La cartamor, un mundo en extinción

Cartas de amor se han escrito muchas a lo largo de los siglos, pero el editor francés Nicolas Bersihand ha querido ir un poco más allá con su último libro y lo ha titulado Cartas al amor porque es a ese sentimiento que nos nubla el pensamiento y nos llena de mariposas el estómago al que Berishand quiere homenajear con este libro y a una época que está desapareciendo: la de la tradición epistolar.

Texto: Susana PICOS  Ilustración: Hallina BELTRÂO

 

La carta fue inventada en torno al año 2200 a.C. por el faraón Pepi II y desde entonces hasta la actualidad ha sido el medio por el que los seres humanos han expresado por escrito sus emociones, sus demandas, sus quejas, sus necesidades y, por supuesto, su amor. Entre las diferentes facetas de Nicolas Bersihand se halla la de ser editor y ser un especialista en el género epistolar -creó y dirigió la única editorial dedicada a este género Des Lettres- por lo que no es de extrañar que emprendiese un proyecto que uniese sus dos grandes pasiones.

Lo inició hace tres años con la publicación Cartas a la madre, lo continuó después con Cartas eróticas y lo finaliza ahora con Cartas al amor. Un volumen en el que se recogen cartas al amor, a veces utópico, otras veces prohibido, en ocasiones tormentoso o de carácter sexual. Todas ellas son cartas literarias, escritas por grandes personajes de la literatura y de la historia, que nos ayudan a adentrarnos en el corazón de figuras tan relevantes como Balzac, Emilia Pardo Bazán, Miguel Hernández, George Sand, Antonio Machado, Joaquín Sorolla, Virginia Woolf, Víctor Hugo… y muchísimos más.

 

Aleksandr Pushkin a Natalia Goncharova

2 de febrero de 1830. En Petersburgo

Hoy es el noveno aniversario del día en que te vi por primera vez. Aquel día decidió mi vida. Cuanto más pienso en ello, más constato que mi vida es inseparable de la tuya. Nací para amarte y seguirte. Cualquier otro cuidado por mi parte es error o locura. Lejos de ti, solo he sentido remordimientos por la felicidad de la que no he podido saciarme. Antes o después lo abandonaré todo y vendré a caer a tus pies.

 

Son cartas de enamorados, pero no exclusivamente, Berishand incluye también cartas de amor fraternal y familiar, de amistad, misivas que van más allá del amor de pareja.

 

Rainer María Rilke a un joven poeta

14 de mayo de 1904. Roma

Amar también es bueno: amar es difícil.

Que un ser humano ame a otro: esa es quizá la más difícil de nuestras tareas, es lo supremo, el último examen y prueba, el trabajo para el que todos los demás trabajos no son más que una preparación.

Por eso los jóvenes, que son principiantes en todo, aún no pueden saber lo que es el amor: tienen que aprenderlo. Con todo su ser, con todas sus fuerzas, reunidas en torno a su corazón solitario, tímido y palpitante, deben aprender a amar. Pero el tiempo de aprendizaje es siempre un tiempo largo y solitario, y así, para el que ama, amar es durante mucho tiempo y a lo largo de la vida, soledad; la solitud más intensa y profunda es de quien ama.

El amor no es al principio nada que signifique fusionarse, entregarse y unirse a otro —pues ¿qué sería una unión entre seres imprecisos e inacabados, aún subordinados?—; es, en el individuo, un incentivo para madurar, para llegar a ser algo en sí mismo por amor a otro; supone, para él, una gran exigencia, algo que lo elige y lo llama a experimentar cosas inmensas.

 

No obstante, la singularidad de este libro no se halla tanto en las cartas, muchas de ellas fáciles de localizar, sino en la reivindicación de las cartas de amor como un género fundamental en la historia de nuestra sociedad y de manifestación artística. En la Nota Bene: Requiem por una desaparecida, que cierra este volumen, se hace hincapié de su valor testimonial de las distintas épocas y personajes de nuestra historia. Se defiende este género ante las acusaciones de ser cursi, sentimentaloide y sin valor cultural y literario. Al contrario, se propone un nuevo término lingüístico para denominar las cartas al amor, la “cartamor” y la define así: “Esta cartamor sería una caja vacía, un guiño inútil si no tuviera firme concepto. Se la podría definir así como el acontecimiento histórico de producción y emisión de af/t-e-x/c-tos, sentimientos expresados en palabras escritas dirigidas al AMOR, esculpidas en una forma tangible y todos sus efectos humanos en la historia y cultura universal.”