Ananda Devi: “Quizá en pleno siglo XXI el mayor crimen que está cometiendo la humanidad sea la indiferencia”

El mismo año que Ananda Devi se ha convertido en la ganadora del Premio Internacional Neustadt de Literatura 2024, la editorial Armaenia ha traducido del francés su novela más icónica: «Ève de entre sus escombros», que fue adaptada al cine por su marido Harrikrisna Anende.

Texto: David VALIENTE

 

La novela de Ananda Devi, Ève de entre sus escombros, cuenta la historia de cuatro adolescentes, Éve, Savita Sadiq o Sad y Clélio, que viven en Troumaron, un suburbio de Port Louis, la capital de Isla Mauricio. Sus días son desdichados, viven en una comunidad pobre que les asfixia y les enseña lo dura que puede llegar a ser la existencia humana. Ève quiere salir de su situación y descubre el deseo que despierta su cuerpo en los hombres e intenta sacar beneficios.

Ananda Devi nació en Isla Mauricio. Sus abuelos llegaron en época colonial para trabajar en los campos de azúcar: “Pertenezco a la tercera generación de indios que nacieron en la isla, tengo grandes lazos con la India y me siento mauriciana”, dice la escritora, en una entrevista concedida a Librújula. De su educación formal, recibió la influencia europea, estudió su carrera universitaria y se doctoró en Reino Unido para luego pasar una temporada en el Congo hasta asentarse definitivamente en una pequeña región francófona de Europa. Sin embargo, aun con su largo deambular, no deja de amar a su Mauricio natal, un país localizado en el Océano Pacífico enriquecido “por distintos grupos religiosos, lingüísticos y étnicos; es una sociedad compleja”. Siempre ha sido consciente de la matizada idiosincrasia de la isla y también sabe que esta heterogeneidad social puede ser óbice para la fragmentación entre los diferentes grupos.

¿En usted permanecen muchas particularidades de sus orígenes indios?

Por supuesto. Mis ancestros eran religiosos y mi madre me contaba muchas historias sobre el hinduismo que, de algún modo, han influido en mi manera de escribir. Además, he visitado la India en muchas ocasiones y algunas de mis novelas están ambientadas en ella. Aun así, y esto le ocurre a muchas personas, me encuentro en una situación no del todo cómoda, ya que comprendo el país y su cultura y observo la realidad tanto desde el interior como desde fuera, lo que me genera una tensión que me permite elaborar obras literarias ricas, potentes y críticas de una sociedad.

 

Usted se doctoró en antropología social en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, ¿esa formación le ha ayudado en su carrera literaria?

Sin duda. Escribo desde niña y publiqué mi primera colección de cuentos antes de comenzar mis estudios universitarios. En esos momentos en los que decides tu futuro, descarté estudiar literatura porque quería mantener el mundo de la escritura lejos del análisis académico. Los estudios literarios implican la disección del texto y eso me podría limitar a la hora de desarrollar mi propia carrera literaria, ya que siempre tendemos a compararnos con otros autores y pensar que debemos guardar la pluma porque nunca lograremos la misma calidad artística de otros. La antropología social es una manera de mirar la sociedad desde dentro y, sí, me ha ayudado a la hora de escribir: no solo en la construcción de una estética literaria, sino también en la comprensión de los diferentes mecanismos que funcionan o que hay que mejorar dentro de las relaciones sociales.

 

¿Qué tal pasó esos años que estuvo en el Congo?

Estuve entre el año 1982 y 1988, en esa época aún no había comenzado la guerra civil. Escribí parte de mi primera novela allí, mientras cuidaba de mis hijos pequeños. Me arrepiento de no haber llamado a la puerta de algunos autores congoleños para conocerlos. Por aquel entonces era muy tímida, y, a algunos los he conocido después, pero con otros no he tenido la misma oportunidad y ya no se encuentran entre nosotros.

 

¡Compatibilizó la escritura con la crianza de unos niños! Si ya una obra literaria es un hijo…

¡Desde luego! (Risas). Cuando mis hijos eran pequeños, trataba de dividir mi tiempo entre ellos y la escritura. Aprovechaba cualquier momento que no me necesitaran para enfrascarme en mis creaciones. Uno de mis vástagos, ya siendo un adulto, me dijo un día que sentían como si estuviera ausente, es decir, mi cuerpo estaba con ellos, pero mi mente se encontraba en otro lugar; y en cierto modo tiene razón, escribir te obliga a estar pensando constantemente en los personajes, los temas, el ambiente… en realidad no dejas de escribir ni un momento. No he sido una madre perfecta, pero he intentado cuidar de mis hijos lo mejor posible, sin descuidar mis deberes literarios. En este sentido no me arrepiento de nada.

 

¿Se considera una activista?

Mi escritura se vincula con la realidad social, con las personas que están marginadas, olvidadas y sin voz (estas historias me atraen). Al ver cómo está el mundo, me cuestiono si el acto de escribir es un compromiso lo bastante sólido con la sociedad; no dejo de estar sentada delante de un ordenador, rellenando una hoja en blanco con ideas. Aunque si consigo que alguien reflexione sobre lo que está sucediendo en el mundo, entonces, valió la pena. De todos modos, no puedo negar que me gustaría involucrarme más en actividades concretas, pero de momento mi manera de cambiar las cosas es la literatura.

 

Creo que su obra contribuirá a cambiar la imagen que tenemos de Isla Mauricio en España.

En Ève de entre sus escombros no aparecen playas ni cielos azules; el universo que recreo es frío y gris, como el cemento. Lo hice deliberadamente con la finalidad de alejar al lector de esa imagen preconcebida y tropical y comprendan que, más allá de esa postal cargada de belleza, hay jóvenes a los que se les ha excluido socialmente. El libro apareció en francés hace 18 años, pero todo lo que cuento tiene la misma validez en nuestros días, esa situación urgente en la que está sumida parte de la población mauriciana es muy real.

 

¿Por qué ha escrito Ève de entre sus escombros en primera persona y con lenguaje tan poético y visceral al mismo tiempo?

En un primer momento, pensé en escribir esta historia empleando un narrador en tercera persona. Por lo general siempre narro en primera porque me permite penetrar con más facilidad en la piel del personaje, ser el personaje. Pero con Éve tenía que encarnarme en cuatro adolescentes, transmitir sus pensamientos y, sobre todo, recrear su jerga. Empecé escribiendo en tercera persona sin acabar de conectar con la esencia de la novela. Al final me decanté, por una primera persona, que diera una oportunidad a los jóvenes de reflexionar en cada uno de los capítulos, así también evitaba asumir un lenguaje tan específico y me centraba en sus pensamientos, ya fueran crudos o bellos. Clélio es el más duro en su forma de expresarse porque está muy enfadado; Ève resulta también bastante cruda, habla como si fuera una depredadora, una persona que toma decisiones conscientes en lo relacionado con su cuerpo. Para explicar con más nitidez los acontecimientos que rodean a Ève, introduje una quinta voz bien marcada en itálico, y dejé que el lector determine a quién pertenecía la tristeza de sus palabras.

 

Los jóvenes solo reflexionan en su novela, no expresan en ningún momento sus sentimientos, ¿acaso nadie los quiere escuchar?

Cuando escribía esta novela, en París se producían grandes protestas por la muerte de dos chavales a manos de la policía. Quienes protestaban eran jóvenes magrebíes y africanos como los asesinados que vivían en los suburbios de la capital gala y, en esos momentos de tensión, incendiaron coches o destrozaron comercios, mostrando así su indignación. Mientras las imágenes de caos y disturbios se emitían en la televisión, periodistas, políticos, sociólogos y psicólogos comentaban los hechos, pero nunca daban la palabra a los protagonistas, cosa que yo quería que hicieran, para que pudieran explicar por qué habían tomado la vía violenta. Incluso ahora, con las redes sociales mostrándonos el sufrimiento de mucha más gente, los expertos siguen analizando los sucesos y esos jóvenes siguen sin pronunciarse.

 

Sadiq o Sad descubre los versos del poeta Rimbaud, ¿qué importancia tiene la poesía en su mundo cruel y despiadado?

En la novela, cada personaje trata de encontrar su manera de sobrevivir y salir del barrio, donde transcurre la acción, en la periferia de Port Louis: Ève vende su cuerpo, Savita se convierte en la niña buena que sigue las normas, Clélio se rebela contra todos y todo y Sad encuentra consuelo en las palabras de Rimbaud. La poesía es muy importante en su mundo, es su epifanía, el mecanismo para explicar su enfado, su tristeza, su amor por Ève; un pequeño rayo de luz.

 

Entonces, ¿los seres humanos no nacemos malos, es el entorno el encargado de moldear toda esa vileza?

En la actualidad estoy escribiendo un texto que me está obligando a plantearme esta misma pregunta. En Lyon se localiza la prisión de Montluc, sus barrotes tienen 100 años de historia, desde la Segunda Guerra Mundial, pasando por la guerra de Argelia, hasta su conversión en una cárcel civil, millares de presos han dormido en sus celdas. Durante la ocupación nazi, Klaus Barbie dirigió el centro penitenciario, y en el libro que estoy escribiendo me pregunto qué motivos empujan a una persona a convertirse en un héroe de la resistencia o en un torturador y asesino; ¿fueron sus circunstancias la que le obligaron a decantarse por el crimen o hubo algo más? Nuestra complejidad natural se caracteriza por ese contraste, pero nuestras decisiones y, por supuesto, circunstancias nos marcan la ruta. Somos también ambiguos y ahora corremos el riesgo de formar parte de esa masa que tan solo muestra su indiferencia ante las cosas que ocurren en el mundo. Tal vez en pleno siglo XXI el mayor crimen que está cometiendo la humanidad sea la indiferencia.

 

En realidad, no parece que se pueda escapar a los designios del destino…

No estoy de acuerdo. El ser humano está dotado de la capacidad de tomar decisiones. La religión hindú hunde sus raíces en el determinismo kármico, que dice que las personas están condenadas a una existencia feliz o miserable según se hayan comportado en su anterior vida, por lo tanto, para conseguir una situación mejor tendrán que esperar a su siguiente reencarnación. Este tipo de concepciones fatalistas anulan la capacidad de elección de las personas y solo trata de silenciarlas y mantenerlas pasivas.

 

No es fácil ser adolescente, e imagino que en Isla Mauricio mucho menos…

No para todos. Parte de la sociedad mauriciana se ha enriquecido con bastante velocidad y eso ha permitido a muchos adolescentes vivir de la misma forma que sus pares europeos: sus necesidades están cubiertas, pueden acceder a una buena educación y a unos prometedores puestos de trabajo. Sin embargo, otros jóvenes no cuentan con la misma suerte. La cuestión aquí es que Mauricio es un país muy pequeño que apenas tiene 2000 km2. Por lo tanto, la gente con poca o ninguna perspectiva de futuro convive casi codo con codo con aquellos más privilegiados. El mismo Sad lo dice: miramos por la ventana y el futuro ha desaparecido. Con intencionalidad, quise mostrar este contraste para preguntarnos cómo se puede solucionar.

 

En su novela, la violencia contra el cuerpo está explícita en dos de sus personajes, Ève y Clélio, ¿por qué esa agresividad con su propio cuerpo?

Sienten que su única posesión es su carne, sus huesos, sus entrañas y, como están enfadados, toda su furia recae sobre sus extremidades. Para Ève, su cuerpo es una mercancía que puede vender sin perder una parte de sí misma, su esencian, su alma. En realidad, sabemos que está equivocada, el camino que ha escogido la conduce al precipicio. Por su parte, Clélio se siente solo porque su hermano emigró a Francia y se enfrenta consigo mismo. Sin duda, es el más vulnerable y queda patente con su ingreso en prisión, donde muestra que es un niño (y no un machote) que no pensó en las consecuencias de sus actos. Ève de entre sus escombros está concebida como una tragedia griega, las vidas de los personajes se dirigen a un final desafortunado.

 

¿Cómo es el panorama actual para las mujeres en su país?

La sociedad de Isla Mauricio es bastante progresista. Las mujeres tienen acceso a la educación y pueden aspirar a cargos de relevancia, es decir, si lo desean, pueden alcanzar el éxito. No obstante, a su vez el patriarcado sigue muy presente en la violencia que se ejerce sobre ellas o en la manera de hablar de algunos hombres que consideran que si una mujer ha conseguido algún cargo político es porque se han acostado con algún superior. Son comentarios denigrantes. Aparentemente, se aprecia una situación mejor, pero la realidad, y esto no solo sucede en Mauricio, es que algunos hombres continúan mirando a las mujeres con la superioridad que les otorga el sistema patriarcal y misógino.

 

Aquí en España desconocemos el panorama literario mauriciano, ¿cómo es?

La literatura mauriciana se caracteriza por su riqueza y diversidad. Aunque el inglés es la lengua en la que está escrita la constitución y en el que se fundamenta la educación, hay una mayor producción literaria en francés, muchos periódicos están escritos en este idioma y mucha gente se comunica con él.  Asimismo, los escritores observan la realidad desde diferentes perspectivas y matices. En mi caso, soy muy crítica con mi país y nunca me lo han reprochado, tengo voz y espacio para expresarme libremente. A lo mejor a los políticos les molesta alguno de mis comentarios, aunque dudo mucho que ninguno haya leído mis libros. Mi obra se estudia en universidades de otras partes del mundo y nunca he tenido que enfrentar un rechazo o unas malas palabra.

 

¿Es especialmente lectora la sociedad mauriciana?

Depende del tipo de literatura de la que estemos hablando. Como en todos los países, en Isla Mauricio se escriben libros más serios y sesudos y otros con un tono más ligero. No es fácil convertirse en un best seller, porque los libros son caros y adquirirlos supone una inversión de dinero difícil de asumir para el común de los ciudadanos. Ocurre algo similar en el resto de países del continente africano. Tengo amigos que han publicado su obra en Francia y que cuando quieren que sus libros se vendan en librerías de Togo o Costa de Marfil, les resulta imposible porque importarlos es muy caro. Por la contra, si un escritor publica en una editorial nacional, debido a la poca capacidad que por lo general tienen para exportar, los libros no llegarán a otras partes del mundo.