«Archipiélago», un viaje entre la piratería y los nómadas del mar

La escritora Nina Melero, finalista del LXXII Premio Nadal con su obra «Ella y el faro» (Nazarí) en 2020, saca su cuarto libro, «Archipiélago» (Editorial Contraluz), en el que se narran diferentes aventuras que parten de un viaje al Sudeste Asiático.

 

Texto: Gildenis CORREIA

 

Nina Melero es una escritora madrileña que actualmente reside en el Sudeste Asiático, donde coordina el Departamento de Español de la Universidad Nacional de Singapur (NUS). En sus anteriores obras ha abordado diferentes temáticas, como el amor a los libros, el suspense, las aventuras… Archipiélago es su cuarto libro y también el más extenso que ha escrito hasta ahora. Lo ha construido en base a la investigación y a las expediciones en las que se embarcó gracias a su interés por la navegación y la vida marítima. En esta novela la protagonista, una traductora-intérprete llamada Sofía, acude a Singapur por trabajo y, en un giro inesperado de los acontecimientos, se verá sin dinero ni pasaporte y acabará conociendo a una pareja inculpada de un robo; Ollauri y Jahan. Pero a ellos no solo les busca la autoridad, sino también cierto holandés al que no le importará recurrir a los métodos más extremos para encontrarlos…

 ¿Cómo surge tu inspiración para escribir el Archipiélago?

El libro surge en parte por mi encuentro con el Sudeste Asiático. Es un lugar en el que no había vivido antes y estando allí he tenido la oportunidad de conocerlo desde dentro. Mediante lecturas, inspirarme a través de viajes que he hecho por la zona… la historia parte de 2 cosas distintas. Por un lado, la primera vez que vi un cuchillo malayo, el kris, y por otro lado también surgió visitando la sala de los naufragios en el museo de civilizaciones asiáticas. En este museo discurre una de las escenas al principio de la novela de Archipiélago, y fueron esos dos hilos, el descubrimiento por mi parte de ese cuchillo tan especial y descubrir la historia de un barco real en el museo, lo que al final cristalizó en esta historia que combina varios elementos.

¿Entonces tuviste en cuenta una referencia real para la novela?

Hay un lugar muy especial en el museo de civilizaciones asiáticas de Singapur, la sala de los naufragios, donde pueden verse los restos arqueológicos de un barco real. Es uno que naufragó al norte de la Isla de Java, en el siglo IX, y fue especial por su inusual carga de porcelana, que se pensaba que no existía en un momento tan temprano. Parece ser que la extracción de ese pecio del fondo marino estuvo rodeado de ciertas polémicas. Se halló de forma muy reciente, a finales de los años 90 y por la zona donde se encontraba representó un descubrimiento histórico. Empecé a interesarme por todo eso y supe que las personas que habían participado en la extracción de ese pecio trabajaban en el departamento de estudios del Sudeste Asiático, que está en el pasillo contiguo a donde trabajo yo en el departamento de hispánicas de la Universidad Nacional de Singapur. Estas personas estaban muy cerca, incluso físicamente, así que estuve aprovechando esa oportunidad para “perseguirlos” por la Universidad y poder hablar más sobre el tema. Y mientras estaba escribiendo, consultaba dudas que tenía sobre porcelanas. Es algo que yo desconocía y he tenido la oportunidad de aprender mucho al respecto, sobre la arqueología subacuática, cómo se realiza, cómo es el rescate de patrimonio histórico en el mar…

¿Y este campo de arqueología náutica ya lo habías tocado antes?

Bueno, el mar es importante para mí por muchos motivos y sí que está presente en lo que escribo. Mi novela anterior, Ella y el faro, también está relacionada con la vida en el mar, pero desde un punto de vista distinto. Desconocía cómo funcionaba la arqueología subacuática y la exploración subacuática, ya que he hecho submarinismo, pero no de esa manera. De todos modos pienso que en general cuando la navegación, la arqueología, la exploración subacuática se solapan… esa combinación de elementos da lugar a historias que pueden ser muy interesantes, ¿no? En la realidad y la ficción.

¿Y cómo te documentaste sobre la piratería hoy en día?

El tema de la piratería marítima está por desgracia muy presente en el Sudeste Asiático y en otras partes del mundo. Hay esos puntos calientes en los que todavía es un problema, y uno de los más famosos desafortunadamente es el estrecho de Malaca. Yo vivo en Singapur, que está al final de ese estrecho entre la isla de Sumatra (Indonesia) y el estrecho de Johor (Malasia). Por esa ruta pasa un gran porcentaje del tráfico marítimo actual del mundo y existen grupos que se dedican a asaltar los barcos. Cuando estuve viajando para documentarme para el libro, visité el sur de Filipinas y allí también hay muchos casos de piratería. Esto no es algo moderno, la piratería en el Sudeste Asiático es un problema que se remonta a miles de años atrás y hay algunos grupos étnicos que tradicionalmente se han dedicado a ella, como se explica también en el libro. Ahora mismo ellos ya no quieren que se les asocie con este tema de la piratería, aunque por desgracia continúan haciéndolo. Si vas a transitar algunas partes, dependiendo de dónde estés, el precio del seguro de viaje se incrementa muchísimo porque no solo pueden robar el equipamiento —sobre todo los GPS y algunos elementos que puedan luego revender—, sino que a veces también se producen secuestros de personas. Entonces sí, por desgracia es un tema que ves allí cada día en los telediarios y a la hora de escribir el libro he tratado de documentarme sobre él.

¿Conociste a algún agente o experto sobre el tema que te orientara?

En el viaje que realicé a través del archipiélago filipino, la expedición del Balangay 2018,  nos estuvo escoltando la guardia costera, por las características de los lugares donde transitábamos visitando las patrulleras. Entonces tuve la oportunidad de preguntar e ir hablando sobre cuáles eran los métodos que utilizan estos piratas para ir frenando las embarcaciones grandes, las técnicas que utilizan para asaltarlas y las medidas de seguridad que se utilizan. En muchos buques se colocan alambres de espino en las bordas y contratan vigilancia privada porque se producen estos incidentes en el mar. Entonces la información procede de lecturas, entrevistas y charlas con la guardia costera cuando estábamos en ese viaje concreto —porque hice varios, uno al estrecho de la Sonda y otro que iba por la parte sur de Borneo— y también de lo que comenta la gente, eso a lo que tienen miedo porque pueda suceder.

¿Recomendarías alguna referencia bibliográfica para lectores sobre el libro?

A las personas que les interese Indonesia, Ring of fire, An Indonesian Odyssey, y es de Lowrence Blair. También, por ejemplo, a los que quieran explorar Indonesia de forma más literaria les recomiendo el libro de Joseph Conrad, Lord Jim.Se desarrolla en el mismo marco geográfico, aunque en épocas pasadas. De todos modos, la editorial en breve va a ampliar la sección de Archipiélago en la página web de Contraluz y en la parte de abajo se va a poder ver no solamente un mapa de los lugares en los que transcurre la novela, sino las referencias de algunos libros relacionados para algunos lectores que quieran seguir explorando. Habrá enlaces y también la música que aparece en el libro.

¿Has conocido en persona todas las localizaciones que mencionas en la novela?

Hay algunas que sí conozco personalmente y otras que no. Los lugares reales que aparecen en Singapur, por ejemplo el Hotel Raffels, el museo de civilizaciones asiáticas, los conozco muy bien porque vivo en la ciudad. También he visitado las ciudades que se mencionan, entre ellas Yakarta, especialmente el puerto, porque estaba escribiendo sobre esto. Además de Java, Bali, Lombok y el sur de Borneo. A donde no he ido son las antiguas islas de la especiería, islas de las especias o a las Islas Molucas a las que se dirige el libro. Conozco personas que sí han estado allí, yo no, pero me he documentado sobre el lugar.

¿Cómo definirías a los nómadas o gitanos del mar?

Son personas que viven toda su vida en el agua, generaciones de generaciones, lo que implica también que tu medio de vida y de donde tú consigues la comida y el agua es el mismo mar. Grupos de niños muy muy pequeños bajan a conseguir su propia comida y, cuando digo bajar, estamos hablando en buceo vertical a grandes profundidades en apnea. Sabemos que los récords olímpicos de apnea, comparados con las proezas físicas que realizan estas personas, se quedan en nada. Hay estudios antropológicos y también uno anatómico sobre los ojos. Parece ser que sus pupilas están adaptadas a ver bajo el agua y también tienen el bazo alargado. Son personas que cada día están acostumbradas a tener una relación con la presión y la regulación de oxígeno, así que hay cambios físicos que el cuerpo humano puede experimentar cuando realizas esas inmersiones constantes en tu vida diaria. En las primeras inmersiones de los niños a veces se produce una perforación del tímpano y muchos de ellos pierden el oído, pero se vuelve a recuperar. Creo que hay estudios médicos de cómo es posible que la actuación del cuerpo humano haga esto.

¿Y cómo es el nado de estas personas que siempre están sumergidas en el agua?

Tienen una manera peculiar de nadar. Con nuestro criterio occidental es como si nadaran mal porque nosotros, excepto en estilo libre, lo hacemos de forma simétrica. En cambio ellos van de manera extraña, no sabría cómo describirlo. Cuando llegan abajo se colocan en el fondo y caminan erguidos, moviendo los brazos como si fueran echándose agua hacia atrás y, además, portan una lanza con la que debajo del agua se ponen a lancear los peces. La caza de cetáceos es un tema que también aparece en el libro y este grupo de gitanos del mar o nómadas del mar, al igual que otros grupos de indonesia, se tiran desde embarcaciones muy pequeñas con arpones y lanzas hacia a los cetáceos para cazarlos. Son tipos de pesca ancestral, pero muy muy impresionantes.

¿Cuál es la situación sociopolítica y económica de este estilo de vida?

Están bajo muchísima presión; políticas, climáticas… Hay muchos de estos grupos desplazados y hay ciudades en las que cerca de la costa se han construido poblados de chabolas flotantes. Estas personas no tienen la nacionalidad, así que como no pueden estar en tierra, están en el agua, pero en una situación extrema porque itinerarios que ellos seguían desde hace miles de años ahora forman parte de países, tú no puedes andar cruzando cuando quieres. Y con la excusa o la creencia de que pueden estar implicados en el contrabando, por ejemplo, cuando las autoridades de distintos países se encuentran con ellos en el mar los arrestan… Son grupos étnicos que ahora mismo están en riesgo y su forma de vida puede desaparecer. Es interesante que existan estos estudios médicos y antropológicos porque demuestran que se puede aprender mucho, no solamente de las transformaciones físicas del cuerpo humano, sino bueno, de estas formas de vida tradicional que son apasionantes.

¿Ya sabías acerca de las tribus de nómadas del mar antes de escribir la novela?

No, los descubrí al vivir allí. Supe de unos grupos que eran oriundos de Singapur y que en los años 70 se vieron desplazados fuera de allí, pero quedaban algunos en Malasia e Indonesia. Entonces se convirtió en un objetivo para mí visitar esos lugares y poder interactuar con esas personas, descubrir más sobre ellas.  Visité varios poblados, son como pequeños pueblos flotantes que se desplazan y hay grupos en Filipinas, en el sur de Filipinas, en el norte de Borneo, en el Borneo Malayo. Son etnias distintas, todos tienen en común que viven en el agua. Solamente van a tierra para conseguir la madera para los barcos y tienen como palafitos que construyen morando en la costa. Es una vida muy muy difícil, están todo el tiempo expuestos a la intemperie, en barcos muy pequeños que son unifamiliares. Pero igual que yo he llegado allí, pueden ir otras personas y contribuir a que se sepa que todavía existen estas formas de vida tradicionales ligadas al mar, muy hermosas, y pueden desaparecer muy fácilmente.

¿Cuál es el valor de Jahan en el libro, un personaje que justo pertenece a los nómadas del mar?

La novela está basada en un triángulo de tres personajes. Jahan no es protagonista, pero sí es un personaje especial por distintas razones. Por un lado, porque es el más alejado culturalmente. Los otros dos personajes pertenecen a mi propia cultura, sin embargo Jahan no. Este grupo de nómadas del mar —hay varios, uno de ellos los Sama Bajau—, es un grupo cuya nacionalidad no está reconocida, cuya lengua se considera un dialecto. Entonces, a la hora de construirlo fue el más complicado porque he tenido que informarme muchísimo más porque está no solamente en los márgenes culturales, sino también en los márgenes lingüísticos. Jahan tiene un gran peso en la trama porque está siempre en el territorio del otro. No habla su propia lengua, está hablando la de otros. Entonces hace de “guía” aunque parece que está en una posición de inferioridad o sumisión, es el motor del viaje. Eso me interesaba, un personaje que parece estar en los márgenes, y sin embargo, acaba siendo el centro.

 ¿Te identificas con algunas de las enseñanzas y reflexiones que hacen tus personajes durante sus aventuras en Archipiélago?

Todo lo que vas aprendiendo tarde o temprano pasa al papel, ¿no? Acaba reflejándose ahí. A veces en que el lector asocia el autor con el personaje, pero siempre sucede que cuando escribes tú eres todos los personajes hay algo de ti en todos ellos, pero tú no eres ninguno en concreto. Aparecen personajes que tienen opiniones conflictivas, comportamientos bastante reprobables y una visión disparatada de las cosas. Entonces por supuesto no me siento identificada con todos los puntos de vista que se manifiestan, lo que pasa es que en los libros como en la vida siempre hay gente de todo tipo.

¿Has tenido alguna vez la impresión de que perteneces al Sudeste Asiático?

Llevo viviendo allí desde el 2015, hace 6 años, y nunca es demasiado tarde para volver a saltar por el mapa. Ya sabes lo que dicen: Ubi bene, ibi patria. Donde me siento bien, esa es mi patria, entonces pues seguir explorando no se descarta; seguir buscando otros lugares, tampoco. No creo que vaya a quedarme allí para siempre.

¿Qué relevancia tiene el cuchillo mayalo de la portada, el kris, en el libro?

Me impresionó mucho. No solo porque es un cuchillo peculiar, ya que no es una espada, no es un puñal, no es solamente un arma, sino que también tiene un significado simbólico y ritual muy importante allí, en Indonesia y en Malasia. Entonces intento transmitir esa idea en línea con la creencia que existe en el Sudeste Asiático que el cuchillo es un objeto que tiene su propia voluntad, que toma sus propias decisiones y que tiene libertad de movimientos. Esto es algo muy chocante para nosotras, que somos occidentales, y pueden parecer supersticiones, pero allí creen esto realmente. Que tú puedes dejar un cuchillo en un sitio y que, por ejemplo, puede cambiar la orientación o aparecer en un lugar de la habitación distinto a donde lo has colocado. Es curioso comprobar cómo algunas personas bajan la voz en presencia de ciertos cuchillos, como si de algún modo pudiera molestarlos. Entonces he intentado construir las escenas en línea con esa creencia.

¿Cómo elegiste las leyendas y tradiciones que aparecen en la historia?

Me iban llamando la atención. Oí hablar de ellas, vi que están presentes y simplemente las he metido. El olfato es un sentido que me interesa mucho y a lo largo del libro aparecen muchas descripciones de olores; agradables, desagradables. En la tradición occidental relacionada con monstruos y fantasmas —es un tema que conozco bien porque estuve investigando sobre ello para otro trabajo, el tema de las mujeres monstruo en la literatura, en la historia— no aparecen nunca los olores como una señal de alarma de un fantasma y en Asia sí, en estas tradiciones asiáticas relacionadas con los fantasmas y lo sobrenatural hay mucha presencia del olor. Olor a vinagre, distintos olores,  esto de hacer colada y no dejar la ropa tendida, no sea que quede algún olor que el fantasma pueda detectar. Suena como algo totalmente disparatado y descabellado, pero cuando ves a personas, no de un contexto rural, sino de un contexto urbano que tienen educación superior y que te hablan de algunas cosas como si fueran reales (para estas personas lo son) pues choca mucho. Pero son creencias auténticas, leyendas reales, no he inventado nada. Todo lo que aparece de folklore, es riqueza que no me pertenece. Son tradiciones y creencias que están vivas solo queda observarlas, respetarlas y en mi caso recrearlas.

¿Te hubiese gustado desarrollar alguna de las subhistorias o temas de tu novela?

Las historias y subhistorias están relacionadas con los tres personajes principales. He desarrollado todas como parte de la novela, sin embargo, sí hay un personaje que de alguna manera creció más de lo esperado, el de las gemelas Tjan. Era un personaje secundario y de algún modo me empezó a arrastrar hacia lugares donde yo no había previsto ir, creció más de la cuenta. Me dejé llevar un poco, pero luego tienes que volver a donde ibas y había partes de ella en mi cabeza que no he llegado a escribir, porque claro, no solamente la extensión del libro ya raya en lo excesivo, sino que además sería apartarme del camino de la trama. Y para mí es muy importante que sí que haya esta narración que te arrastre, pero que esté muy centrada, que no se diluya. Por eso no quería desviarme.

¿En qué género te encuentras más cómoda escribiendo?

Como lectora yo leo todo tipo de géneros y, en el caso de lo que yo escribo, también me gusta explorar distintos de ellos. Archipiélago es mi cuarto libro; hasta ahora había escrito un libro de relatos de terror, otro libro que tiene toques de humor relacionados con el amor a los libros; las personas que escriben, que traducen, que queman libros… Pero en el caso de Archipiélago era una elección personal. A mí los libros de viajes y de aventuras son dos géneros que me gustan mucho y pensé que mi objetivo era invitar al lector a explorar esta parte del mundo, pero pasándoselo bien. Entonces combiné el libro de viajes, en el que predomina la descripción, y el de aventuras, en el que predomina la narración. Quise intentar fundir los dos y hacer algo de ficción muy basado en los diálogos, con acción, con entretenimiento, pensé que combinar esos dos géneros iba a funcionar.

¿Y en cuál de ellos te has encontrado con más dificultades?

 Una dificultad es  enfrentarse a un libro tan extenso. Mis libros  anteriores eran muy breves y esta vez deliberadamente yo quería hacer un libro de mayor extensión. Es la primera vez que me enfrento a una estructura que cubra tantas páginas, y mantener el ritmo de forma sostenida, combinar tramas para ir armando los capítulos con una extensión semejante en general fue todo un reto. Espero que al final los lectores lo disfruten, porque yo he disfrutado al hacerlo, pero fue algo deliberado, porque siempre con los libros anteriores se me decía eso de “Bueno, es que la novela es tan breve que parece un cuento largo, es que todo lo que escribes parecen cuentos largos”. Y esta vez no. Ha sido un reto, porque no es mi extensión natural.

¿Vas a volver a escribir sobre alguno de estos géneros en tus próximos proyectos o vas a probar algo diferente?

 Bueno, a mí me gusta probar cosas nuevas, no lo sé, lo que sí es seguro es que lo que estoy escribiendo no creo que tenga una extensión similar. Posiblemente combinará los mismos elementos que me interesan a mí: la historia, la exploración geográfica, el mar, estarán presentes pero en una estructura más breve.