las renovables. Si queremos que sigan invirtiendo su dinero, tendrán que participar en la discusión. No les podemos decir cómo, cuándo y dónde invertir su capital, tendrán que exponer sus puntos de vista.