Los Rabaté: «Para Unamuno, el insulto es un deber casi santo porque no tiene otra forma de confrontar contra la dictadura»

El matrimonio Rabaté, los hispanistas Colette y Jean Claude, publica «Unamuno contra Miguel Primo de Rivera. Un incesante desafío a la tiranía» (Galaxia Gutenberg) en el que muestra que, aun con las contradicciones, el itinerario político de Unamuno era coherente.

Texto:   David VALIENTE

 

“Bienvenido a Francia”, dice el hispanista, historiador y catedrático emérito de la Universidad de la Sorbonne-Nouvelle París III Jean-Claude Rabaté cuando nos estrechamos la mano en la recepción de Casa de Velázquez, un pequeño paraíso para los hispanistas galos en suelo madrileño. Situado en la entrada de la capital del Reino, según se cuenta en los mentideros, el pintor Diego Velázquez acudía a este rincón, donde hoy se levanta un edificio de corte clásico, a pintar paisajes; y no sería de extrañar que los rumores fueran cierto porque la panorámica que se abre al posible encuadre de un pintor según accedes al patio del edificio, con la Sierra de Guadarrama hermosa y misteriosa, inspiraría grandes obras de arte hasta al pintor más mediocre.

Alfonso XIII cedió en 1920 unos 20 000 m2 de suelo para la construcción de un centro que conectara a las dos culturas divididas por la geografía y los años de desencuentros históricos. Durante la Guerra Civil, el edificio fue destruido. Eso obligó a los estudiosos franceses de España a esperar hasta 1959 para volver a disfrutar de esa maravillosa biblioteca de tres pisos que parece esconder detrás de sus paredes un laberinto de libros.  De hecho, en una visita a España del expresidente de la República francesa, François Hollande, se pasó por la biblioteca y allí estaba Jean-Claude trabajando a altas horas de la noche: “El expresidente se extrañó de que estuviéramos hasta tan tarde trabajando”.

El matrimonio Rabaté, Colette y Jean-Claude, ha publicado en Galaxia Gutenberg, Unamuno contra Miguel Primo de Rivera. Un incesante desafío a la tiranía, un proyecto editorial que comenzó instigado por el rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero: “En 2012, tuvimos la idea de publicar las cartas que Miguel de Unamuno escribió en el exilio, 300 cartas dirigidas a amigos y familiares. Entonces el rector nos propuso escribir un libro sobre el Unamuno de esos años represivos. Sin embargo, queríamos ir un poco más allá y estudiar quién estaba en frente de Unamuno, por eso en nuestro nuevo libro también hablamos del Gobierno dictatorial que va de 1923 a 1930 y de la oposición tan feroz que presentó Unamuno contra él”, comenta Colette.

Resulta que Colette escribió el manuscrito y Jean-Claude se ocupó de reunir “la materia prima, 200 páginas de apuntes que no le sirvieron para nada”, dice entre risas. “No es verdad, sí me sirvieron, me han permitido no dejar ni un cabo suelto”, contradice cariñosamente la excatedrática a su compañero de batallas intelectuales.

Ambos hispanistas ya publicaron libros sobre el rector de Salamanca más icónico e internacional, pero quizá la obra más completa que ha visto la luz hasta la fecha es Miguel de Unamuno. Biografía, un libro publicado por Taurus en 2009 y muy difícil de encontrar en nuestros días, uno de los mejores trabajos para comprender al Unamuno político. “Siempre que escribimos sobre el bilbaíno regresamos a esa primera biografía porque seguramente encontraremos las citas que necesitamos”, aclara Colette. Galaxia Gutenberg también ha publicado otra gran biografía de estos dos autores, algo más escueta y accesible al público: Miguel de Unamuno (1864-1936). Convencer hasta la muerte.

“Esta pasión por Unamuno nos la transmitió un catedrático en la universidad a través de la novela de su novela Guerra en la Paz. Mi esposo fue el primero que escribió un libro sobre Unamuno: 1900 en Salamanca. Guerra y paz en la Salamanca del joven Unamuno”.

 

Empecemos por Primo de Rivera: ¿cómo fue su régimen?

Colette Rabaté: Por mucho que Primo de Rivera se resistiera a aceptarlo, su gobierno fue una dictadura. El propio Unamuno primero recurrió a esa noción antes que a la de tiranía. Tenemos que tener en cuenta que en ese momento no se manejaba con la connotación despectiva con la que hoy la empleamos. Por eso, Primo terminó admitiendo el apellido ‘dictadura’ en su gobierno; una dictadura popular, le gusta decir.

 

Hacéis un nuevo perfil del intelectual…

Colette Rabaté: En este nuevo libro hemos tratado de matizar la imagen de hombre solitario tan difundida, que a ratos rechaza la presencia de otras personas. De esto ya teníamos conocimiento, pero estudiando en profundidad al personaje histórico dentro del contexto de la dictadura de Primo de Rivera hemos descubierto que también fue una persona solidaria, capaz de trabajar y luchar junto a otros individuos, Por supuesto, esto genera matices en el perfil psicológico de Unamuno.

Jean-Claude Rabaté: No podemos olvidar que fungió de presidente de la Liga Española de los Derechos del Hombre. Esta Liga, en España, contaba con pocos socios, pero en Francia amalgamó a la flor y nata de la política francesa (hasta el presidente de la República estaba adscrito) y lo podía todo.

Colette Rabaté: También hemos querido sacar a luz protagonistas totalmente olvidados, como el jurista y periodista Eduardo Ortega y Gasset (hermano mayor del filósofo José Ortega y Gasset), que formó un gran equipo con Miguel de Unamuno y fue el motor de Hojas Libres, publicación clandestina realizada en Hendaya. Miguel de Unamuno rindió un homenaje a todos aquellos que en la sombra le ayudaron a luchar contra la dictadura, empleando como arma Hojas Libres. Y para nosotros también es importante homenajear a estas personas porque en realidad no fueron tantas. Hemos querido mostrar cómo Unamuno y su séquito de intelectuales se enfrentaron a Primo de Rivera y sus secuaces, aunque también se oponían al rey Alfonso XIII y al militar español Severiano Martínez Anido.

Jean-Claude Rabaté: Este último es el más malo de la película y nadie lo conoce en España. Era peor incluso que Franco.

Colette Rabaté: Unamuno se refería a ellos como al ‘trío’. En una carta dice que Primo es la imagen del régimen, y ciertamente era un hombre dominado por el deseo de aparecer y lo dejó bien claro con su despliegue propagandístico. Por ejemplo, él escribía las notas oficiosas que veían la luz en la prensa y algunas de ellas que trataban de temas muy determinados eran de obligada publicación. Unamuno desbordaba lucidez y se dio cuenta de que Primo era la cara más visible de una dictadura con unos bastidores donde actuaban los otros dos: Alfonso XIII y Martínez Anido.

 

Entonces, si solo era la imagen, ¿por qué los ataques más virulentos de Unamuno van dirigidos contra Primo de Rivera?

Colette Rabaté: No es tan descabellado. Los españoles identifican como imagen principal de la dictadura a Primo de Rivera y era importante demoler su figura en el proceso de combatir el régimen. No olvidemos que Primo fue un líder populista, pero también popular, y Miguel de Unamuno trata de desactivar esa imagen blanca de un Primo bonachón, simpático…

Jean-Claude Rabaté: Tanto Unamuno como Ortega y Gasset estaban al tanto de todo lo que sucedía en Madrid, gracias a su red de espionaje; aunque, ojo, Primo de Rivera también contaba con un escuadrón de espías a sueldo. Fue una guerra mediática de película.

Colette Rabaté: Primo de Rivera no afrontaba muy bien las críticas. En 1919, el intelectual y el dictador se enfrentaron periodísticamente, Unamuno criticó al ejército e implícitamente en su crítica había un ataque directo a Primo de Rivera.

 

Bueno…aunque muestra una posición un tanto ambigua respecto al ejército…

Jean-Claude Rabaté: Unamuno no tiene nada de antipatriota. Sin embargo, en 1898 celebra los éxitos de la Cuba de José Martí y de la Filipinas de José Rizal. Asimismo, durante la guerra de Marruecos escribió un poema: Salutación a los rifeños, un homenaje a Abd el-Krim. En Francia, el Partido Comunista, en particular, y toda la izquierda gala, en general, sentían verdadera admiración por Unamuno. En 1920, antes de su confinamiento, el Partido Socialista Obrero español publica un artículo suyo demoledor sobre el Desastre de Annual, un acontecimiento detonante de la mala relación con el rey; Unamuno nunca le perdonó tal catástrofe humana. Así que eso de borrón y cuenta nueva nunca sucedió.

Colette Rabaté: Por eso he redactado un capítulo donde sitúo a Unamuno frente a Primo, frente al ejército y frente al rey. Las relaciones con Alfonso XIII fueron malas, y eso que al principio de su reinado en 1904, con 16 años, visitó Salamanca…

Jean-Claude Rabaté:… vestido de militar, Unamuno decía que se pasaba la vida vestido de militar; un militar bajo el control de la madre, aseguró Unamuno, quien no tenía en buena estima a María Cristina de Habsburgo-Lorena.

Colette Rabaté: Al principio del reinado, Unamuno vio con buenos ojos al nuevo monarca, pero tres acontecimientos produjeron que esta visión cambiara: el primero, el rey era un militar y Unamuno no está a favor del ejército de ese momento; el segundo, su destitución como rector de la Universidad de Salamanca y, el tercero, la posición del Alfonso XIII y de su gobierno respecto a la Gran Guerra, nunca les perdonó que no fueran aliadófilos. Es verdad que permanecieron neutrales durante el conflicto, pero, por influencia de María Cristina, mostraron ciertas simpatías por los alemanes. Al final se da cuenta de que mientras Alfonso XIII estuviera en el trono en España no se podría convertir en una monarquía de corte liberal. Tras el golpe de Estado, Unamuno, en un primer momento, no pudo creer que el monarca estuviera involucrado, pero luego probó no solo que aceptó el golpe, sino que también lo promovió, ayudado por Martínez Anido. Todavía los historiadores discuten sobre la complicidad del rey en el golpe, yo considero que Unamuno acertó en sus planteamientos, porque Primo de Rivera era una persona con muy poca capacidad política.

Jean-Claude Rabaté: Mientras el rey era un político en el trono, un auténtico profesional de la política.

Colette Rabaté: Unamuno comparó la situación de España con El retablo de Maese Pedro, una obra musical de marionetas escrita por Manuel de Falla: Alfonso XIII y Anido manejaban los hilos de un Primo de Rivera con una inteligencia limitada para las cuestiones políticas. Hay una frase que me encanta y es muy acertada: “Primo, primero dispara y luego apunta”. Precisamente, en sus notas oficiosas se ve con mucha claridad la personalidad del dictador y demuestran que no siempre era capaz de ver las consecuencias de los actos, cosa que los otros sí.

Jean-Claude Rabaté: El dictador tenía un fuerte complejo de inferioridad y sintió que había derrotado a Unamuno cuando le otorgaron el título de honoris causa en la Universidad de Salamanca.

 

De ahí su empleo del insulto.

Colette Rabaté: Para Unamuno, el insulto es un deber casi santo porque no tiene otra forma de confrontar contra la dictadura. Pero, con el tiempo, cambió el tono y en un artículo asegura que ya no quiere insultar más. Entonces, empezó a designarlo de un modo despectivo: le llama ‘Primo Eso’. Tras la dictadura, reconoció que se había pasado en sus formas, incluso Martínez Anido le pidió explicaciones. Pero, hasta cierto punto, el insulto resultó un arma eficaz.

Jean-Claude Rabaté: También empleó la poesía con esa finalidad. Él mismo decía que combatía a sonetazos. Aunque, la poesía como arma política no molestó mucho a Primo de Rivera. A lo mejor, un poemario de Unamuno vendía mil ejemplares, mientras que una tirada de un periódico podía llegar al medio millón de ejemplares.

Colette Rabaté: Estoy de acuerdo. Durante la dictadura las únicas armas que podía emplear eran las revistas clandestinas. Sin embargo, Unamuno esperaba una reacción más amplia de los españoles y emitió quejas amargas al no comprender la ceguera de su pueblo ante la censura. Yo creo que la censura es otra faceta de la propaganda: censuraba con propaganda. Por otro lado, al rey y a Primo de Rivera les interesó en ciertas ocasiones recuperar para su causa a Unamuno, por ejemplo el dictador lo intentó con un proceso de amnistía cuando Unamuno se disponía a escapar de Fuerteventura.

Jean-Claude Rabaté: Sin embargo, Unamuno consideraba que un indulto era un insulto. Por lo tanto, Miguel de Unamuno no sufrió un destierro ni un exilio, en todo caso fue un autoexilio.

Colette Rabaté: Le prometieron, por ejemplo, devolverle la cátedra, pero Unamuno tenía toda la razón: si hubiera regresado a España no le hubieran dejado en paz.

Jean-Claude Rabaté: En su país faltaba algo fundamental: la libertad de poder escribir libremente.

Colette Rabaté: Alfonso XIII pidió a unos amigos y familiares de Unamuno con tendencias monárquicas y liberales que convencieran al intelectual para que se sentara a negociar y pactar. Tenemos la suerte de contar con una serie de cartas inéditas de Unamuno, por ejemplo, en una dirigida al escultor Mariano Benlliure le contestó que no quiere negociar con nadie, que prefiere llegar hasta el final de la contienda. Y me pregunto: ¿quién les ayudó? Me sorprende mucho que este grupo de hombres hayan podido resistir 6 años a Primo de Rivera dictador con el poder que tenía y que, además, fueran capaces de derrotar a todo el aparato propagandístico con una red clandestina y subterránea que debían trabajar día tras día. Tuvieron muchísima paciencia y organizaron bien un núcleo de resistencia dentro de España. En esta labor, Eduardo Ortega y Gasset contribuyó a divulgar las críticas a la dictadura en Hojas Libres. De hecho, valen tanto los escritos públicos de Unamuno como su correspondencia privada, porque entendió que había perdido la batalla del pueblo y entonces solo le quedó mover las conciencias de los intelectuales y convencerles de que España no podía seguir bajo el régimen de Primo de Rivera. Además, el dictador odiaba a los intelectuales, eran sus víctimas predilectas.

Jean-Claude Rabaté: (Muestra una foto donde Unamuno aparece rodeado de un grupo nutrido de personas en la playa de Hendaya) Es un homenaje a Miguel de Unamuno. Hay trescientas personas, algunos de ellos miembros de la Liga de los Derechos del Hombre y el resto son republicanos españoles provenientes de Irún, Bilbao, San Sebastián… que cruzaron la frontera para homenajear al Intelectual. Esta demostración de fuerza fue organizada por Eduardo Ortega y Gasset. De inmediato, el cónsul en Hendaya, muy amigo de Antonio Mosquera, escribió al embajador español en Francia, José Quiñones de León, para aconsejarle que retirara los pasaportes a todas esas personas de la foto, incluido al alcalde de Hendaya también presente. Después de la sublevación en Jaca del 12 de diciembre de 1930 contra la monarquía, decenas de quienes estuvieron con Unamuno en Hendaya se encontraban en la cárcel. Cuando unos días antes de la proclamación de la República, Miguel de Unamuno visitó San Sebastián para dar un mitin proamnistía, pidió que le llevaran a la cárcel a saludar a sus amigos. Esta foto es la prueba de que existió un núcleo republicano vasco, a los que el Gobierno dictatorial gustaba llamar ‘contrabandistas’. Esto nadie lo sabía. En abril de 1922, el rey recibió a Miguel de Unamuno, acompañado por el conde de Romanones; de esa reunión quedan una serie de notas en las que se repite estas palabras (desconozco el motivo): “Sin efusión de sangre”. Y esto es importante porque, dos años después del encuentro regio, en 1924, en Pamplona, tres hombres fueron condenados a muerte por ‘atentar’ contra la dictadura. El escritor Pablo Martín Sánchez refleja muy bien ese ambiente en su novela El anarquista que se llamaba como yo y narra la terrible muerte del anarquista Pablo Martín Sánchez, quien consiguió huir justo antes de ser asesinado con garrote vil, pero se subió a una primera planta y antes de tirarse gritó: “Sin efusión de sangre”. Unos acontecimientos terribles. Tampoco podemos dejar de citar el baluarte de resistencia que hubo en el Ateneo de Madrid, gente como José Giral y Martí Jarra se reunían en la trastienda de la farmacia del primero, muy vigilado por los agentes de Primo, desde donde difundían la revista Hojas Libres.

Colette Rabaté: Miguel de Unamuno nunca perdonó al rey nada de esto.

 

Es interesante todo esto que contáis, especialmente la vinculación del bilbaíno con Francia.

Jean-Claude Rabaté: Stephen G. H. Roberts, un buen investigador sobre Unamuno, plantea sus argumentos desde una posición más geopolítica en vinculación a la guerra de Marruecos y a las tentativas por parte del Gobierno central de mandar a Unamuno a un segundo destierro, esta vez al norte de África.

Colette Rabaté: Se salvó de ese segundo destierro porque en Francia era un hombre muy conocido. Quizá, algún día investigaremos en profundidad los sucesos de Hendaya, aún no sabemos si tuvieron la tentativa de asesinarlo allí.

Jean Claude Rabaté: Unamuno temió por su vida y eso queda bien reflejado en sus cartas. No le quedó más remedio que resguardarse en París.

Colette Rabaté: Pero no solo por su vida, también por la seguridad de toda su familia. Durante la Guerra Civil, le tocó desempeñar el papel de hombre acosado. Temió por sus hijos que estaban en Madrid.

 

De hecho, Concha, la esposa de Unamuno, fue arrestada…

Colette Rabaté: Estuvo detenida unas pocas horas y la quitaron el pasaporte. Fue un aviso a Unamuno. Sostengo que el miedo a que ajusticiaran y castigaran a sus familiares está detrás de la postura que mantuvo durante la Guerra Civil española, es verdad que no lo explica todo, pero sí una parte importante de su actitud. En su último borrador, El resentimiento trágico de la vida. Notas sobre la revolución y guerra civil españolas, editado por nosotros en la editorial Pretextos, asegura que España es un país de resentidos y envidiosos. Son los pensamientos de un intelectual que se encuentra en los últimos estadios de su vida y que ha visto que la Guerra Civil tiene relación con el estado de ánimo de los militares tras la pérdida de las colonias en el 98 y también es el desquite de la dictadura de Primo de Rivera que tuvo su final con la proclamación de la República.

Jean-Claude Rabaté: Es más, hay una continuidad de la labor de Primo en la figura del general Mola.

Colette Rabaté: Nosotros terminamos el libro con mayúsculas, aunque en el original no sea así: “HAY QUE RENUNCIAR A LA VENGANZA”. El resentimiento trágico de la vida es un ensayo difícil de leer. Lo bueno es que Pretextos nos permitió hacer una edición muy adecuada para su lectura en profundidad porque en una página aparece el texto original de Unamuno y en la siguiente nuestras notas explicando las palabras del intelectual. Es un ensayo que indaga en la envidia.

Jean-Claude Rabaté: Como bien ha dicho Colette, el ejército quería desquitarse por la pérdida de las colonias y encontró su momento en el 36. Unamuno, que además era un historiador con una gran lucidez (no lo demostró en el 36, pero tampoco nadie esperaba que los acontecimientos desencadenarían una guerra), escribió en un artículo que el 98 fue la fecha que dio inicio a dos problemas: la cuestión social y la cuestión regional. El pronunciamiento de Primo de Rivera en 1923 es popular, entre otras cosas, porque asumió el argumentario de Joaquín Costa al asegurar que se debía barrer a los viejos políticos.

Colette Rabaté: Evidentemente, Miguel de Unamuno es un personaje complejo; algunos estudiosos dicen que se contradice a sí mismo, y en cierta medida tienen razón. No olvidemos que la visión unamuniana se funda en la dialéctica de Hegel y su estilo es directo y contundente, le gusta despertar las conciencias de la gente. Con nuestros libros, pretendemos mostrar que, aun con las contradicciones, el itinerario político de Unamuno es coherente.