Alejandro Zambra: “Nunca estuve más cerca de la no ficción que con este libro”
Anagrama publica el último libro del poeta chileno Alejandro Zambra: «Literatura infantil».
Texto y Foto: Susana PICOS
Alejandro Zambra es un poeta que escribe prosa y esa musicalidad está presente en sus libros, también en Literatura infantil, una especie de diario de un padre primerizo de cuarenta y dos años que escribe para su hijo y donde poemas, cuentos, reflexiones… se entremezclan y dan como resultado un bello y literario libro de amor paterno. Zambra cuenta que escribió sin pensar en publicar, sin límites, pero tuvo esa necesidad porque al buscar lecturas sobre los sentimientos y las experiencias de un padre no las halló. Sí encontró muchos libros de consejos, tipo enseñar al niño a dormir y similares, pero no algo más profundo que es lo que a él le apetecía en ese momento.
Cuando Zambra habla de su hijo Silvestre sus ojos se iluminan, y esa luz también se desprende de su texto. Al preguntarle si le preocupa que consideren su libro demasiado sentimental, responde que “está muy bien que se discuta qué es sentimental”. Cuenta que, cuando su hijo nació, abandonó la escritura de la que posteriormente sería la novela que le encumbró como una de las voces literarias chilenas y latinoamericanas actuales más aplaudidas, Poeta chileno, publicada en España en 2020. Tras la paternidad, explica que llegó cambiado al libro. “Hay una escena en la novela de Poeta chileno en la que Gonzalo le corta las uñas de los pies a su hijo. Ahí hay mucha fragilidad.”
Los libros de Alejandro Zambra son distintos unos de otros, pero afirma que la “idea de obra solo causa represión” por eso es algo que no le interesa. “Con este libro nunca estuve tan cerca de la no ficción, pero me parece nocivo que se castigue la ficción porque vamos a terminar ahogados”.
Literatura infantil
Texto: David Pérez Vega
La primera parte de Literatura infantil empieza con una enumeración de capítulos en apariencia extraña: del 0, se pasa al 1, al 14, al 25, al 31… Estos números marcan los días de vida de su hijo Silvestre y, por tanto, el capítulo 0 se corresponde con el del día del nacimiento. «Contigo en brazos, por primera vez aíslo, en la pared, la sombra que formamos juntos. Tienes veinte segundos de vida.», estas son las primeras palabras del libro. La autoficción no es algo nuevo en la obra de Zambra; en muchas de sus narraciones, este autor juega a diluir los límites entre narrador y personaje. En este nuevo libro, el narrador principal (ya veremos que no siempre) es el propio Alejandro Zambra y habla de su hijo Silvestre y de su mujer Jazmina con sus nombres reales.
El lector se adentra en las páginas de Literatura infantil como si estuviera accediendo al diario de notas de un escritor que admira, donde éste reflexiona sobre su nueva experiencia de ser padre por primera vez a los cuarenta y dos años, y no, por ejemplo, a los veinticuatro años, como en la generación de sus padres.
También abundan las reflexiones sobre las nuevas formas de asumir la paternidad por parte de los hombres (a las que podríamos llamar «nuevas masculinidades»), en contraposición a las formas de las generaciones anteriores, «Nuestros padres intentaron, a su manera, enseñarnos a ser hombres, pero no nos enseñaron a ser padres. Y sus padres tampoco les enseñaron a ellos. Y así.» (pág. 16)
Otra reflexión bonita surge alrededor de la palabra «infantil» que, nos dice Zambra, en muchos casos, y al menos en Chile, es pronunciada como un insulto o de forma condescendiente. A este respecto, escribe: «Toda la literatura es, en el fondo, infantil. Por más que nos esforcemos en disimularlo, quienes nos dedicamos a escribir lo hacemos porque deseamos recuperar percepciones borradas por el presunto aprendizaje que nos volvió tan frecuentemente infelices.» (pág. 18). Al final la literatura viene a ser, nos dice el autor, una forma de recuperar aquellos primeros cuentos de la infancia que nos leían nuestros padres.