El verdadero misterio de “Misterio en el Barrio Gótico”, la novela más enigmática y personal de Sergio Vila-Sanjuán
El protagonista, un veterano periodista cultural, tendrá que resolver dos enigmas que le harán transitar las calles del Barrio Gótico de la capital catalana. El autor nos muestra cómo la relación de su alter ego con Barcelona no solo es afectiva sino incluso orgánica, porque él forma parte de la ciudad y la ciudad forma parte de él. También nos introduce con sentido del humor en algunos laberintos existenciales.
Texto: Antonio ITURBE Foto: Iturbe/Javier Ocaña
Hace unos días, el escritor y periodista (entre otras muchas cosas, director del suplemento Cultura/s de La Vanguardia), paseó a unos cuantos periodistas de llegados de distintos lugares de España por el laberinto del Barrio Gótico de Barcelona: arranque en la Academia de Bones Lletres, visita a las terrazas de la catedral acompañados de un mosén amabilísimo, recorrido rápido por el Ayuntamiento de Barcelona y su Saló de Cent, visita a la bombardeada plaza de San Felip Neri y fin de fiesta en el comedor del selecto Círculo del Liceo. Ese “free tour” por el casco antiguo de Barcelona con un guía tan inesperado como Sergio Vila-Sanjuán fue motivado por la aparición de su novela Misterio en el barrio Gótico, ganadora del Premio Fernando Lara 2025.
En la novela hay varios misterios que se solapan. Víctor Balmoral (lo conocimos en una novela anterior de Sergio Vila-Sanjuán, El informe Casabona) es un veterano redactor de asuntos culturales del diario con más pedigrí de la ciudad y también, en el habitual pluriempleo de la gente dedicada a las cosas de la Cultura, trabaja por su cuenta como investigador biográfico.
Balmoral empieza a recibir unos anónimos escritos a mano con aire de jueguecito de adivinanzas vagamente inquietantes. Los mensajes tienen que ver con algunos sucesos extraños o infrecuentes que están sucediendo en el Barrio Gótico de Barcelona: la aparición de un cadáver emparedado en un antiguo palacete que sus herederos han puesto en venta, una amenaza de bomba en la catedral de Barcelona o la sustracción de algunos objetos de un valor patrimonial y simbólico. Y habrá más…
El periodista trata de esclarecer quién envía esos mensajes y si en verdad todo es una cadena de casualidades o realmente alguien por alguna oscura motivación está llenando el Barrio Gótico de sombras. A la vez, también ha de cumplir un encargo como investigador biográfico: encontrar a una mujer de buena familia muy conocida en los círculos selectos de la ciudad que abandonó sin dejar rastro, más de treinta años atrás, a su marido y a su hija, que es la que lo contrata como detective de vidas.
Estos dos enigmas son el conflicto a resolver en la novela… ¡pero solo en apariencia! A mitad del relato te das cuenta de que hay otros asuntos de mucho más calado. Esta es una novela tan tramposa, o tan honesta, según se mire, como el propio Barrio Gótico de Barcelona donde transcurre.
Con muy buena documentación, amenidad en las explicaciones y un saludable relativismo moral, el autor descubre el truco de ese Barrio Gótico que atrae anualmente a millones de visitantes de todo el mundo, hechizados por el encanto de sus callejas medievales maravillosamente conservadas mientras se escucha el tañido de las campanas de la catedral. En realidad, todo es bastante de falsete. De Gótico tiene, siendo optimistas, la mitad, y parte de esa mitad, reconstruida.
Nos cuenta cómo entre final del siglo XIX y principio del XX la burguesía catalana, que tenía dinero y añoranza de un pasado esplendoroso, se dedicó a remodelar de manera fantasiosa esa zona de la ciudad vieja: le dieron una patada a unas casas anodinas que había frente a la catedral (y a sus habitantes), se le dotó a la catedral de una vistosa fachada gótica (construida en 1890) y se levantaron sus llamativos, y excesivos, pináculos. En algunos solares se trajeron piedra por piedra palacetes que se habían desmontado con la remodelación de la Vía Layetana y se transformaron aquí y allá las ventanas corrientes en evocadoras ojivas coronelas de aire medieval. El gran enigma a dilucidar y la gran pregunta que plantea el libro la encontramos ya de manera explícita en el tramo final: “¿Tiene sentido monumentalizar una zona como la que rodea la catedral de Barcelona al precio de desnaturalizarla?” Para saber la conclusión a la que llega Víctor Balmoral tras décadas de pasear esas calles y reunir una ingente información, tendrán que leer el libro.
Pero hay más cuestiones agazapadas en estas páginas: la relación ambivalente de Víctor Balmoral, hijo de familia acomodada pero ni rica ni aristocrática, con los jóvenes cachorros de la alta burguesía catalana adormecidos en su burbuja de confort mientras en el país, sacudido por la Transición, estaban pasando muchas cosas importantes. O la delicada relación de Víctor Balmoral con ese padre borrado de su vida. También la situación de un periodista veterano en sus sesenta y tantos que recibe la llamada de la directora de Recursos Humanos, que le muestra con la máxima amabilidad y todo tipo de facilidades la puerta de salida que él no ha pedido que le abrieran… Alguien que haya seguido la trayectoria de Sergio Vila-Sanjuán, uno de grandes arquitectos en este país de ese periodismo cultural que se reinventó a sí mismo sobre los cascotes del descampado cultural dejado por el franquismo, puede ver en todos esos asuntos el eco de sus propios latidos.
Su habilidad de muchos años en el oficio de escribir crónicas, entrevistas, ensayos y novelas, hace que un lector lea estás páginas como una ágil novela de intriga y se asombrará con muchos acontecimientos históricos y curiosidades de ese Barrio Gótico de Barcelona contados con extraordinaria amenidad. Pero hay algo más, medio a la vista y medio no, como el propio Barrio Gótico de Barcelona. Algo que va mucho más allá de la intriga narrativa, los datos históricos y las consideraciones urbanísticas. El verdadero enigma de este libro es descubrir que se trata de un ensayo muy personal, profundo, incluso íntimo, disfrazado de novela de intriga.