David Uclés, un explorador de historias

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David Uclés publica su novela «La península de las casas vacías» en la editorial Siruela.

Texto: Javier Pintor  Foto: Asís G. Ayerbe

 

En marzo de este año la editorial Siruela publicó La península de las casas vacías. La portada reproduce un fragmento de La Romería, óleo de Rafael Zabaleta en donde vemos a un grupo informe de personajes representativos de los más diversos estamentos sociales entre los que destacan los tricornios de los guardias civiles y los bonetes de los eclesiásticos. La imagen está muy en sintonía con el argumento de la novela. En la contraportada del libro se puede leer que se trata de una historia sobre la descomposición total de una familia, de la deshumanización de un pueblo, de la desintegración de un territorio y de una “península de casas vacías”. Todos estos detalles despiertan mi interés desde un principio.

Observo que su autor, desconocido hasta este momento para mí, es un joven nacido en Úbeda en 1990 que había escrito con anterioridad dos novelas, una de ellas también con ecos de realismo mágico. Me olvido del libro durante un tiempo y lo dejo en el estante de lecturas pendientes esperando el momento idóneo para volver a él. Durante las siguientes semanas escucho hablar de este autor cada vez con más frecuencia. En mayo, David viene a A Coruña a presentar su libro y me surge la oportunidad de reunirme con él antes de la presentación. Se da la casualidad de que nos citamos en un local especializado en café y descubrimos, entre risas, que a ninguno de los dos nos gusta esta bebida. Conversamos relajadamente durante casi una hora. Tenía mucha curiosidad por conocer al joven autor de un libro de casi setecientas páginas sobre la guerra civil en clave de realismo mágico.

David es un escritor un tanto atípico, humilde, idealista y muy vitalista. Pese a su juventud, confía plenamente en su talento artístico y reivindica su modo de vida nómada. Su figura resulta también inconfundible con ese pelo tupido, su barba espesa, una gorra de plato y un zurrón en bandolera. Conversamos sobre el recorrido que siguió para escribir esta novela y en un momento de la charla David despliega un enorme plano bastante sobado en el que ha dibujado la cartografía de su novela. En este mapa figuran los personajes y lugares por los que transcurre la historia de una saga familiar, los Ardolento, que contaba con alrededor de cuarenta miembros en 1936 y que tres años después quedó reducida solamente a un único miembro, el padre, Odisto. Esta familia parte del pueblo de Jándula (trasunto del pueblo original del autor, Quesada, en el que también se encuentra el Museo Rafael Zabaleta)

David me cuenta que para escribir esta historia invirtió diez meses en visitar un sinfín de localidades a lo largo de toda la Península Ibérica en los que recorrió nada más y nada menos que veinticinco mil quilómetros. Dedicó mucho tiempo a documentarse, a leer otros textos que le sirvieran de inspiración – El tambor de hojalata o Hijos de la medianoche, entre otros- y a recoger testimonios de los habitantes de los pueblos que iba recorriendo. En este periplo pudo comprobar cómo en España todo el mundo tiene una historia de la guerra civil y que esta ha dejado un pozo de tristeza que aún no se ha secado.

La escritura de una novela de esta envergadura no está al alcance de cualquiera. Se requiere paciencia, mucha confianza en tu trabajo y talento. David fue un lector precoz, con once años ya leía a Camus y a Tolstoi en la biblioteca de su colegio. Esta pasión por la lectura, por el dibujo y la música lo acompaña desde entonces. Se declara más lector que escritor pese a que en su hogar no había libros ni nadie tuvo interés por ellos. De familia olivarera sabe que las cosas se consiguen con esfuerzo y dedicación, cualidades que a él no le faltan pues invirtió unos quince años en la escritura de esta larga epopeya sobre la guerra civil española.

Esta historia épica con tintes folklóricos protagonizada por héroes modestos está narrada utilizando unos registros lingüísticos y estilísticos apenas utilizados en la literatura de hoy en día. David ha escrito esta novela con total libertad, apoyándose en una portentosa imaginación que le ha permitido recrear una época muy gris de nuestra historia con tanto lirismo que consigue que el tenebrismo de la historia irradie más luces que sombras.

En estos tiempos en los que impera la inmediatez y la celeridad en tantos órdenes de la vida son de agradecer propuestas literarias tan imaginativas y ambiciosas, de largo aliento, que no estén sujetas a las leyes implacables del mercado editorial. Que algunas editoriales las acojan también es una buena noticia. Este explorador de historias y músico ambulante de vocación ha irrumpido con fuerza en nuestras letras. David Uclés ingresa con todos los merecimientos en esa nueva generación de escritores y escritoras en los que se adivina un futuro bastante prometedor.