Elisa Victoria mira la realidad con lentes bifocales

Elisa Victoria es la autora de libros como «Voz de vieja» (2019) y «El evangelio» (2021), novelas que la situaron en el punto de mira de muchos lectores y supusieron el despegue de su carrera literaria. Su nueva novela, «Otaberra» (Blackie Books) es la confirmación de que estamos ante una escritora singular, que observa la realidad con inquietud y la escudriña con lentes bifocales.

Texto: Javier PINTOR  Foto: Blackie Books

 

Elisa Victoria nació en Sevilla, ciudad de la que adora el habla de sus gentes, los naranjos y la imaginería de sus tradiciones, pero de la que le asusta el calor y el abuso que sufren los animales en algunas atracciones turísticas. Ha vivido en Madrid durante una temporada, donde pasó parte de la pandemia y terminó El Evangelio. Después decidió buscar un lugar más tranquilo para vivir, alejado del tumulto de la ciudad y aislada de aquellos compromisos que puedan distraerla de sus verdaderas pasiones, como son la escritura y la compañía de sus seres queridos, entre los que se encuentran sus gatos.

La necesidad de encontrar un lugar hospitalario en el que poder vivir en libertad es algo que anhelan los personajes de sus novelas. Seres con mala conexión con un presente que no cumple con sus expectativas. Por este motivo, Renata y Eusebio, los protagonistas de Otaberra, son dos adolescentes que se encuentran fuera de lugar y que sueñan con abandonar este “pueblo sin gracia, ni grande ni pequeño, donde todo es cemento, industria y chismorreo”. El lector se identifica fácilmente con estos no-lugares, espacios para los que el tiempo parece no transcurrir y que resultan tan simbólicos en todas sus novelas. La idea de la desubicación es un buen punto de partida para penetrar en su literatura.

Elisa Victoria se enganchó al mundo de la literatura a través de la ilustración. Quiso aprender a leer pronto para poder entender qué significaban las viñetas que observaba desde pequeña con muchísima curiosidad. Se puede decir que los cómics fueron su puente de entrada a la literatura. Luego se aficionó al género de terror y empezó a leer a clásicos como Lovecraft, Mary Shelley o Bram Stoker, y a contemporáneos como Stephen King. En casi todas sus obras introduce algunos recursos propios del terror fantástico, pero será en Otaberra cuando se hagan más evidentes y aparezcan en toda la historia alucinaciones, misterios sin resolver y un terror de tono existencial.

A los veintipocos años, Elisa Victoria creó un blog que se acabó convirtiendo en su primer libro, Porns & Pains (Esto no es Berlín Ediciones, 2013), al que le seguiría La sombra de los pinos (2018). Estas obras, bastante vanguardistas, son reflejo de la veta underground que la autora abrazaba en aquella época. Esta mirada inconformista y un tanto revolucionaria nunca ha abandonado a una escritora que rompe moldes formales con cada nueva novela. Le gusta experimentar y aprovechar las posibilidades que le ofrece la escritura y, según ella, pasárselo bien, disfrutar con lo que hace. En este sentido, concibe la literatura como un juego, como una aventura llena de sorpresas que enredan, desconciertan y asombran al lector. En Otaberra encontramos distintos narradores, juegos del lenguaje, metaliteratura, saltos temporales, textos apócrifos, al estilo de un libro desplegable que se abre de manera diferente para cada lector.

Le gusta la vida reservada, íntima y estable y no ser el centro de atención. Este carácter discreto hizo que tuviese que pasar un tiempo antes de que se atreviese a enseñar sus primeros escritos. La escritura para ella es algo muy subjetivo e introvertido. Elisa Victoria cita a Fernando Marías como el primer escritor que se fijó en sus textos, reconoció su talento, le pagó por su trabajo y le dio seguridad para que se animase a publicar. Muchos recordamos cómo Fernando fue, además de un buen amigo, un gran escritor, un dinamizador cultural de primer nivel que apoyó a mucha gente joven que quería iniciarse en el mundo de la literatura, y que diseñó proyectos culturales originales en los que participaron y convivieron autores de distintas generaciones.

Elisa Victoria es una escritora con voz propia y estilo inconfundible que retrata un mundo hostil, oscuro pero con momentos de gran belleza. Su escritura funciona como un conjuro que nos invoca a que penetremos en las fisuras que presenta la realidad.