Eudald Carbonell: “la inteligencia artificial es el descubrimiento más importante de la humanidad después del fuego”
José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell explican mano a mano en “Homo Antecessor” (Crítica) uno de los hallazgos más relevantes en el estudio mundial de la prehistoria: la aparición de los restos de los primeros europeos conocidos, con 800.000 años de antigüedad. Conversamos con Eudald Carbonell, un paleontólogo que sabe mucho del pasado pero no deja de mirar al futuro.
Texto: Antonio ITURBE Foto: Equipo ATAPUERCA
José María Bermúdez de Castro, Eudald Carbonell y Juan Luis Arsuaga han formado el triunvirato que ha dirigido durante más de treinta años las excavaciones de la Sierra de Atapuerca, una cueva de Ali-Babá de la prehistoria europea que ha puesto a la paleontología española en la primera división mundial. Cuando el equipo de Atapuerca redactó en 1997 un artículo señalando que habían encontrado una nueva especie humana, hubo un gran revuelo entre los expertos y no poco escepticismo. Desde 1964, con el Homo Habilis, no se habían nombrado nuevas especies humanas. El libro relata el hallazgo, pero también la complejidad de la indagación y las dificultades para dar a Homo antecesor su lugar en la historia.
El inquieto catedrático de Prehistoria de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona tiene 70 años, seis más desde la última vez que conversé con él al pie del Abric Romaní, una de las excavaciones de restos neandertales más importantes de España de las que es director. Sigue siendo la misma persona amable, directa y apasionada. Sigue en primera línea de la investigación de la evolución humana, aunque el libro tiene un inequívoco aire de despedida. Sigue llevando el mismo salacot.
¿Por qué decidisteis Bermúdez de Castro y tú echar la vista atrás y regresar a los años del descubrimiento de Homo Antecessor?
La idea fue de José Mari. Se cumplían los 30 años del Antecessor. O escribíamos cómo pasaron las cosas o la historia lo escribiría como le diera la gana. Él tenía la idea en la cabeza de hacerlo a cuatro manos.
¿Y ha funcionado?
Hay cosas que hemos escrito uno y otras el otro. Y nos decíamos: ¡Esto no es así! Cada uno lo contaba distinto y estábamos los dos allí. Por eso es bueno tener notas de cuaderno de campo y al contrastarlo nos dábamos cuenta de que hay cosas que pensábamos que pasaron un día y fueron otro.
¿Esos cuadernos vas a mostrarlos algún día?
Tengo más de un centenar, pero son muy heterogéneos. Hay algunos interesantes, los de los viajes y expediciones, pero otros son irrelevantes.
En el cuaderno de julio de 1994 debe de estar anotada de alguna manera el grito de “¡Eureka!” Cuando encontrasteis unos dientes incrustados en la cuarcita que no eran de ningún humano conocido…
Es un momento de gritar ¡Eureka! porque descubrir una nueva especie no pasa a menudo. Pero es importante explicar que esos fósiles salen como consecuencia de muchas cosas. Son el producto de una estructura de equipo. Esto es muy importante. El yacimiento de Atapuerca está coordinado y dirigido por nosotros, pero es básicamente un instrumento metodológico de equipo. Trabajamos biólogos, antropólogos, botánicos, geólogos, de manera transdisciplinar. No es una narración en primera persona.
¿Quién es Antecessor?
Nosotros defendemos que Homo antecessor es una especie tía de los humanos, los neandertales y los denisovanos que vivió hace 800.000 años en la península ibérica. No somos descendientes directos del antecessor como especie pero probablemente haya contribuido. La cara moderna nuestra, que no es la de los neandertales, ya existía hace 800.000 años, por tanto a alguna cosa deben haber contribuido. Esta hembra antecesor vendría a ser la hermana de nuestra abuela.
¿Entonces estas dos hermanas tienen un antecesor común?
Probablemente. Ya vamos afinando, aunque todo son hipótesis hasta que no se encuentre la antepasada directa.
Los científicos os habéis vuelto más cautos, más humildes. No se os ve tan seguros de todo.
Es que no puede ser de otra manera. Los físicos a principio de siglo XX decían muy ufanos que encontrarían una teoría unificada de la física que explicaría todo, con todas las fuerzas en juego, y no ha sido así. A la fuerza has de ser más humilde.
Habláis Bermúdez de Castro y tú de lo poco que sabemos de nuestros antepasados en África, incluso bromeáis diciendo que con lo poco que se tiene es como si hubieran caído en paracaídas.
Sabemos poco. Sabemos que surgieron probablemente allí, tenemos las bases genéticas pero no sabemos mucho de la diversificación de caracteres. Además, hemos averiguado que ya había hibridación con neandertales hace 250.000 años. ¿Qué caracteres son neandertales y cuáles no? Es muy complejo.
¿La paleontología se ha hecho mucho más compleja?
No es la investigación romántica de la prehistoria del siglo XIX, ahora estamos más en el ámbito la autoecología social humana. Ha ido evolucionando hacia este concepto. A mí me ha interesado mucho siempre la epistemología, he dedicado mucho tiempo a estudiar la metodología. Eso que hemos encontrado no ha salido por casualidad, ha aparecido porque lo hemos buscado directamente. Claro, después hemos tenido la fortuna de que nuestra iluminación de que algo de eso pudiera estar ahí fuese real
En el libro se vislumbra la complejidad de las investigaciones y también la paciencia. ¿No os crea ansiedad terminar en septiembre una campaña de excavación en la que te acercas a algo y no poder seguir hasta el verano siguiente?
Es que esto no es como una mina de carbón, que cuanto más sacas es mejor. Aquí se trata de obtener toda la información posible de lo que sacas. Hay que exprimir el limón sin perder zumo.
¡Un estudio de proteínas tardó tres años en completarse!
La ciencia llega a través de procesos analíticos. En la sociedad actual todo lo queremos ya. Esa aceleración histórica, la falta de perseverancia y persistencia en los tiempos que vivimos, es un elemento destructivo de nuestra especie. La inteligencia icónica imperante no tiene la misma profundidad que la inteligencia reflexiva
¿Qué más esconde Atapuerca?
Para que te hagas una idea, se ha excavado un uno por mil. Quizá menos. A este ritmo habría excavación para varios siglos. Atapuerca es el único lugar de Euroasia donde se han encontrado todas las especies. Recientemente se encontraron unos restos que probablemente son Homo Erectus. Por tanto, están los antecessor, erectus, heildelbergensis, pre-neandertales, neandertales y sapiens. Eso sí, según el peritaje diacrónico, más antiguo de un millón y medio es poco probable que se encuentre nada.
Llama la atención en el libro la cantidad de zancadillas con las que os encontrasteis. La desfachatez de algunos políticos, más interesados en la rueda de prensa que en la substancia de la investigación, la sospechábamos. Pero uno no pensaba que también había marrullerías en el ámbito científico. Bueno, quizás no habría que decir marrullerías…
¡Sí, sí! ¡Marrullerías! También hay juego sucio en el ámbito científico. Nosotros teníamos argumentos para la publicación de un artículo muy importante sobre el antecessor que mostraba nuestro trabajo de manera muy argumentada y, sin embargo, por motivos no científicos, no se publica en la prestigiosa revista Nature. Sí que se acaba publicando en otra revista importante, pero no en Nature. Hay marrullerías como en todos los campos. Pero todos estos tropiezos y dificultades han servido para reforzar nuestro criterio. Estas cosas feas que pasan te hacen más fuerte, pero tú no tienes interés en que pasen.
Cuando hablamos hace seis años por un libro anterior, explicaste que por cada palmo de tierra que habéis movido, habéis tenido que llamar a 200 puertas, lidiar con la burocracia, la política, la gestión de una estructura de 300 personas.
Así ha sido.
Y dijiste entonces algo que me sorprendió, viniendo de un investigador de éxito internacional: “si empezara de nuevo, no volvería a hacerlo”.
Y sigo pensando lo mismo: no volvería a hacerlo. En todos esos asuntos se pierde una parte importante de tu vida.
Y sin embargo, dijiste que no te arrepentías.
No volvería a hacerlo, pero no me arrepiento de lo que he hecho. Soy una persona que crezco ante de las dificultades. Las dificultades me generan más endorfinas, pero también me hacen sobredimensionar la autoestima.
Me hablaste de la posibilidad de publicar un libro de poesía.
Había escrito poesía cuando era joven. Pensé sacar poesías de juventud, pero al final no.
Seguro que hay gente que se sorprende de que hayas escrito poesía. Tu imagen es la de alguien que está resolviendo conflictos, un hombre de acción más que introspectivo.
Es cierto que yo tengo un ángulo público y no se imaginan que tengas un mundo interior. Las iluminaciones pasan dentro de cualquier cabeza. Se me conoce por mis viajes, exploraciones y excavaciones o políticamente, ahora hace 49 años que cayó la célula comunista donde estaba yo y me ha venido un revival de cómo queríamos salir de la prisión a través de un túnel. Las personas tenemos muchos sombreros diferentes.
Al final del libro explicáis que vosotros habéis llegado hasta aquí, que este es el conocimiento sobre nuestra evolución proyectado en las excavaciones de Atapuerca a día de hoy, pero que vendrán otras ideas que completarán, perfilarán o incluso desbaratarán las vuestras. ¿Este libro tiene un aire de despedida?
Es la despedida. Josemari y yo nos hemos jubilado este año. Juan Luis se jubila el año próximo. Este libro es como un legado.
Después de tanto esfuerzo… ¿Cuál ha de ser a partir de ahora vuestro papel?
Cuando te jubilas has de aparatarte y no acabar chocheando en el proyecto. Ese papel no está hecho para mí. Cuando el triunvirato se disuelva el año que viene ya no querré saber nada de Atapuerca. En la Fundación Atapuerca tal vez esté con otros proyectos, pero para mí este proyecto central ya está terminado. Yo llevo salacot por dos cuestiones: por el profesor Bosch i Gimpera, y por el general Giap, un general comunista de la guerra del Vietnam. Hay una imagen que me acompaña. Cuando unos oficiales norteamericanos años después de la guerra se lo encontraron de civil caminando anónimamente, se cuadraron delante suyo. Él les preguntó qué hacían y ellos contestaron que lo habían reconocido, que sabían que era el general Giap y él les dijo: “No, yo ya no soy el general Giap. Fui militar para ayudar a mí país, pero eso pasó”. Los compromisos tienen un principio y un final. Hacer de telonero, pues no.
Tal vez entre esos nuevos proyectos esté tu indagación sobre la tecnología. Llevas años defendiendo la tecnología como algo que no es artificial, sino lo más humano.
Es algo que me interesa mucho. Es uno de los procesos fundamentales y continúo trabajando en ese ámbito de la socialización a través de las industrias que se van generando en cada momento. El ChatGPT, la inteligencia artificial, es el descubrimiento más importante de la humanidad después del fuego. Estamos en la inteligencia artificial generativa y en cuatro o cinco años pasaremos a la inteligencia artificial creativa. Eso nos hará más humanos
Parece que vamos a delegar muchas tareas a la inteligencia artificial. ¿No delegaremos tanto que se convertirán en nuestros jefes?
¿Y qué problema hay? Nosotros hemos hecho en un siglo dos guerras mundiales que liquidaron a millones de seres humanos. En Gaza les echamos cientos de miles de toneladas de bombas a gente indefensa. Eso ya lo hacemos sin la inteligencia artificial. Hace años que escribí que si los humanos fuéramos inteligentes haríamos una descendencia que nos aniquilase. Lo tengo escrito. Hace 20 años parecía una boutade. Igual ahora no tanto. He publicado en los cuadernos de la Colección Origen de la Fundación Atapuerca Homo ex novo y ahí explico las probables especies que seremos a finales del siglo XX.
¿Se continuarán abriendo linajes?
Desde la biotecnología habrá humanos editados, los modificados genéticamente a través de la megatrónica. Seremos muy diversos, pero eso no me asusta. Es en esa diversidad donde está nuestra salvación. Si no somos diversos, palmaremos.