¿Conoces a los BRICS?
El analista, investigador, periodista y cooperante, Aníbal Garzón, publica «BRICS: la transición hacia un orden mundial alternativo» (Editorial Akal).
Texto: David Valiente
Un día, por casualidades de la vida, Aníbal Garzón, analista, investigador, periodista y cooperante, se encontró con una antigua compañera de la universidad de la que no tenía noticias desde hace años. En esos momentos, se encontraba inmerso en la escritura de BRICS: la transición hacia un orden mundial alternativo (Editorial Akal), y tras la breve conversación mantenida, se dio cuenta de que solo había una salida: terminar el libro sin rechistar. Resulta que esta, una alumna brillante en la universidad y comprometida con las causas sociales, no tenía ningún conocimiento sobre la existencia de los BRICS y menos aún sobre su operatividad en el panorama internacional.
Unos días después, cuando visitaba a sus padres en el barrio que lo vio crecer, Aníbal se cruzó con un amigo de la infancia. A diferencia de su excompañera de la universidad, este colega de juego era un soldador que se levantaba cada mañana para mantener a sus hijas, aunque a duras penas lo lograba por las dificultades económicas que planteaban la hipoteca y la inflación. Con estos dos encuentros fortuitos, Garzón comienza su ensayo y muestra lo que es la realidad político-intelectual de España y, me atrevería a decir, de toda Europa: las personas no conocen la asociación que se formalizó como entidad supranacional en 2009 de la mano de Brasil, Rusia, India y China (BRIC). Esta se amplió un año después con Sudáfrica (BRICS) y, en 2024, ha abierto sus puertas a cinco integrantes más, Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía, Egipto e Irán (BRICS+).
Los BRICS, como señala Aníbal Garzón, son un foro que fundamenta parte de su esencia en su carácter inconformista. Los países miembros se unieron, entre otros motivos, para defender sus intereses de las tendencias agresivas de Estados Unidos (y su brazo armado, la OTAN), que creó un ambiente internacional irrespirable para las potencias en el punto de mira de Washington con sus intervenciones en Oriente Próximo y el apoyo a las revoluciones de colores.
Sigue su argumentación remontándose a las décadas de la Guerra Fría y mostrando los paralelismos existentes entre el Movimiento de los No Alineados y los BRICS. En cierto modo, la asociación que vio la luz en 2009 gracias a la cooperación de Brasilia, Moscú, Nueva Delhi y Pekín se podría considerar la heredera o la nieta de la Conferencia de Bandung (1955). Ambos movimientos comparten esa vocación sui generis a nivel internacional de representar a los países dañados por el colonialismo y mantener tanto la soberanía como “la independencia económica” de tal forma que las naciones que comenzaron su travesía en los años de la descolonización y la independencia logren una “mayor voz”.
En el corazón del análisis que hace el autor, el concepto, hoy en boga, de Sur global reviste una gran importancia, tanto es así que dedica unas páginas a desmenuzarlo y mostrar la actividad que desempeña en el tablero internacional. Los países que lo conforman “ven hoy a los BRICS como una institución supranacional transcendental para poder romper su dependencia histórica con el Norte, y los BRICS ven importante al Sur global para sumar fuerzas en su proyecto multipolar y de cooperación Sur-Sur”, escribe Aníbal Garzón. Se puede observar un cambio en el modo de plantear el discurso de estos países que antes se defendían asumiendo cierto aire victimista. Hoy, en cambio, son vehementes y demuestran tener unos objetivos definidos. Líderes como Xi Jinping o Narendra Modi saben que es el momento de que sus naciones recuperen todo lo robado por el colonialismo; su presente hace de trampolín para un futuro que brilla con gran intensidad.
Aunque la asociación enfrenta críticas por su falta de cohesión interna, el autor argumenta que no son una construcción ad hoc: “La apuesta multipolar por parte de los BRICS no son algo simbólico, sino una cooperación y coordinación entre países de economías emergentes, y algunos más estratégicos en sus zonas regionales que son parte del Sur global, para crear un nuevo orden mundial”. De todos modos, recuerda el autor, cada integrante dispone de una agenda propia e internacional que quieren cumplir. Por lo cual, China sigue muy centrada en la construcción de su Ruta de la Seda 2.0; Rusia está en la búsqueda de nuevos foros y socios alternativos que le permitan eludir las sanciones que Occidente le impuso en 2014 y que amplió ocho años después tras la invasión de Ucrania. Por su parte, la India se mantiene en una vía multilateral, un poco en consonancia con Sudáfrica, que trata de conseguir una posición más hegemónica en el continente, mientras que Brasil allana el sendero para que los 193 países que componen la ONU logren una mayor representación en las instituciones internacionales.
La confrontación entre los BRICS y Occidente, como destaca Aníbal Garzón con su exhaustivo análisis en el ensayo, se produce en todos los campos de la realidad humana, desde la política hasta el deporte, pasando por la economía y la investigación, dos ámbitos en los que cada vez cooperan con más entusiasmo y compromiso los miembros de los BRICS al darse cuenta del valor transferible que poseen en otros campos de mayor peso en el juego entre estados. Por supuesto, la hipocresía occidental está presente en el mundo deportivo y en las esferas académicas, recordemos, por poner uno de los tantos ejemplos que podemos encontrar, que a Estados Unidos nunca se le ha prohibido participar en ningún Juego Olímpico a pesar de los múltiples abusos de poder y autoridad que ha ejercido a lo largo y ancho del globo terráqueo, mientras que a Rusia no se le ha permitido enviar a sus deportistas a los Juegos organizados en París este verano.
Aníbal es consciente de que a los BRICS todavía les queda mucho camino que recorrer y muchos desafíos que afrontar tanto dentro como fuera de la propia alianza: “La gestión de su novedoso crecimiento interno en 2024, el cumplimiento de sus planificaciones y objetivos comunes, su rol en el equilibrio del sistema internacional frente al poder occidental, y, por último, el desarrollo y progreso de sus realidades nacionales”.
El proyecto multipolar planteado por los BRICS está en construcción; puede que zozobre o llegue a buen puerto y logre hacer de este mundo un lugar un poco más justo, al permitir que los países que un día estuvieron dominados por el Norte Global, obtengan su libertad e independencia sin condiciones y en su totalidad. Por el momento, solo queda esperar y leer el libro de Aníbal Garzón para saber de qué va la política internacional en pleno siglo XXI.