«1969», de Eduard Márquez

Texto: Redacción

El crítico literario Antonio Lozano definía así en el año 2003 al escritor y traductor Eduard Márquez: «Minucioso y perfeccionista, Márquez diseña sus obras con regla y compás, con idéntico mimo y precisión con que un sastre confecciona unos pantalones a medida». Desde entonces han pasado 20 años y Eduard Márquez, tras un largo periodo sin publicar, ha vuelto con una novela que se escapa a la catalogación. 1969 (L’Atre Editorial/Navona), un libro de más de 500 páginas en las que retrata como una foto fija el año 1969, fecha de inflexión para Márquez del inicio del fin del franquismo.

Este primer libro forma parte de un ambicioso proyecto que recogerá la memoria de los años del final de la dictadura hasta la transición, desde 1969 hasta 1980. En conversación con la periodista y escritora Ada Castells en los Diálogos On Line de la ACEC, patrocinados por el Institut Ramon Llull, Márquez cuenta que «1969 es un año muy importante porque es el inicio del fin de la dictadura en Barcelona. Se produce el estado de excepción en enero; la gente ha olvidado que es en el año 1969 cuando nos colocan al príncipe, cuando Franco da su famoso discurso de Navidad diciendo que «todo está atado y bien atado» y se destapa el caso Matesa, el gran escándalo de corrupción y económico de la dictadura, además de las influencias que nos llegan, aunque a cuenta gotas pero visibles, derivadas del mayo del 68 francés.»

Continúa Eduard Márquez explicando que: «La primera idea que tuve era la de una novela convencional, incluso decimonónica, quería salir de mis planteamientos de novelas cortas y dejarme ir y crear una novela de largo espectro, y era consciente que este cambio me obligaría a cambiarlo todo. ¡No corres igual una carrera de 200 metros que una maratón! Pero me di cuenta, pasados ya cinco años -he estado trabajando en esta novela ocho-, que no funcionaría. porque la ficción que estaba creando no estaba a la altura de la vida, que incluso, traicionaba todo aquello que me habían explicado. Empecé a sentirme un falso. En ese momento abandoné la novela y al cabo de medio año recuperé un segundo proyecto de escritura donde todavía mantenía algo de ficción y respetaba en primera persona la voz de aquellos a los que había grabado, añadía documentación y metaliteratura, incluso salía yo también. Eso funcionó durante un año hasta que me convencí que no, que no funcionaba, que era innecesario que saliera yo, que apareciese la ficción. Empiezo a ver que tengo los testimonios de la gente con la que he hablado y conocido y los documentos, y esos documentos también son voces, incluso el del policía que está picando en la máquina de escribir el informe de una manifestación, porque cuando él está escribiendo se está retratando en cómo lo dice y qué dice. Es cuando me doy cuenta de que lo tengo: la novela ha de ser el ensamblaje de todas esas voces de manera que el lector pueda leerlo como una novela».

1969 es una novela con unos mimbres poco convencionales y Márquez se lo confirma a Ada Castells cuando le explica que: «La gracia de este proyecto es que deberíamos ser mucho más libres creando y leyendo. Como escritor es fundamental para mí romper esquemas, cuestionarme constantemente; este ejercicio es esencial para mí  para que la creación tenga sentido, porque sino puede ser muy aburrida. Necesito arriesgar, incluso equivocarme, y creo que esa manera de crear también deberíamos trasladarla a la lectura. Conseguir que el lector sea más valiente, que se implique en las historias, que busque nuevas formas de leer, de sentirse tocado por la lectura. Estas dos caras de la misma moneda creo que son muy importantes».

Respecto a las críticas por no traducir los textos y dejarlos en el idioma original en la edición en catalán, Márquez responde que:  «Sociológicamente en el año 1969 en Barcelona, el castellano era la lengua predominante y eso marca el libro. Toda la documentación que nace del franquismo está en castellano, por tanto toda la que nace de la represión también lo está. La documentación catalana es la que surge de los sectores catalanistas. Debía mantener la lengua de la voz y lo que no tiene ningún sentido es plantear la traducción. Si hablan en castellano, está en castellano, y si lo hacen en catalán, en catalán, porque el objetivo era reflejar lo que estaba sucediendo en la calle»,

La novela se construye con numerosos testimonios. «Hablar con las personas de las que recojo su testimonio en el libro ha sido muy intenso y emocionante. Tener la sensación que esas personas te ofrecen toda su confianza, acceden a regalarme su vida, no solo oralmente, ha habido gente que hasta me ha entregado sus diarios, su correspondencia. Ha sido un regalo. También ha habido momentos muy duros; escuchar ciertas cosas de la represión, del exilio, de la cárcel…, ha sido muy bestia para ellos y para mí, Para mí ha sido una lección muy grande, política, moral, por eso no entiendo cómo podemos tener arrinconadas a esas personas, que ahora ya son mayores y muchas de las cuales están desapareciendo, y no aprender de lo que han vivido. Pienso que como sociedad es un error. Deberíamos plantearnos qué hacemos con la memoria popular, no la de los líderes, la de la gente que estaba en el día a día, donde realmente está la vida».

«El otro gran regalo de la novela ha sido el de escuchar. El de hacer las preguntas adecuadas o no hacerlas, pero dejar que me explicasen. Yo soy un hombre oreja. Escuchar es un lujo. Yo no estoy aquí para juzgar. El hombre oreja ha de ser neutral. Y la última lección  de este libro es que me ha trastocado. Me ha cambiado la vida tener que reflexionar sobre cosas,  en las que antes había pasado de puntillas, y ahora pienso en profundidad: como qué es violencia, qué es el arrepentimiento, qué es el perdón, qué es la culpa…palabras que se utilizan mucho, pero de tan manidas pierden su significado . Hay que intentar dar a las palabras el verdadero sentido. Es un regalo de partida doble: me han dado su vida y me han ayudado a ver la realidad de otra manera».

En lo que Márquez no se cansa de insistir es que 1969 es una novela, aunque algunos no acaben de verlo. «1969 no es una tesis doctoral, es una novela porque tiene tensión narrativa y emocional y no tiene una finalidad argumentativa, yo no estoy defendiendo una tesis. Mi obsesión era dejar entrar la vida en la novela y la forma de hacerlo era renunciar a todo lo que generamos artafactualmente a la hora de construir una novela, que es lo que yo había hecho hasta ahora tanto para lectores adultos, como para niños. El lector sigue leyendo 1969 no por la curiosidad de la trama, sino por cómo está organizado el material que le impulsa a seguir. Está estructurado para que un hecho te lleve a otro, hay voces secuenciadas, hay textos recurrentes…».

También cuenta las dificultades que se ha encontrado para lograr testimonios femeninos: «Nunca quise que fuese una novela heroica y tampoco masculina, pero es muy difícil encontrar a las mujeres luchadoras. Las hemos arrinconado. Yo no quería hacer un canto a la revuelta, yo quería hacer un canto a la vida en todas las facetas, desde la cobardía hasta la valentía y que no fuese solo de hombres. ¡Y encontrar mujeres, todavía ahora que quieran hablar, cuesta! »

Finalmente termina diciendo que: «Me gustaría que este libro fuese un catalizador de reflexión más allá de la literatura. Hasta ahora ha generado más reflexiones de tipo literario que de otra índole, pero me gustaría que diera pie a una reflexión más amplia sobre la memoria, la transición. Hay que saber para entender, para saber dónde vas, y para saber prevenir. Hay que dar el paso y decidir cómo  recuperamos nuestro pasado, cómo lo tratamos y cómo lo utilizamos para tirar adelante.  Recuperar la historia pequeña y situar a todas esas personas mayores que  vivieron esa época y que hemos arrinconado en primera línea».

1969 

(Transcripción de las primeras páginas)

Anoche decía la Radio Nacional que el discurso de Franco es un modelo de equilibrio, pero más bien es un intento de equilibrismo y mistificación. Prefirió hablar del mundo y de sus problemas, ofreciendo incluso soluciones displicentes. En España, para él, todo marcha bien, aparte de grupitos de fanáticos.
El inmovilismo que le achacan a su Régimen es una pura invención demagógica de sus enemigos y las estructuras serán modificadas a medida que sea necesario. La realidad es que sigue el inmovilismo, que se va conjugando la libertad con la autoridad, con el desarrollo, etc., pero más bien es el ejercicio de la
tiranía. La disciplina y el orden que pide Franco no son viables. En España no hay actuación posible para los que piden una apertura desde dentro. El problema es de demolición del Régimen para llegar a instituciones verdaderamente democráticas. Por eso luchan muchos españoles, que ya están en la oposición y a los que les deseamos desde aquí un feliz año nuevo…

No estábamos muy formados políticamente, ni nos sabíamos Lenin de pies a cabeza, pero daba igual. Teníamos una abnegación brutal. No era solo una exaltación de juventud, ¿sabes?, sino un impulso de lucha contra una concepción del mundo que no nos gustaba y que no aceptábamos. Entonces había que hacer algo. Estaba clarísimo. ¿Yo por qué luchaba? No luchaba por una cuestión personal. No vivía una situación de explotación. Y, en mi casa, no teníamos problemas para comer. Es decir, yo no luchaba por una cuestión personal, sino que luchaba, precisamente, por la gente que lo pasaba mal porque estaba explotada. No era personal. Era por un mundo que me parecía profundamente injusto. Entonces, cuando vives con la gente que está sufriendo, te dices que tienes que empaparte de eso. Porque, si estoy luchando contra el mundo en que vive esta gente, que no me gusta, también estoy luchando por mí. Es decir, si éramos capaces de hacer la revolución, todos tendríamos un mundo mejor. Todos tendríamos un mundo en el que no nos haríamos daño los unos a los otros, en el que las injusticias no nos golpearían. Situaciones de explotación, de desigualdad, de miseria que, además, no eran patrimonio del país, sino mundiales. Era así. Y hacíamos cada locura, que a lo mejor puede parecer una temeridad, pero se hacía y ya está. Te decían ve al paseo de San Juan con no sé qué calle y encontrarás un coche con esta matrícula y aquí tienes las llaves. Y allí te encontrabas un coche que no habías conducido en la vida, cargado con no sabías qué, y que tenías que llevar a no sé qué otro sitio. Una vez me dieron la matrícula, y era una furgoneta de aquellas que se ponían en marcha pulsando un botón. Pero yo esto entonces no lo sabía. Pues imagínate. Yo buscando la manera de ponerla en marcha. Hasta que paré a un señor que pasaba por la calle y le dije: «Mire, yo no he robado esta furgoneta. Es de mi hermano, que me ha
dicho que la cogiera, pero no sé cómo se pone en marcha. ¿Usted sabe cómo va?». Tampoco lo sabía. Hasta que el segundo o el tercero me ayudó. Te encontrabas en cada situación… Pero lo hacíamos, ¿eh? Se tenía que hacer y ya está. Y se tenía que hacer a conciencia, poniendo todos los sentidos. Porque te jugabas mucho. Costaba encontrar la manera de hacerlo todo, pero te lo montabas como podías. Las reuniones de la célula, el trabajo, la universidad, las acciones… Incluso tenía novio yo entonces, y la relación era muy intensa. Mucho. No había romanticismos, pero había una…, una…, no sé…, una conexión muy especial. Creo que las hormonas que se alteran con la lucha a veces son, incluso, más potentes que las sexuales, ¿eh? Es decir, crean un vínculo muy profundo. Y, si es tu compañero de vida,
aún más. Pero también ocurría con la gente con la que militabas. La camaradería era algo realmente potente. A veces, si había enfrentamientos, porque no todo era coser y cantar, también podía ser pesada, claro que sí, pero el compromiso de no bajar la cabeza y la adrenalina de la lucha lo compensaban todo.

JEFATURA SUPERIOR DE POLICÍA
BARCELONA
BOLETÍN INFORMATIVO
Ambiente:
De tranquilidad y acostumbrada despreocupación política.
Sectorialmente se ha destacado el laboral por el 5,9% de aumento salarial máximo autorizado en la renovación de Convenios, motivo de inquietud social.
Pronósticos:
Probable continuidad en la campaña propagandística de «Comisiones Obreras» incitando a la protesta laboral, con posibilidades de intensificación. Acentuación del malestar obrero en determinadas empresas.
Universidad: masiva difusión de propaganda subversiva e incremento de la acción agitadora por parte de minorías, para dar continuidad a la alteración del orden docente del trimestre anterior y tendencia a empeorarlo.

FRENTE AL DIVISIONISMO Y A LA INTEGRACIÓN
IMPONGAMOS NUESTRA LUCHA ANTICAPITALISTA
EXPULSEMOS AL RECTOR, VICERRECTOR, DECANOS… COMO INSTRUMENTOS DEL CAPITAL MONOPOLISTA
HOY, A LAS 12 h., ASAMBLEA DE DISTRITO EN EL
PARANINFO DE LA CENTRAL
C.E.S. (Comisiones de Estudiantes Socialistas) de Barcelona

JEFATURA SUPERIOR DE POLICÍA DE BARCELONA
NOTA INFORMATIVA
Asunto: ACTIVIDADES ESTUDIANTILES
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
Sobre las 10,30 horas fueron fijados en el patio unos carteles colgados desde el patio del primer piso, de un tamaño aproximado de 2 metros de longitud por 1 de anchura y en los que constaban las siguientes frases: «ACCIÓN EN ECONÓMICAS A LAS 11,30», «LA UNIVERSIDAD PARA EL PUEBLO», «ASAMBLEA EN EL PARANINFO A LAS 12».
En el patio bajo habían sido colocados otros tres carteles atacando al nuevo Rector, Dr. Albadalejo, en términos insultantes, y se razona la no aceptación del expresado Rector porque «está impuesto por el capitalismo para hacer el juego de siempre». En otro de los carteles se indica que la única solución es la de aliarse con las Comisiones Obreras para luchar contra las estructuras capitalistas.
A las 12,15 dio comienzo la Asamblea, que tuvo efecto en el Paraninfo y a la que asistieron unos 500 estudiantes aproximadamente, teniendo este acto un carácter tumultuario y donde las intervenciones de diversos universitarios se sucedieron sin orden alguno. Por supuesto no ha existido presidencia alguna.
Han intervenido con sus parlamentos seis estudiantes, y uno de ellos, que se identificó como estudiante de Medicina, manifestó que su Facultad había difundido un dosier en el cual se incluían las necesidades de la Universidad española, redactado este documento en alemán, francés, portugués e italiano, al objeto de difundirlo por el extranjero, y que ya se había recibido apoyo de distintas Universidades, entre ellas la de Frankfurt, en la cual se habían manifestado los estudiantes en apoyo de sus compañeros españoles.
El resto de los oradores no han podido ser identificados, suponiéndose son ajenos a la Facultad, y el que habló en tercer lugar dijo ser estudiante de Derecho y que pretendía dar una semblanza del nuevo Rector, Sr. Albadalejo, al cual señaló como hombre «que promete mucho y no da nada», poniendo como prueba de ello que él mismo el año pasado consiguió dividir la Facultad de Derecho de tal forma que extirpó de raíz el movimiento universitario de renovación en dicha Facultad. Por lo tanto, propuso que lo mejor que podía hacerse con él era expulsarlo de la Universidad.
Otro estudiante hizo referencia a la situación social española indicando que el obrero, que es el que trabaja, se veía apartado de la sociedad y se le daba un sueldo mísero de 116 pesetas, mientras que los Catedráticos, la mayoría de los cuales no cumplían con su deber, cobraban más de 40.000. Es necesario, dijo, aliarse con el mundo del trabajo para cambiar desde sus raíces la actual sociedad.
Al final del acto, se acordó dirigirse en manifestación al Rectorado, y un grupo intentó subirse encima de la mesa con el objeto de tirar por el suelo un busto del Caudillo allí existente. Ello fue evitado por un estudiante no identificado al que los elementos subversivos le pegaron; uno de ellos le propinó un puñetazo en la nariz que le produjo una gran hemorragia. El pequeño grupo de elementos levantiscos decidieron al final, según dijeron, armarse de objetos contundentes para hacer frente a la Policía y con tal motivo rompieron la totalidad de las sillas y otros muebles existentes en el Paraninfo.
Sobre las 13 horas un nutrido grupo de estudiantes penetró en tromba en el despacho del Dr. Albadalejo, rompiendo puertas y ventanas, y agarraron los más excitados al Rector con la intención, al parecer, de tirarlo por la ventana a la calle, pero uno de estos elementos se impuso a los demás y les obligó a que lo dejaran, al propio tiempo que decía «MÁRTIRES NO».

A continuación arrojaron por los ventanales que dan a la plaza Universidad, encima mismo de la puerta de Ciencias, un busto de bronce con la efigie del Caudillo que estaba colocado encima de un mueble del Rectorado, el cual quedó destruido, y también fue lanzada a la vía pública una Bandera Nacional que encontraron en el Rectorado. Tanto el busto como la bandera fueron recogidos por bedeles y entregados
a la Superioridad.
En el ventanal desde donde fueron arrojados el busto del Caudillo y la bandera, fue colocada una bandera roja y, sobre ella, el siguiente cartel: «OBREROS Y ESTUDIANTES CONTRA LA EXPLOTACIÓN CAPITALISTA», bandera-pancarta que fue retirada por funcionarios del Cuerpo General de Policía.
Sobre las 14 horas, y a requerimiento del Sr. Rector, penetró en la Universidad la Fuerza Pública, la cual no tuvo necesidad de intervenir, pues a su sola presencia abandonaron el recinto los revoltosos, disolviéndose seguidamente sin más incidentes.
Someramente se ha de decir que fueron destrozadas dos lámparas y la casi totalidad de muebles y enseres del despacho del Rector y siendo violentadas las puertas.
En diversas escaleras y patios del edificio de la Universidad Literaria, fueron pintados numerosos letreros subversivos y colocadas dos banderas rojas con la hoz y el martillo, de un metro cuadrado aproximadamente, una de ellas en el bar y otra en el patio.